Hola.
Espero me permitas tomarme unos atrevimientos al momento de escribir esta carta, que no ha sido escrita en un momento cercano a tu despedida, ya tiene tiempo siendo planeada y sólo me faltaba ejecutar dicho acto.
Llevo mucho tiempo sin escribir, así que si digo una burrada, una estupidez o algo sin sentido, me disculpo de antemano, incluso las manos más preparadas se pueden equivocar.
¿Cómo estás? Yo no te mentiré, yo no estoy bien, estoy pensativo, pensando de cómo se compondrá el mañana, pensando si ese día que se acerca tiene alguna razón de existencia que valga la pena, o si en cambio no la tiene ¿para qué existe?
Los malos hábitos son difíciles de perder, quizás tu estés de acuerdo quizás no, pero oye, eso es lo genial del mundo: ver esa riqueza de pensamiento que nos hace dudar y preguntar acerca de si lo que nosotros hacemos está bien o no.
Esto es muy extraño, casi se ha vuelto una costumbre, escribir una carta de despedida a un ser amado que miro a los ojos y al cual no soy capaz de decirle: “No te preocupes, yo estaré bien todo mejorará.”, es una recurrencia permanente estos tres últimos años, aún así -desgraciadamente- puedo jactarme que he agarrado experiencia y que cada carta que escribo se parece menos a la anterior y se van pareciendo un poco más a mí y al destinatario que espero la pueda leer.
Te llamaré justo como lo que eres: ¡Mentiroso! Tú me prometiste que esto no iba a pasar, me prometiste que ibas a ser el mejor y que ibas a seguir con rodilla en tierra buscando cumplir tus metas, mientras yo llenaba mi boca de un narcisismo y un ego desbordante diciendo que todo esto para mí acabaría rápido porque mi futuro no estaba destinado a esta tierra. ¡Wow! Mira que tan lejos hemos llegado, ahora eres tú el que mirará a través de una ventanilla comiéndose sus palabras, ahogando su llanto, mirando a sus padres mientras les susurra al oído: “Esto es lo mejor que pudimos hacer.”, en cambio yo estaré aquí con mi cuerpo ahogándose con las palabras que antes pregonaba a todo aquel que me veía, pero con una convicción diferente e irrompible que crece día tras día: demostrarles que su tiempo conmigo valió la pena, demostrarles que soy el mejor hombre que pueden conocer, demostrarles que sus sueños no mueren porque aún tienen un remitente, el chico que está escribiendo esta carta.
Sabes, desearía que todo regresara al pasado, volver a esos viejos días donde sólo eran discusiones sin sentido para muchos, pero que querían representar el destino que le predicamos al futuro. Regresar a esos no tan lejanos días donde las risas eran el motor de cada mañana, las peleas la cafeína de cada noche y un “¡Hola! ¿Cansado?” nuestra costumbre de todas las mañanas.
A veces creo que nosotros los escritores pecamos de 3 cosas: creernos más de lo que somos; creernos menos de lo que somos; no saber expresarnos si no es con pluma y papel (o en mi caso con teclado y pantalla). Ese ha sido mi pecado con todos ustedes, y de eso me disculpo, jamás los supe apreciar cómo debería, jamás los traté como debí hacerlo, jamás les dije: “Eres genial”, y hoy entre sollozos y sentado en el umbral del llanto pienso cuanto me lamento porque ahora viendo todo desde un panorama mucho más amplio no sabes cuanto extraño tenerlos a mi lado.
Miro al espejo y veo un hombre que carga con muchas cruces ajenas. Al mismo tiempo recuerdo al chico que conocieron y sólo me llega a la mente: “¿Cómo soportaron a ese ser?”, pero ustedes han sido el motor de este precioso y muy fuerte cambio. ¿Habrá algún momento en el que nos volvamos a encontrar todos y simplemente riamos porque seguimos siendo los amigos que se despidieron alguna vez?
Tú sabes que mi amor por ustedes es incondicional. Tú sabes que me arrepiento de haberle dicho todas las cosas a ella, y que ahora ni un hola podamos decirnos sin pensar en lo peor del otro. Tú sabes que el fin aún no ha llegado y que mientras las estrellas sigan brillando yo estaré ahí para todos.
No creo poder redactar más porque prefiero decir estas palabras en persona, pero sólo quería que llevaras una pequeña parte de mí en tu tumultuoso viaje.
Sólo puedo terminar esta carta como he terminado las dos anteriores: Sueña con un mejor futuro, un pronto reencuentro mientras yo le rezo a cualquier dios o ángel para que tú seas feliz.
Sin más que decir se despide un soñador, un escritor, un amigo y antes que nada tu hermano.
Te quiero mucho hermano.
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