«Viajar te deja sin palabras y después te convierte en un narrador de historias». Ibn Battuta
Hola Steemianos, en esta ocasión quiero mostrarles a un lugar al que viajé hace unas semanas llamado "Cascada de Arzobispo" digamos que por circunstancias ajenas, ya que el punto de visita planeado era la Cascada del vino. Pero agradezco a la predestinación viajera haber llegar a aquel sitio.
Cascada de Arzobispo
Esta cascada es también conocida como El Charco de Palomo. Se ubica en el pueblo de Humocaro Alto, Municipio Morán del Estado Lara (Venezuela). Es un lugar concurrido por los turistas en los fines de semana o puentes de días feriados. Su nombre se debe a que en el año 1865 Silvestre Guevara y Lira (Arzobispo católico venezolano) visitó el lugar y de ahí en adelante reconsideraron el cambio de nombre en su honor. La cascada posee grandes saltos de agua, y se encuentra rodeado de un bosque con vegetación semihumeda. Presenta un clima se mantiene fresco y agradable con una temperatura que ronda los 20°C.
Organización del viaje
Un día me comentaron para viajar a la Cascada del vino y acepté. Ese día todos nos encontramos en el terminal central de Transbarca para dirigirnos al Tocuyo. Al llegar tomamos un carro por puesto que nos llevó hasta la Plaza Bolívar de Humocaro Bajo. De allí se suponía que teníamos que tomar otro bus hasta el sitio pero por ser sábado había poca afluencia de transporte, así que estuvimos esperando y nada. Al final alguien nombró la Cascada de Arzobispo, que nos quedaba a 12 kilómetros. Esperamos un bus (de esos si pasó uno) y pudimos llegar a Humocaro Alto. El colector nos preguntó a dónde íbamos, le contamos y nos explicó en una simple frase cómo llegar: «Se bajan en la última parada que da el bus, llegan a la esquina y cruzan a la izquierda, ahí se van derecho por diez minutos y llegan».
LLegados al final del recorrido nos bajamos y caminamos durante 15 o 20 minutos entre casas, granjas y sembradíos.
Lo agradable era que a mitad de camino se podía sentir como ya nos adentrábamos en la espesura del pueblo donde habita menos gente, donde el frescor te comienza a abrazar y sientes que tus pulmones están respirando aire puro. Cuando llegamos al estacionamiento, que indica la llegada al borde del río, a la derecha se ve una especia de glorieta con suelo de piedras de río. Allí dejamos todos los pesados bolsos y comenzamos a armar las carpas.
De ahí en adelante comenzó el disfrute pleno. Nos dividimos en dos grupos. Mientras uno se bañaba, el otro vigilaba las carpas y adelantaba los preparativos de comida y viceversa.
Lo primero que se observa a parte de la glorieta es esta estructura que asemeja a un altar, de él hay una llave que libera agua directa del río. Así que se tiene una especie de lavamanos ahí mismo, sea para tomar o extraer agua para otra cosa.
A la derecha de la glorieta hay unas escaleras que te van sumergiendo, poco a poco, hacia el cauce del río. Bajando apenas unos escalones nos encontramos con el puente sobre el río, hecho de metal, una estructura bastante fuerte. Desde el centro de este puedes tener también una espectacular vista como lo es la foto que encabeza esta entrada.
Cruzando el puente nos encontramos con estas 4 pequeñas cabañas para estar. Si piensan que estarán expuestos al sol, estan errados, estan estos lugares para descansar y resguardarse del sol, para dejar sus cosas personales mientras se bañan. Cada cabaña tiene capacidad para 6 personas. Al final de estas cabañas hay otras escaleras por las cuales también se puede llegar al río. Eso si no sufren de vértigo, ya que hay que dar unos pequeños saltos hacia unas piedras y bajar. En caso de que no, también es un excelente mirador hacia el río y el otro lado (la entrada)
Luego de hacer un breve pero bastante agradable reconocimiento del área, nos metimos a bañar. El agua es sumamente fría. Friolentos abstenerse o envalentonarse. Lo mejor para esto, aunque luego de pensarlo mucho, es sumergirse de golpe y pasar el frío en 1, 2 por 3. Luego de eso el clima se te hará muy ameno. Al salir del río es que sentirás de nuevo el frío ya que tu cuerpo se intenta adaptar a la temperatura ambiente. Después de darnos un baño decidimos explorar. Un turista mayor que ya conocía el sitio nos comentó de unas cuevas que habían río arriba, así que entre nuestro amor a la exploración comenzamos a subir cauce arriba para intentar encontrar las mencionadas cuevas.
Dejando la cascada atrás se tiene esa vista, desolada, desértica de personas y de ruidos. Allí uno entra en contacto con la naturaleza al solo escuchar el agua correr entre las piedras, los loros sobrevolar el cauce y hacer sus llamadas, otros sonidos de aves a la distancia desconocida y vegetación a uno y otro lado. Pareciera un área inexplorada y eso es hermoso. Cruzábamos el río a cada momento para seguir pisando piedras, ir bordeándolo en busca de la cueva.
Mientras seguíamos caminando nos encontrábamos con estos pequeños pozos a los que provoca lanzarse de cabeza, no solo por el atractivo color verde-azul con el que se muestran, sino que son bastante llanos como para sentarse un rato, sumergirse hasta la cintura, refrescarse y pensar. ¿Qué hicimos nosotros? Eso mismo, casi que por cada pozo que encontrábamos, nos quitábamos el calzado, nos quedábamos en ropa de bañar y nos metíamos para disfrutar cada parte del recorrido que hacíamos.
Más pequeños pozos durante el recorrido. Cuando ya teníamos más de 40 minutos caminando nos dimos cuenta que ya estábamos muy lejos y era hora de regresar y almorzar. Así que dejamos lo de las cuevas para otro día. Estando de nuevo en el sitio de acampar el mismo señor nos comentó que las cuevas se encuentran por donde íbamos pero hay más de una hora de camino por todo el cauce. Dimos, por esa oportunidad, no visitadas las cuevas. Pero puede ser un futuro punto a descubrir si volvemos a visitarlas.
Por ahora solo me queda agradecer a los compañeros y amigos que tuve durante este viaje que siempre llenan el alma, donde nos encontramos a nosotros mismos. Fueron 3 días de frío pero que se disfrutaba, de anécdotas, risas y demás. Un excelente sitio de Humocaro Alto que realmente no debes perderte. Es como pasar a otra dimensión natural
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