Hay instantes en la vida que perduran como fotos.
Son momentos, son segundos, son efímeros y en verdad eternos.
Los vivimos, los sentimos, pero el flujo incesante del tiempo los diluye
y la conversación interna difumina la intensidad del sentimiento.
Hay instantes que nos inundan el alma.
Son momentos, percepciones, sensaciones adorables.
Otro es el lenguaje y otra la razón que los interpreta.
Mil tentáculos, mil rayos de sol, que se desbordan para disfrutar el entorno,
y la mente atribulada, queriendo sostener lo cotidiano, atisba el sentimiento.
Hay instantes profundos, inmensos, que dan vértigo.
Son momentos, pequeñísimos, que nos hacen levemente sonrojar.
Nos perdemos, divagamos, y como un loco lucubramos.
Dentro, una risa dulce y suave, se abre paso hasta brillar en nuestras pupilas.
Es la voz que no se escucha, es la palabra que no se entiende, es sentimiento.
Hay instantes que se atrapan como una fragancia al pasar
Son momentos que se tienen, que se palpan, que se gozan.
Los eludimos queriendo escabullirnos de su atracción, que nos domina.
Una manta de rutina abriga los pensamientos desnudos al placer.
Acarician la infancia, la inocencia, la libertad del sentimiento.
Hay instantes donde el tiempo se detiene.
Son momentos, cuando el espacio vacío se llena nuevamente
El entorno se redibuja, los colores estallan,
las figuras se delinean, los olores se degustan.
Los sonidos reorganizan la visión y la percepción es plena.
Es un viento que penetra el alma, es un halo que ilumina los sentimientos.
Hay instantes que se entrelazan para formar la eternidad.
Son momentos únicos, infinitos en el recuerdo.
Son alegrías que hacen palpitar el corazón de nuevo en la vejez.
Nos aferran a la vida y nos invitan presurosamente a lo insondable.
Somos un momento, que por instantes infinitos de recuerdo, nos volvemos sentimiento.
Hay instantes…son momentos…es sentimiento.
