Los intocables, las víctimas y sus verdugos, en esta obra los podemos observar unidos en varias figuras con un profundo significado religioso. Ese es el concepto que utilizó en el año 2013, el artista cubano ERIK RAVELO, para graficar la violencia contra los niños en el mundo y que en la actualidad no pierde vigencia desafortunadamente.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y yo también lo creo así, el mensaje que se desprende de estas graficas es extremadamente directo, se pueden observar siete fotografías de niños crucificados simbólicamente, donde cada cruz de martirio ha sido cambiada por la imagen humana de sus opresores, cada una con una razón, ámbito y mensaje diferente, con el objeto de crear conciencia sobre el derecho de los niños a ser protegidos y a su vez tratando de dar difusión en voz alta y de forma contundente al abuso y maltrato infantil sufrido por millones de pequeños alrededor del mundo.
Entre los aberrantes temas explorados por el artista, de izquierda a derecha en las fotografías podemos dar la siguiente lectura:
¿Qué significan, que representan estas imágenes?
La primera hace referencia a la pedofilia en el Vaticano y en los centros religiosos en todo el mundo,
La segunda aborda el abuso sexual infantil presente en el turismo en Tailandia,
La tercera se refiere a las muertes y graves heridos por el conflicto armado o la guerra en Siria y en cualquier otro lugar donde el terrorismo y este tipo de violencia se encuentren presente,
La cuarta aborda el tráfico de órganos infantiles en el mercado negro, donde la mayoría de las víctimas son niños de los países pobres, sin embargo ninguna otra población esta exenta de este peligro,
La quinta imagen nos muestra el libre acceso a las armas o el escaso control de ellas en los Estados Unidos;
La sexta hace referencia a la obesidad infantil, vinculada a las grandes cadenas de comida rápida,
Y por último observamos una referencia a la catástrofe de Japón tras el accidente nuclear de Fukushima.
Las imágenes presentan a siete niños crucificados en los cuerpos de adultos que, a su vez, simbolizan igual número de crímenes en los que los niños son las primeras y más sensibles víctimas: son algunos personajes quienes simbolizan las figuras de peligro por las que algunos infantes “deben” morir. Sin duda, el símbolo de la cruz es poderoso, pues más allá de las implicaciones de salvación que tiene en el universo cristiano, lo cierto es que la cruz en estas imágenes representa, sobre todo, una forma de tortura. A pesar de los muchos discursos y trabajos al respecto, lo cierto es que los niños continúan siendo un sector de la población desprotegido en muchos espacios, lo mismo sucede en los países “desarrollados” como en los más atrasados.
¿Seguimos siendo los adultos sus mayores depredadores? ¿Seguimos caminando entre sociedades y culturas sin conciencia de protección infantil?
Los que trabajamos de forma comprometida con la defensa de los derechos de los niños, no nos cansaremos hasta llevar a cada rincón del planeta este grito de auxilio a favor de los pequeños, quienes representan la población mundial más vulnerable.
Seamos sus protectores, no sus exterminadores, multipliquemos acciones de salvación, recordemos que las acciones hablan más alto que las palabras.
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