Un saludo cordial a todos los miembros de la prestigiosa comunidad HIVE, en especial, a los creadores de contenidos inherentes a las ciencias de la naturaleza.
Los tiempos geológicos son incomensurables si los comparamos con el tiempo que dura una generación de la vida humana, a tal punto que si no tuvieras conciencia de nuestra presencia sobre el planeta Tierra estaríamos igual que la mayoría de los animales y plantas, seres irracionales que no tienen sentido de la vida más allá de sus necesidades básicas instintivas que, buscan satisfacer los más elementales requerimientos para asegurar el desarrollo del individuo y la perpetuación de las especies.
En esta imagen me acompañan un grupo de estudiantes de medicina de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, de Barquisimeto, Edo Lara, que promedián unos 22 años de edad, y fungen de apoyo sanitario a mi etapa de convalenciencia producto de una patología post covid-19. Mi edad 67 años. A pesar de que contamos con un sofisticado sistema nervioso central que nos brinda conciencia, ni ellos ni yo, podemos visualizar cambios geológicos importantes por lo breve de nuestra vida.
La cabra lupe, de mi amigo Rafael, quienes viven en el caserío Palmira, cerca de Sanare, Edo. Lara. Este es un animal rumiante, que representa la subespecie Capra aegagrus hircus, que puede llegar a vivir hasta los 18 años. El pobre desarrollo de su sistema nervioso central y su limitado tiempo de vida, les impiden notar cambios geológicos transcendentales en el paisaje natural.
Una planta hemiparásita conocida como guate pajarito (Phthirusa sp), ha invadido un árbol de pino (Cupressus glabra), destacando que estas plantas invasoras tienen una vida efímera, además de carecer de un sistema nervioso central que les permita tener conciencia de los cambios geeológicos.
Antes de que apareciera el hombre sobre la faz de la Tierra, existían multiples factores que modificaban el paisaje natural, moldeando de manera significativa todo a su paso, destacando los movimientos telúricos, el vulcanismo, las tormentas eléctricas, las precipitaciones, la temperatura, la radiación solar y muchas otras, que terminaron modelando la orografía del planeta Tierra hasta alcanzar cierta estabilidad que les permitió a los seres vivos establecerse y prosperar dando continuidad a la vida hasta nuestros días, dejando a su paso numerosas transformaciones y la extinción de muchas especies, casi todas por causas naturales.
Dentro del bioma de bosque xerófito, semi caducfolio, ubicado al norte del Edo. Lara, es común encontrar áreas de terreno que han sufrido el efecto de arrastre y erosión de la capa vegetal, llegando, incluso, a formarse cárcavas por efecto de las fuertes corrientes de agua producto de las lluvias. En ocasiones, estas transformaciones del paisaje ocurren de forma natural, espontáneas, pero muchas veces son el resultado de la deforestación con fines agrícolas o para realizar vías de penetración rural, lo que pone en evidencia los efectos adversos de la actividad humana en los ecosistemas.
Un venado caramerudo (Odocoileus virginianus gymnotis), de unos 40 días de nacido, ha sido atrapado por un campesino que habita en la montaña Mucuragua, al norte del Edo. Lara. Este animal está protegido por el estado venezolano, para evitar su caza excesiva, ya que la pérdida de hábitat por la tala y quema indiscriminadas lo han llevado a una situación de riesgo catalogada como preocupación menor (año 2013), que con toda seguridad ha variado en la actualidad, por el rápido avance de la agricultura y la falta de estudios conservacionista que propendan a su protección como especie. A esto se une la pobreza, que conlleva a la carencia de fuentes de proteinas para la población rural, que apela a animales de presa como el venado, lapa o báquiros, con fines de sustento familiar.
Un campesino del norte del Edo. Lara muestra una lapa (Cuniculus paca), que ha cazado con fines de sustento familiar, en una laguna ubicada en la montaña Mucuragua. Si esta actividad campesina no es controlada por el estado venezolano pudiera ocurrir un desequilibrio entre el número de individuos que conforman las poblaciones silvestres de este roedor y las especies cazadas que no alcanzan la edad reproductiva.
Los estudios geológicos revelan que el hombre como especie está ocupando el planeta Tierra desde hace unos 200 mil años (período cuaternario, era cenozoica, eón fanerozoico), iniciando su evolución en el continente africano, continuando su desarrollo como Homo sapiens durante los últimos 10 mil años, existiendo evidencia reciente de que en Venezuela, ya había grupos humanos capaces de dejar mensajes en emplazamientos de arte rupestre que tienen entre 4.000 y 7.000 años, ubicados en cuevas descubiertas en el Parque Nacional Canaima, Edo. Bolívar, al sureste de nuestro país.
La datación por Carbono-14 es una evidencia aceptada por los investigadores, a pesar de que los restos fósiles nunca aparecen completos o son objeto de manipulación, pero lo que si está claro es que la única forma de contemplar el cambio que traen consigo las eras geológicas es observarlos después que han transcurrido largos períodos de tiempo, imposibles de evidenciar por los seres humanos en una o varias generaciones.
Video subido desde mi cuenta de YouTube, que pueden seguir como Ali Riera.
Antes de convertirse en seres pensantes (Homo saíens sapiens), los antepasados del hombre vivían de la misma forma que el resto de la fauna existente en la naturaleza, de la que tomaban lo que necesitaban para su subsistencia sin causar mayores perjuicios, pero ocurrieron dos eventos que los alejaron de sus hábitos de seres nómadas, cazadores, pescadores y recolectores:
En primer lugar estuvo el dominio del fuego, que sirvió para alejar a las fieras y hacer más asimimilables las proteinas de la carne animal de las presas cazadas, lo que llevó a cambios graduales en el cráneo y cerebro de los homínidos, aumentando su capacidad craneana y su masa y volumen cerebral. A medida que aumentaba el número de conexiones neuronales mejoró la capacidad de razonamiento, y con ello, el hombre fue dejando atrás al Homo hábilis y se fue acercando al hombre actual.
El fuego hizo más agradable la vida del hombre que, además, asimiló mejor los alimentos, pasando de un sistema digestivo casi exclusivamente comedor de carne cruda a consumir alimentos predigeridos por la cocción.
Este proceso biológico de la digestión trajo cambios importantes en todas las partes del cuerpo humano, especialmente dentro de los tejidos nerviosos que, aumentaron las conexiones neuronales permitiendo razonar a los hombres, llevándolos al inicio de muchas actividades novedosas, entre ellas, las domesticaciones, tanto de animales como de especies vegetales.
El Hombre fue capaz de visualizar el segundo gran evento que lo convirtió en un ser gregario y sedentario: El homo sapiens se convirtió en agricultor, y con estas nuevas actividades comenzaron las enormes transformaciones del paisaje natural, a través de la tala y la quema, el uso de abonos orgánicos con sus parásitos intrinsecos, el desvío de cauces de ríos, contaminación de las aguas por defoliantes, la destrucción del perfil del suelo, la presencia de plagas específicas por la exacerbación de los monocultivos, entre muchos otros eventos que no han parado hasta el día de hoy, y por el contrario, han aumentado en grado superlativo, con las nefastas consecuencias que todos conocemos, pero pocos están dispuestoa a enfrentar.
Un conejo casero, uno de los animales domesticados recientemente por el hombre, hace unos 1400 años, a partir del conejo salvaje (Oryctolagus cuniculus, Orden Lagomorpha), que dio origen al conejo europeo o conejo ibérico (subespecie O. c. cuniculus), y de allí, surgió el conejo doméstico de todo el mundo. Noten que 1400 años se considera una datación reciente. Los conejos se distribuyeron por todo el mundo y su alta tasa reproductiva y su voracidad les permitieron transformar los ecosistemas, actuando como especies exóticas, existiendo lugares del mundo donde se han convertido en plagas portadoras de enfermedades y destructoras de la flora.
La preparación de la tierra con fines agrícolas de esta parcela ubicada en el caserío Palmira, cerca de Sanare, implica romper el perfil del suelo para desinfectarlo y mejorar la granulometria, además de airear y abonar el terreno.
Son muchos los árboles y arbustos que se destruyen por este afán de producir alimentos de origen vegetal, los cuales son sustituidos por cultivos de alta productividad agrícola, muy distintos a la vegetación originaria.
Los árboles y arbustos de la parcela, ubicada en el caserío Palmira, cerca de Sanare, Edo. Lara, ahora han sido sustituido por papas o caraotas, cuya cosecha está orientada a suplir los requerimientos nutricionales de muchos venezolanos.
Ahora, el gran objetivo es alimentar a los 8201137014 (ochomil
doscientos uno millones, ciento treinta y siete mil catorce), habitantes del planeta Tierra, proveerles agua y salud. ¿Y a quién estamos sacrificando? A los ecosistemas naturales.
Muchas zonas agrícolas han perdido su fertilidad o han sido invadidas por plagas agrícolas, obligando a los agricultores a trabajar en espacios cerrados como este invernadero, donde, con un poco de precaución, no entran artrópodos dañinos, ni polinizadores.
Después de haber talado infinidad de árboles, el hombre ha decidido reforestar algunos espacios naturales sobre los cuales ha generado un terrible impacto ecológico. Muchas veces esos esfuerzos son insuficientes, pero es mejor eso que no hacer nada para corregir el impacto sobre el paisaje natural.
La destrucción es más que evidente, pero aún estamos a tiempo de recuperar nuestro paisaje natural.
Cultivos como la piña (Ananas sativa), en zonas altas del norte del Edo. Lara, han contribuido a la deforestación y quema indiscriminadas de grandes extensiones de terrenos pertenecientes a la montaña Mucuragua, que forman parte del sistema montañoso coriano Lara-Falcón. Por supuesto, la tala y quema sin control no es responsabilidad de la piña en sí, sino de los cultivadores y de las autoridades ambientales, que se corrompen y por coimas irrisorias, violan las normativas referidas a la reforestación posterior de las zonas usadas para producir este rubro.
Los anfibios, como esta rana platanera (Boana crepitans), constituyen excelentes indicadores del estado de los ecosistemas, y pueden guiarnos a la conservación de nuestros paisajes naturales.
Bibliografía sugerida:
Espacio natural, paisaje natural o ambiente natural.
FUENTE
La aparición del hombre en la prehistoria: Orígenes evolución y descubrimientos.
FUENTE
¿Cuál es el origen de la humanidad según la ciencia?
FUENTE
Era Cenozoica.
FUENTE
Evolución humana.
FUENTE
Población humana.
FUENTE
Gracias por visitar mi blog
Ali Riera
Todas las imágenes fueron tomadas con un equipo celular Xiaomi Redmi9C y son propiedad de @aliriera.
Thanks for your contribution to the STEMsocial community. Feel free to join us on discord to get to know the rest of us!
Please consider delegating to the @stemsocial account (85% of the curation rewards are returned).
You may also include @stemsocial as a beneficiary of the rewards of this post to get a stronger support.
Buenos días. Muchas gracias a todos los miembros del equipo de curación de STEMsocial proyect por apoyar mi publicación. aliriera