En la segunda etapa de la “gira andina” que hago junto a Medianálisis llegamos a Mérida. A diferencia de Valera, aquí sentimos el frío desde que decidimos venirnos por el páramo. Vimos las casitas de hielo, nos tomamos fotos y chocolates calientes en el Pico El Águila, supimos de la construcción del mercado de artesanos y puestos de comida que cumple 15 años construyéndose y me maravillé con la naturaleza tanto como por las bellas plazas de Timotes y Mucuchíes.
Llegamos a la ciudad el miércoles 21 a las dos de la tarde. Nos hospedamos en la Posada Tramontana, a tan sólo dos cuadras de la Plaza Milla. Como no había luz nos fuimos a almorzar a La Astilla, que está justamente al frente de la plaza. Pisca andina y trucha fue mi selección. Luego cenamos unas hamburguesas inmensas y temáticas en Burguer Bar. Pedí la "Jackie Chan", que es una especie de pollo a la canasta entre panes (con unos 15 centrímetros de alto) en la salsa que suele acompañar al pollo agridulce chino, junto con vegetales en reducción de soya. Cada hamburguesa tiene el nombre de algún famoso, según sus ingredientes, y ellos están dibujados en las paredes. Altamente recomendado.
Al día siguiente desayuné un perico con arepas de trigo en el restaurante que está justo al lado y es parte de La Posada Luz Caraballo, un lugar bellísimo que conocí en noviembre del 2016. Y cuando regresaron mis compañeros de viaje nos fuimos al restaurante "La Obra" en el hotel Mistafí. La sopa de cebolla gratinada y el pollo con champiñones fueron extraordinarios, con la sobresaliente remesa de lo sorpresivamente barata que era la comida en la ciudad. Me quedé un rato más bebiéndome un café, viendo las obras de arte y relajándome.
A las cinco de la tarde se fue la luz. Fueron 16 horas de apagón, pero en ese momento no lo sabíamos. La mitad del país estuvo a oscuras. En ese momento, esperando que fuese tan breve como el día anterior, decidimos enfrentar la falta de fluido eléctrico con unos tragos para esperar la cena. Repetimos en La Astilla por unos coctéles pero cuando llegó la noche pero no la electricidad, decidimos irnos a la pizzería Los Cuatro Quesos que además de planta eléctrica vendía cervezas. Las birras con pizza nos acompañaron hasta que el local decidió a cerrar. Superando las calles oscuras con la alegría del alcohol etílico y la levedad de ser turistas, volvimos al hotel solo para reencontrarnos con unos huéspedes que preguntaban por un lugar donde ir a cenar. Así que alegremente decidimos acompañarlos, recomendándoles "La obra". Otras cervezas más hasta que el cansancio y la metabolización del licor, así como el cierre del local, nos obligó a retirarnos a nuestros aposentos.
El viernes empezaba el taller, en el cual enseñó a periodistas a usar Excel, investigar profundamente en la web, hacer infografías interactivas en la web y finalmente, a hacer fact checking. Decidimos estar listos a las 6:30 de la mañana, como acordamos a nuestro contacto en la ciudad, para buscarnos aunque no teníamos batería en los celulares. Justamente, a esa hora volvió la luz. Estábamos listos pero la profesora María Fernanda Rodríguez tardía un poco más en buscarnos, así que el tiempo sirvió para comer deliciosos pastelitos de papa con queso, carne y pollo en un lugar que nos presentaron como "la casita amarilla". De nuevo frente a la plaza Milla. El mejor picante del mundo, un trío de viejitos con guitarras y 25 mil por pastelitos nos enamoraron.
El taller lo dimos en un salón de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la ilustrísima Universidad de Los Andes (ULA). Un campus maravilloso, con esculturas, jardines y edificios monumentales, que otrora estaba colmado de estudiantes a toda hora, apenas se veían tres o cuatro aparte de quienes asistían al taller. La queja de docentes: las autoridades no han querido admitir el porcentaje de deserción mientras cada vez aumentan las materias que se enseñan a distancia mediante plataformas virtuales.
El curso empezó tarde pero tuvo muchísima receptividad. Aprender a hacer tablas dinámicas para analizar bases de datos, buscar datos públicos en Internet, hacer perfiles con los repositorios personales como ListadosCNE, Dateas, Linkedin, sentencias del Tribunal Supremo de Justicia y otros. Al día siguiente, sin apagón, proseguimos en hacer prácticas de diseño de infografías por grupos, dejando pendiente para otra ocasión el capítulo de fact-checking.
El domingo fue de visitar el Teleférico Mukumbarí. Habíamos comprado las entradas con antelación evitando la cola larguísima que encontramos al llegar. Las entradas decían que nuestro ascenso era a las 8:06 de la mañana. Y así fue. La experiencia fue memorable: la infraestructura, el servicio y el funcionamiento del lugar es impecable. Subir hasta la cuarta estación (arropados en chaquetas térmicas, guantes, pasamontañas y bufandas por el frío) fue divertido: cambias en cada estación a una cabina distinta y al llegar al final, vimos La Virgen de Las Nieves y el Pico Espejo completamente cubiertos de nieve, lo que no había sido demasiado frecuente en estos días, según nos contaron.
Lo único muy malo de esa estación fue que nos negaran los baños... aunque el de empleados estaba abierto y que no hubiese punto de venta por lo que no pudimos tomar café o chocolate. Lamentablemente no hay la posibilidad de comprar tickets o algún tipo de adelanto antes de subir para poder consumir allí. Cuando nos tocó descender, 35 minutos después, encontramos en cada estación lugares maravillosos para comer y beber como el Café Páramo donde probé un café bombón y un inmenso muffin de chocolate y el restaurante Chía donde me tomé tres Calentaos Andinos. El café de la tercera estación tampoco tenía punto de venta, así que no compramos nada.
Por cierto, cuando pasamos por la estación donde están Los Nevados, pudimos ver que el proyecto de apoyar el turismo comunitario con las mulitas y los paseos ecoturísticos a pie sigue sin concretarse. Las escaleras para bajar hasta el punto donde salen las visitas guiadas hacia las lagunas Los Anteojos sigue siendo mecate y piedra, nunca se contruyeron. Las jóvenes que nos lo explicaron, así como el derretimiento de los glaciares, dicen que han propuesto el pago de estos paseos en la entrada porque el cobro en efectivo las deja ociosas durante muchas ocasiones porque los turistas no pueden pagarlo. En Cotejo ya había revisado la Memoria del Ministerio de Turismo para mostrar que las obras no se terminaron, algunas ni empezaron y las licitaciones quedaron desiertas aquí
Nos fuimos de Mérida felices por la experiencia educativa, bañados en el rocío del frío encantador, el calor humano de la amabilidad perenne y siempre viva de cada persona a quien conocimos, un sabor de boca extraordinario por la gastronomía y el compromiso de volver para enseñarle más a alumnos que quedaron emocionados, entusiasmados y ansiosos de saber más, así como profesores que renovaron sus miradas con eestas nuevas técnicas. Y quiero volver con @aruska a comer, beber y descansar <3
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Bonita experiencia, más allá de ciertas realidades. Extraño la comida andina . Saludos
Realmente me gustó muchísimo, y como reportero aprovecho de lanzar "la puntica". El saldo es altamente positivo :)
Qué maravilla de relato... Mérida tiene esa particularidad de que su gente es demasiado amable, educada, servicial. Además me dio hambre con solo leerte jajaja. Qué bonito que además de instruir a otros, pudiste disfrutar de esas ciudad tan bella, a pesar del apagón.
El apagón fue la excusa para pasar la tarde-noche bebiendo... jajaja. Empecé con un "Poseidón" (vodka, ron y ginebra)... Ya quiero volver.
¡Hola @ jeanfreddy! Emocionante paseo de trabajo (puedo llamarlo así, ¿cierto?) a la hermosa ciudad de Mérida, y en febrero, donde el frío la hace aún más acogedora. Por lo bien que la pasaste se entienden las ansias que tienes de regresar ;).
Creo que el nombre justo es ese, porque combinó ambas cosas, placer y trabajo :) ¡Gracias!
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STOP
Me gusto mucho el relato. Me dieron ganas de cerveza y pizza.
Jejeje, promoción turística desde la gozadera laboral.
Me quede con ganas de visitar Mérida y sobre todo con muchos antojos.
Era lo pretendido, que la crónica llevara a buscar precios de hoteles jajajaja
¡La pasaste muy bien!
Jajajaj que bonito! :')
La verdad es que Merida es una de las mejores ciudades de venezuela en las que he estado. Un lugar especial para mi :)
Que bueno que hayas pasado momentos tan gratificantes allí y mas haciendo lo que haces :D
Saludos! :)
Ya quiero volver de nuevo :) Fue una experiencia que me iluminó <3
Que nota!!!... Nos debes una nueva visita en Maracaibo @jeanfreddy ojalá este nuevamente en tu agenda
Claro que siiiiiií. Es más, he tardado mucho más de lo que quisiera.
Que bello artículo
Graaaaacias :)
Leyendo este post me dieron ganas de a Mérida... @jeanfreddy
Esa es la "mala" intención. No se queden en La Puerta, jajaja
En la cultura popular merideña al menos de unos años atrás, ser cura, monja, militar o médico era traer honor a tu familia, luego de ese taller seguro que el periodismos cobró un nuevo color y empuje
Tremendo halago. Gracias. Espero frutos maravillosos