En el Camino

in #writing7 years ago

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Una vez más me acerque a alguien en el camino
para compartir el viaje,
para contarnos nuestras historias del recorrido,
las más antiguas, las olvidadas,
las infantiles, las que no se cuentan y las que siempre se dicen.
Acompañarnos en la ruta,
para compartir la risa y la alegría del encuentro,
para desvelar los sentimientos simples
y quizás así alcanzar los profundos, los sinceros.


Abandonar con cada paso del andar,
la desconfianza, el egoísmo,
como el polvo de los zapatos.
Dejar en la travesía profundas huellas en tierra,
de momentos especiales, únicos,
sencillamente por lo transparentes para el corazón.
Sentir la mirada infinita en el alma,
como observar el horizonte,
con la mirada que desnuda,
y no sentir pudor.


Volar con los sueños,
con las ilusiones,
con la brisa rozando la cara
y el rayo de sol calentando la piel.
Sentir la marcha con tal sutil placer
que nos regocija el espíritu
y desvanece el tiempo,
como se desvanece la bruma del mar
y queda el mar,
eterno, infinito, insondable, misterioso.


Entretenidos, desprevenidos,
comenzamos a transitar un trecho sinuoso
de emociones encontradas,
lleno de vericuetos.
Los tupidos matorrales
de orgullo, celos, miedo, aislamiento
nos inundo el alma y nos cegó.
El vacio y confuso sentimiento
del inevitable barranco nos sorprendió.


Caímos torpemente,
rodamos cuesta abajo
cual piedra desbocada,
incontroladamente entre maleza e insultos,
nos estrellamos contra la soberbia de las rocas,
nos cortamos con la venganza de gajos partidos,
nos maltratamos con golpes de indiferencia
de troncos y de montículos de tierra.
El derrumbe nos dejo heridos, espinados,
con moretones, con profundo dolor, totalmente afligidos.
Fuimos a parar a una obscura e inexplicable jungla
de despecho.


Sin conciencia del entorno,
carentes de cualquier emoción sublime,
nos perdimos en la inmensidad de la selva,
desgarrados, abatidos,
y no supimos más el uno del otro.


Imagen: Wonderland eat me, de Dazigns.

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