Tengo la firme creencia que nacimos para algo mas que estudiar tener
un empleo y pagar deudas, creo que nuestras metas pueden ser mas
elevadas y que podemos lograr mas que eso.
Desde que nacemos somos educados para ser empleados, para tener un buen
puesto de trabajo en una empresa reconocida y así tener la seguridad
de un sueldo cada semana, quincena o cada mes, pensando que cuando ya
estemos viejos nos jubilaremos y podremos vivir de lo pagos de las
pensiones, esto pasa muy a menudo.
Las personas temen a salir de su zona
de confort porque temen a lo desconocido temen experimentar cosas nuevas,
sin embargo es totalmente necesario salir de nuestra zona de confort para
aprender y crecer como persona.
Relatare un historia.
La historia cuenta que un viejo maestro deseaba enseñar a uno de
sus discípulos por qué muchas personas viven atadas a una vida de
mediocridad…
…y no logran superar los obstáculos que les impiden triunfar.
No obstante, para el maestro, la lección más importante que el joven
discípulo podía aprender era:
Observar lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de aquellas
ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero potencial.
Para impartir su lección al joven aprendiz, aquella tarde el maestro
había decidido visitar con él algunos de los lugares más pobres y
desolados de aquella provincia.
Después de caminar un largo rato encontraron la que consideraron la
más humilde de todas las viviendas.
Aquella casucha a medio derrumbarse, que se encontraba en la parte
más distante de aquel caserío, debía ser -sin duda- alguna la más
pobre de todas.
Sus paredes milagrosamente se sostenían en pie, aunque amenazaban con
derribarse en cualquier momento.
El improvisado techo dejaba filtrar el agua.
Y la basura y los desperdicios que se acumulaban a su alrededor,
daban un aspecto decrépito a la vivienda.
Sin embargo, lo más sorprendente de todo era que en aquella casucha
de 10 metros cuadrados pudiesen vivir ocho personas.
El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para
acomodarse en aquel lugar.
Sus viejas vestiduras y sus cuerpos sucios y malolientes eran prueba
del estado de profunda miseria reinante.
Curiosamente, en medio de este estado de escasez y pobreza total, esta
familia contaba con una posesión poco común en tales circunstancias:
Una vaca.
Una flacuchenta vaca que con la escasa leche que producía, proveía a
aquella familia con el poco alimento de algún valor nutricional.
Pero más importante aún, esta vaca era la única posesión material de
algún valor con que contaba aquella familia. Era lo único que los
separaba de la miseria total.
Y allí, en medio de la basura y el desorden, pasaron la noche el
maestro y su novato discípulo.
Al día siguiente, muy temprano y sin despertar a nadie, los dos
viajeros se dispusieron a continuar su camino.
Salieron de la morada y antes de emprender la marcha, el anciano
maestro le dijo a su discípulo:
“Es hora de que aprendas la lección que has venido a aprender”.
La Gran Lección
Sin que el joven pudiese hacer nada para evitarlo…
El anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y degolló la pobre
vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda, ante los
incrédulos ojos del joven.
Maestro, dijo el joven: “¿Qué has hecho? ¿Qué lección es ésta, que
amerita dejar a esta familia en la ruina total?
¿Cómo has podido matar esta pobre vaca, que representaba lo único que
poseía esta familia?”
Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el anciano se
dispuso a continuar la marcha.
Así, maestro y discípulo partieron sin poder saber qué suerte correría
aquella familia ante la pérdida de su única posesión.
Durante los siguientes días, una y otra vez, el joven era confrontado
por la nefasta idea de que, sin la vaca, aquella familia seguramente
moriría de hambre.
Un Año Más Tarde…
Los dos hombres decidieron regresar nuevamente por aquellos senderos
a ver qué suerte había corrido aquella familia.
Buscaron la humilde posada nuevamente, pero en su lugar encontraron
una casa grande.
Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado
fuerte para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que
abandonar aquel lugar…
Y ahora, una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado
de aquel lugar y había construido una mejor vivienda.
¿Adónde habrían ido a parar aquel hombre y sus hijos?, ¿Qué habría
sucedido con ellos?
Todo esto pasaba por la mente del joven discípulo…
Mientras que, vacilante, se debatía entre tocar a la puerta y
averiguar por la suerte de los antiguos moradores o continuar el
viaje y evitar confirmar sus peores sospechas.
Cuál sería su sorpresa cuando del interior de aquella casa salió el
hombre que un año atrás le diera morada en su vivienda.
“¿Cómo es posible?”, preguntó el joven.
“Hace un año en nuestro breve paso por aquí, fuimos testigos de la
profunda pobreza en que ustedes se encontraban…
¿Qué ocurrió durante este año para que todo esto cambiara?”
La Historia Del Hombre.
El hombre relató cómo, coincidencialmente, el mismo día de su partida,
algún maleante, envidioso de su vaca, había degollado salvajemente al
animal.
(Este hombre ignoraba que había sido el maestro quien mató su vaca).
El hombre continuó relatándole a los dos viajeros cómo su primera
reacción ante la muerte de la vaca había sido de desesperación y
angustia.
Por mucho tiempo, la vaca había sido su única fuente de sustento.
El poseer esta vaca le había ganado el respeto de sus menos
afortunados vecinos, quienes envidiaban no contar con tan preciado
bien.
Sin embargo, continuó el hombre, poco después de aquel trágico día,
decidimos que a menos que hiciéramos algo, nuestra propia supervivencia
estaría en peligro.
Así que decidimos limpiar algo del terreno de la parte de atrás de la
casucha…
Conseguimos algunas semillas y decidimos sembrar vegetales y legumbres
con los que pudiésemos alimentarnos.
Después de algún tiempo comenzamos a vender algunos de los vegetales que sobraban.
Y con este dinero compramos más semilla y comenzamos a vender nuestros
vegetales en el puesto del mercado.
Así pudimos tener dinero suficiente para comprar mejores vestimentas y
arreglar nuestra casa.
De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído una vida nueva.
¿Qué Hubiese Pasado Si No…?
El maestro, quien había permanecido en silencio, prestando atención al
fascinante relato del hombre…
Llamó al joven a un lado y en voz baja le preguntó:
¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde
ahora se encuentra?
Seguramente no, respondió el joven.
¿Si ves? Su vaca, fuera de ser su única posesión, era también la
cadena que los mantenía atados a una vida de mediocridad y miseria.
Al no contar más con la falsa seguridad que les proveía el sentirse
poseedores de algo, así no fuese más que una flacuchenta vaca…
Debieron tomar la decisión de buscar algo más.
En otras palabras, la misma vaca que para sus vecinos era una bendición…
Les había dado la sensación de poseer algo de valor y no estar en
la miseria total, cuando en realidad estaban viviendo en medio de la
miseria.
Así pasa cuando vivimos bajo la seguridad de un trabajo un sueldo, lo
poco que tenemos nos hace sentir frustrados pero sin hacer nada ya que
por lo menos tienen un sueldo o trabajo.
En nuestra vida tenemos vacas que no nos permiten progresar porque fácilmente
nos conformamos. Nos conformamos con lo poco que recibimos, nos conformamos
con las situaciones de miseria, creyendo que estamos bien pero viviendo
en la miseria volviéndonos mediocres justificando las situaciones que
vivimos.
Todo tiene un precio y, el precio de una vida buena es sacrificar la vaca que tiene en su vida y luego trabajar de forma inteligente para salir de su zona de confort tener su libertad financiera y crear su imperio.
A diario tenemos oportunidades para dar un salto y emprender nuestro camino
para salir de la zona de confort en la que habitamos, pero esas oportunidades
pasan muy rápido y solo pocos las aprovechan.
Si hoy das un paso no habrás llegado a tu meta final, pero si te estará acercando a ella.
La vida se trata de las cosas que hacemos, no de las que pensamos hacer.
Pensar nos dará muchas ideas, pero las acciones nos darán resultados.
PIENSA Y ACTÚA
@randhy
Excelente historia, a veces mantenernos en nuestra zona de confort, nos limita a prosperar
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