Viajar como territorio de movimiento
nunca estancarse en el lugar siempre dejarlo libre
como vuelo de mariposa que revolotea en nuestras orejas

Viajar como esperanza de la tierra
nunca atropellarse
estar en constante pausa
como animal cauteloso ante lo nuevo
ante la mirada lejana

Viajar como proximidad inmediata ante nosotras mismas
nunca abandonarse y solo dejar caer el peso si en la tierra mojada
como ambulante que conoce direcciones nuevas
sonreír ante lo inesperado

Viajar como sorpresa progresiva
como estela que retumba en el cielo
con una rapidez nunca premeditanda
sentimientos siempre con el corazón en la mano
como niño que salta y ríe viviendo a cada momento

Viajar de espacio-tiempo a espacio-tiempo
nunca limitarse solo aceptar la posibilidad del viento
ante el deseo consciente
como anciana que escucha y dice pocas palabras

Un avión significa vuelo o espacio perdido en el tiempo estas fotografías son de la sierra Cordobesa Argentina, este viaje me llevo desde Buenos Aires hasta Córdoba unas 15 (quince) horas en tren desde el terminal de Retiro fue mi segundo viaje sola al que acudí a Argentina también por motivos de estudios en el CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral) para el cuerpo caribeño ir al sur de Suramerica en invierno es muy duro. En Buenos Aires las temperaturas bajan bajo cero así que por suerte de buena viajera y curiosa de la naturaleza decidí movilizarme a Córdoba con la esperanza de encontrar por sorpresa la calidez de estas tierra y así fue. Me dirigí a un pueblo Capilla del Monte donde se encuentra ubicado El Cerro Urritorco uno de los muchos chakras de la tierra como lo es La Gran Sabana en Venezuela o El Gran Cañon en Arizona. En Capilla del monte hacia frío pero salia el sol tanto así que fui capaz de colocarme una falda en esos días, fueron días de mucho kiwi y mucha introspección, viajar sola siempre es una aventura que todos deberíamos tener el encuentro cercano con nuestra existencia es palpable y no existen atajos.

Todo silencio es propicio en el tiempo del viaje
Donde cada cuerpo se mueve lo envuelve el aire palpable de la luz
Habitar el cielo como montaña celeste
Adaptar el viento a la temperatura del corazón
Internamente todo espacio vacío se conmueve en el transito

Todo silencio es propicio en el tiempo del viaje
Cada hoja seca caía renueva los recuerdos pasados
Habitar el agua como fuego y viceversa
Adaptar el sol a nuestros ojos para ver su redondez
Sentir por siempre el movimiento interno que nos hace movernos

Todo silencio es propicio en el tiempo del viaje
Realiza una pausa
Observa lo nuevo
Déjate sorprender y aprende despacio otro nuevo movimiento
En la tierra y en el cielo

¿Quién quiere entrar a un río en invierno? Mi intuición no podía dejar no hacerlo. Fui con dos amigos que conocí en el hostal donde me hospede cuando vieron que mi intención era zambullirme su expresión de asombro fue inmediata sin embargo los ríos como las montañas o los mares en mi psique representan un portal de limpieza que traza un antes y un después en el animus y el animo de nuestro ser por ello sin duda me quite la ropa y me zambullí. El río era helado: mi piel gozaba entonces de la elasticidad del contacto con el agua al mismo tiempo que mis dientes querían presionarse la respiración profunda lograba "calentarme" minimamente para gozar y agradecer aquel riachuelo en donde dejaba mis pensamientos y mis emociones para salir renovada y dispuesta a continuar el camino hacia no sé que todavía. Aquél baño de valentía, fuerza y dulzor jamás lo olvidaré siempre es una experiencia que me gusta mucho compartir. El río nos da la fuerza del movimiento, de las aguas y en ellas podemos encontrar un espacio donde nos vemos nuevamente desconocidas.

No sé si saben pero las flores son los órganos reproductores de las plantas es curioso asimilar el sexo con la belleza de la naturaleza y en el Cerro Urritorco pude conectarme -con un insistente frío- a las formas de aquello aromas mientras caminábamos siempre había un paisaje en donde deteníamos la mirada donde nos acobijaba una caricia natural sin miedos. Cada paso en la montaña ha de ser venerado con el respeto y el cuidado que ella nos ofrece al transitarla de manera contemplativa dentro de ese espacio nuestros comportamientos habituales han de dejarse atrás sabiendo que siempre hay espacio para el tiempo preciso donde podemos estar en unión con la tierra sin dañarla, sin atropellar su habita, sin ensuciarla, sin dejar una memoria dolorosa sino una especie de reconciliación hacia nosotras siendo ella misma nuestro propio latido.

Está ultima foto es la de aquel atardecer quizá allí empezaba mi delirio por ese momento del día: el atardecer, momento cálido donde el tiempo siempre se colorea de manera improvisada atendiendo siempre al llamado de la diversidad, de lo nuevo, de lo que puede transformarse en segundo. El cielo y el sol como ejemplo de días siguientes, de nuevas mañanas e incesante porvenires. En próximos encuentro quiero compartirles -aún no sé cuando- los hermosas atardeceres que he venido guardando en la cajita sopresiva de mi mirada desde ellos también me veo: cambiante, rosada, anaranjada, coloreada de azules con la intención siempre de transformarnos apaciblemente.

Observa sin prisa el tiempo de la belleza
Un tiempo suspendido en lo natural
Una especie de devenir en nuestra memoria
La luz de los cristales rosados
Las agujitas del tiempo jugosas
El beso cálido del pétalo que te toca
La ilusión temprana de que la vida es posible
Un arco iris se aproxima
El pecho se extiende
La piel tiene otra piel debajo y debajo otra
Siempre es tiempo de alargar el tiempo
La contención del placer es natural
y su explosión víspera de una sorpresa inesperada del amor