Qué alegría tan grande cuando nos reencontramos con un amigo o amiga después de mucho tiempo sin saber de él o ella.
En estos días tuve nuevamente esa experiencia, la cual fue especialmente agradable y a la vez nostálgica.
Fue a través de una amiga de esa época de estudiante y gracias a Facebook.
Hoy, hablando o mejor dicho chateando con ésta persona, no me di cuenta del tiempo que ha pasado hasta ahora, que escribo ésta nota, y la calculadora me indica, 45 años.
Me alegré por las noticias recibidas desde el otro lado del chat, una gran carrera, esposa, hija, nietos, y un futuro promisor.
Un gran futuro fuera de su país natal, lejos de familiares y amigos.
En su conversa inicial, me comenta sobre su decisión de quedarse en tierras extranjeras, y deduzco por sus argumentos que la seguridad, la tranquilidad y estabilidad en ese país, pesan a favor de no regresar a su terruño.
Y tú, querido lector, qué opinas, ¿es valedero ese argumento para dejar la tierra natal, dejar amigos y familiares?
Me gustaría saber tú opinión.
La mía en particular es de apoyo a mi amigo, sus argumentos, valederos desde mi punto de vista y ciertamente razonables.
Pero también se, por experiencia propia que esas decisiones crean emociones encontradas y dejan un mal sabor al recordar otros tiempos, compañías y experiencias, formas de vida, cultura, clima, tantas cosas diferentes que seguro, donde se encuentra en éste momento, no experimentará.
Mi reflexión al respecto es que, son nuestros queridos apegos a las personas, a las costumbres, y experiencias pasadas, los que nos impiden o no nos permiten disfrutar a plenitud la nueva vida en otras tierras.
La conversa con mi amigo no llegó a profundizar sobre el tema pero, teniendo ya 28 años fuera de su país, entiendo que ha asumido como suyo, ese clima, esas otras costumbres y esos nuevos amigos.
Lo que me dice que sí podemos desligarnos de nuestro terruño, de familiares y amigos, aunque quede el sabor amargo con el recuerdo y quizás y muy probablemente una que otra lágrima por los recuerdos.
Yo, en mis años mozos también migré a tierras extranjeras y no quise quedarme en ellas y no porque no me adaptara, me regrese ya que extrañaba Venezuela y lo que ella representa para mí, y aquí continúo.
Hoy, me lo pregunto, y no soy capaz de responder, si me quedaría fuera de mi país por tantos años como mi amigo.
¿Tú lo harías?
Si estuviéramos en su lugar, en ésas circunstancias y en ese momento seguro que tanto tú como yo, hubiéramos tomado la misma decisión que mi amigo. Si no es así, déjamelo saber.
Gracias por tus comentarios y me despido hasta el próximo encuentro.
Atentamente:
Jorge Marín
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Por mucho que le tengas apego a tu tierra a la familia a los amigos, hay que ir donde el destino te lleve y si es la unica manera de sobrevivir pues nada hacer las maletas y hasta otra
Si, como dicen, esa es la cruda realidad. Gracias por comentar.