Bitácora de lo incierto: Biografía de mi cuerpo

Cuando Lilia y Vivian supieron que nacería, sintieron una felicidad inmensa. El padre era un
viajero insoslayable, negro de haber llevado tanto sol y la madre una poeta vikinga perse,
morena bien oscura como la noche. Al salir del cuerpo, ese otro cuerpo se convirtió en luz. El
doctor, inmediatamente dijo: -obviamente eres tu la madre, pero si el hombre chivúo que
está allá afuera es el padre: lo siento, aquí hay cacho-. Era rubia, la carajita. Con los ojos
grises y blanca como las sabanas que las sostenían. Todos se espantaron de la felicidad;
tanto, que se rompió la botella de vino colectiva que hasta la enfermera de parto probó. Era
gordita, rollito por rollito. Lilia metía sus dedos porque aun no creía que lo que estaba en su
barriga, el producto del amor que existía entre Vivian y ella, estuviera en sus manos. Por otra
parte, Vivian no dejaba de llorar, ese nuevo cuerpo lo heredó. Reía y reía y sostenía quien
fuera su única hija hasta la fecha. Sintió por su cuerpo que la vida le brindaba el propósito de
ver crecer a ese ser que le brindaba felicidad autentica. El tiempo pasó y el cabello fue
oscureciendo, creciendo de vez en mes y siendo cortado por temporadas. Los rollitos fueron
desapareciendo y se hacía más larguiducha de lo normal. No comía, no le gustaba comer y se
enfermó muy seguido a consecuencia de ello, motivado al divorcio de sus padres. Se crió
rodeada en su mayoría de puro muchacho, así que se comportaba como uno y llevó mucho
coñazo por eso, entre las caídas de árboles y correazos, aun no sabe si estudió artes por
trauma o por vocación.

Llegó la adolescencia y el mundo de la sexualidad no era muy bienvenido a este hogar,
aunque su cuerpo siempre se encendió un deseo innato por el otro, tanto hombre como
mujer y eso le produjo muchas confusiones, inseguridades y poco reconocimiento de su
cuerpo, siendo su primera masturbación a los 22 años, después de haber leído un artículo
sobre “El empoderamiento femenino”. Se desarrolló a los 12, estaba jugando al escondite con
su hermana maracucha y sintió que algo le bajó, se despego el short de su viente a ver que
ocurría y la pantaleta estaba roja; dijo: -coño, me desarollé-. Enseguida llamó a Lilia, y Vivian
la invitó a cenar. No recuerda que hubiese sido algo de otro mundo.

Como a los 14 años la operaron por primera vez, porque no podía dormir, respirar y los
dolores de cabeza eran recurrentes, una sinusitis era su mayor enemigo después del acné
que aún le da una vez al mes. Fueron 3 meses horribles, siempre se golpeó la nariz y de paso
no se creía muy linda.

A los 15 alguien se le ocurrió enamorarse de aquel cuerpo pero ese cuerpo hasta el sol de
hoy se ha enamorado realmente de alguien. Tuvo su primera relación y se sintió bella; nunca
fue gorda, era muy atletica y eso le gustaba a cualquier chico que se le ocurriera ponerle los
ojos, nunca dejó desaparecer oportunidad alguna y fueron más los que conocieron su cuerpo
que lo que conocía de si.

Aumentó mucho de peso y con ello sus inseguridades hasta que conoció a alguién que supo
administrarle una buena dósis de autoestima, lastima que eso terminó. Aunque, el amor
propio llegó para quedarse en casa y con ello una autoexploración y reconocimiento externo e
interno.

Siempre supo que quería tener el cabello corto, porque se sentía más linda y así lo porta. No
es gorda, pero tampoco delgada; volvieron aparecer los rollitos en donde ella misma mete
sus dedos para sentir su suavidad y una que otra arruga o cuenco en donde se van los
sudores con estos calores extremos. Procura siempre sonreir, grande y ruidosamente, porque
supo que ya tiene más de un cuarto de siglo y ya los años comienzan a pesar. Ella tiene las
piernas más grandes que su cuerpo, eso le dice su hermana menor. Su otro hermano,
siempre la abraza y le dice que es tan pequeña. Claro, el mide 1:90 y ella 1:63. Sus pies le
duelen al despertar y es porque trabaja todos los días de pie en un restaurant, le gusta
mucho, le ayuda a eliminar el ego. Su vientre es prominente porque tiene problemas de la
columna, exactamente en la zona lumar y es medio floja para hacer abdominales. Tiene un
trasero prominente, dice Lilia que es de Vivian porque ella no tiene con que sentarse. En su
espalda, tiene muchos lunares así como también tiene uno en la puntita del clítoris la cual se
ve rodeada por unos labios prominentes. Tiene unos senos pequeños, pero nunca necesitó de
más. De vez en cuando lleva las piernas y las axilas peludas, tiene que ver más con la flojera
que con el movimiento feminista, igual lo disfruta mucho.

Un día se fue a Vipassana, y al 6to día sintió que quería irse de ese lugar. Y ocurrió algo
maravilloso: se tomó de sus manos, escuchó por primera vez su corazón y comenzó a llorar.
Ahí se dio cuenta que se había conciliado consigo y que sus manos eran muy delgadas pero
fuertes, lo suficiente para sostenerse la una de la otra y no dejarse ir.