“puedo sentir su presencia mientras escribo, puedo sentir como mira por encima de mi hombro, espiando lo que escribo, así que no puedo decir mucho.
Lo único que digo es que estoy cansado, llevo meses sin dormir, ya que no me lo permite, se mete en mis sueños, haciendo horrores que me hacen despertar; trato de estar acompañada, pero me aleja de la compañía.
No me gusta estar en lugares oscuros, porque ahí es cuando aprovecha para marcarme. Tengo miedo en este último mes se ha vuelto más persistente; llevo una semana encerrada en mi casa. No puedo salir, no puedo comunicarme con el exterior, bloqueo toda señal y hace unos minutos se fue la luz; estoy a oscuras con una sola vela a mi lado, que se queda sin cera.
Escucho como sus garras rasguñan las paredes en la habitación en la que estoy, se está acercando, mientras arrastra las cadenas por el piso. Sé que es mi fin, ayer me lo marco en la espalda, mi destino.
La vela ya está llegando a su fin. Mientras él se acerca más, solo les quiero decir que nunca jueguen la ouija.
No te quiero asustar, pero al leer esto ya lo estas llamando y al terminar conmigo, va a ir a tu casa; pero no mires atrás de ti, porque él ya está allí, y si lo miras ahorita tendrá más poder sobre ti”.
Esta nota fue encontrada en una casa abandona a las afueras de San Joaquín al pie de la montaña. Donde se encontró el cuerpo de una mujer de 23 años en la habitación principal, guindada por los brazos y el cuello, desnuda en el centro de la habitación. Con cortes profundos por todo su cuerpo y sin ojos, pero lo que llamo más la atención de los policías, es que en la espalda tenia escrito con cortes “querida hermanita”...