Un saludo amigos #steemians. El día de hoy quiero compartir con ustedes una de las tantas experiencias que me han llenado el alma y que me han hecho sentir una completa plenitud...
Por un tiempo trabajé como recreadora en una empresa excelente, aquí lo más importante que aprendí fue a tratar con niños y creanme es un trabajo un poquito complicado, se debe tener mucho cuidado al hablar con un niño pero a medida que todo va avanzando la dulzura de un pequeño te quita el miedo y simplemente te dan ganas de conocer más y más a esa criaturita. En esos instantes me iba dando cuenta que un niño es capaz de contagiarte su alegría con tal sólo una sonrisas y al final puedes sentirte mejor de lo que ya estabas.
En esta ocasión quiero compartirles una anécdota que me llenó completamente y fue sin duda alguna una de las mejores cosas que me sucedió en el 2017...
En diciembre de dicho año tuve que realizar trabajo comunitario (cosa que es obligatoria), con niños de 2do grado. Recuerdo que ese día era su compartir de navidad, todos estaban alegres, cantando y se veían de lo más lindos con sus gorritos de navidad, ya de por sí esa alegría se nos contagiaba a mis compañeras y a mi cada vez más y más...
A medida que pasaba la mañana, cada vez nos sentíamos más contentas por haber tenido la oportunidad de compartir con estos niños que sin duda alguna se ganaron un espacio en nuestros corazones...
Hasta que... Llegó un punto donde todos los niños iban a recibir un pequeño regalo de parte de sus padres, dichos regalos eran sorpresa, los niños se emocionaron mucho al ver tantos regalos encima del escritorio, hasta que llegó el momento de entregar los regalos. Todos felices hasta que mis amigas y yo nos dimos cuenta que había una niña aislada y llorando, yo por mi parte es entendible la situación por la que muchas familias están pasando debido al factor país a llegado al punto en donde no todos los padres tienen para hacerle regalos a sus hijos, pero ellos, efectivamente, no tienen la culpa...
No tuvimos que preguntar para darnos cuenta porque esa niña estaba llorando, mis amigas y yo comenzamos a sentir un vacío y tristeza, teníamos que hacer algo. Una de ellas tuvo la idea de hacerle una tarjeta de navidad, mientras que mi otra amiga y yo nos habíamos percatado de que una de los niños recibió dinero en efectivo por parte de sus padres y vimos que no era mala idea. Cada una de nosotras sacó el dinero que traía, lo metimos en la tarjeta y fuimos a buscar a la niña.
Le preguntamos "A ti te gusta el dinero?" y la niña con una pequeña sonrisa pero algo confundida nos dijo "Si", entre las tres sacamos la tarjeta, cuando la niña la abrió... No hay palabras para explicar la manera en la que el rostro de ella se iluminó, esa cosa tan pequeñita a mi y a mis amigas nos hizo el día, nos sentíamos felices, sentíamos que hicimos todo bien y que estábamos cumpliendo con el verdadero trabajo comunitario... Lo hubiesemos hecho por ella y por cualquier otro angelito que se encontraba en ese salón de clases.
Ya tengo meses sin ver a esa niña o a cualquier otro niño que se encariñó conmigo, pero espero que Dios los acompañe siempre y que nunca pierdan esa hermosa esencia que los caracteriza.