¿Alguna vez te conté, sobre el día que desperté y había una crisálida en el techo de mi cuarto?-pregunte mientras miraba el techo de su sala. El día estaba ya declinando, el sol nos daba directamente, iluminaba toda la habitación como si se inclinase a observarnos. El calor era pegajoso; era uno de los días más calurosos que habíamos presenciado, pero aun así permanecíamos encerrados los dos, yo tirada en el sofá mientras el sudor caía en picada por mi frente y otras partes de mi cuerpo, mientras el sentado en un pequeño taburete se abstraía en su teléfono.- oye? Hey- le grite reuniendo lo poco que quedaba de mi fuerza antes de que se disolviera en el calor del ambiente.
-¿Cómo?- contesto levantado su vista, su nariz sudaba copiosamente y sus ojos parecían perdidos. Me rodé como una babosa del sofá, dejando caer parte de mi cuerpo al suelo que para mi sorpresa resultaba estar frio y volví a repetirle la pregunta.
-No, nunca me habías contado esa anécdota- contesto algo confundido mientras me observaba deslizar todo mi cuerpo hacia el piso.
-Realmente no era algo que yo esperara; solo desperté una mañana y resultaba que allí estaba (Tengo que aclararte que antes dormía en una cama aérea muy cerca del techo) una pequeña crisálida adherida a mi techo, intento recordar si la noche anterior note algo pero, no, solo fue algo que ocurrió en cuestión de horas y ahora estaba allí en la mañana, nunca había visto una en persona pero me emocione bastante al verla- le narraba la historia acostada ahora en el frio piso mientras seguía observando su techo, el volvió a revisar su teléfono- así que lo primero que hice al levantarme fue tomar un envase y guardar la pequeña capsulita allí adentro, deseaba estar presente cuando emergiera.
-el milagro de la vida- comento.
-¡así es! Solo que en mi mente no paso el grave error que había cometido desde el principio- volteo a observarme.- una mañana Salí a hacer unas diligencias, al volver a mi casa fui directamente al lugar donde la tenía guardada hacia la ventana donde la tenía.- guarde silencio por un momento.
-y que paso?- pregunto
-resulta que para protección le había dejado la tapa puesta. Cuando la fui a ver estaba muerta, no logro salir del todo de su cascaron, era un hermoso ejemplar que no logro hacer mucho en su nueva forma y todo por mi culpa.
-como ibas a saberlo? Solo tenías curiosidad- comento algo indeciso. -era una simple mariposa, es lo que pienso al escucharte pero también veo que para ti era importante, no estoy seguro sobre qué postura tomar; no quiero darte el sentido pésame por un insecto.
-descuida, fue algo que paso hace tiempo, ni siquiera sé porque lo recordé ahora-
-bueno, cuantas personas podrían decir que una oruga decidió pasar su metamorfosis en su cuarto?- y sentándose a mi lado, usando su pierna como almohada recostó mi cabeza. Nos miramos fijamente, mientras todo el calor se concentraba aún más alrededor de nosotros y en forma de susurro le digo: muero de calor¡¡¡.
Sort: Trending