Esta corta frase revela una verdad que no es fácil entender y aceptar, pues, al recibir el diagnóstico de Alzheimer de un ser querido, en algunos casos el padre o la madre, inicia un inesperado viaje que culminará sin recuerdos y con una ausencia total, aunque esa persona especial aún pueda comer, beber, caminar, hablar y reír, pero al mirarnos fijamente a los ojos ya no es capaz de reconocernos, mucho menos de recordar todos los momentos compartidos o su propia identidad. Esta situación es frustrante, genera un alto grado de impotencia y tristeza en los familiares, intentamos con un método y otro, hasta que llegamos a entender los estragos que esta terrible enfermedad genera al cerebro, comprendiendo que escaparon del mundo real para vivir en uno propio llamado Alzheimer.
Sin embargo, aunque no existe una cura definitiva, rendirse no es opción, debemos ser valientes, tener mucho coraje y aplicar una sobredosis de amor, paciencia, tolerancia y comprensión para ocupar el lugar de acompañantes en dicho viaje, cumpliendo así, con el Mandato Divino “Honra a tu padre y a tu madre”, el cual incluye, además del respeto, asistirlos en las necesidades y brindarles todos los cuidados, como ellos hicieron con nosotros en nuestra infancia. Cabe enfatizar, que ante la presencia de esta patología ellos nos necesitan, dependen de nuestro apoyo, no los dejemos realizar solos ese viaje, porque durante cada etapa de la enfermedad el miedo, la desorientación, la agitación, y la inseguridad los invaden constantemente, pero bastará un abrazo, una sonrisa, un beso, un te quiero o un apretón de manos para decirles, ¡aquí estoy, no vas viajando solo!. Reflexionemos y practiquemos las palabras de este hermoso poema anónimo:
No me pidas que recuerde,
No intentes hacerme entender,
Déjame descansar y saber que estás conmigo.
Bésame en la mejilla y tómame de la mano
Estoy más confundido de lo que piensas,
Estoy triste, enfermo y perdido
Todo lo que sé es que necesito que estés conmigo,
No pierdas tu paciencia conmigo,
No me regañes, no me grites o llores,
No puedo evitar la forma en que actuó
No puedo cambiar aunque lo intente,
Sólo recuerda que te necesito,
Que lo mejor de mí se ha ido,
Po favor, no me falles y quédate conmigo,
Quiéreme hasta que mi vida termine
Yo agregaría, debemos quererlos hasta el fin del viaje. Desde aquí deseo apoyar a todas las personas diagnosticadas con Alzheimer y a sus familiares, nunca tiren la toalla por favor, porque no están solos, somos miles de familias a nivel mundial afectadas con este flagelo, no nos rindamos, dejemos la ventana abierta a la Esperanza, que algún día este mal será definitivamente vencido y erradicado de la sociedad y de nuestras vidas.