_Buenas noches, ¿está allí, padre?
En el otro extremo de la capilla de confesión, nadie contestó al dueño de aquella voz quebrada.
_¿No hay nadie? No podré contarle a nadie mi historia - dijo mientras se acercaba un arma a la frente.
El estruendo de un disparo retumbó por toda la catedral, y los cuervos que se encontraban en el techo, asustados por tal retumbo, alzaron el vuelo hacia la negra y eterna noche para no volver jamás.