Cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas – La sombra del hacha

in #steempress6 years ago (edited)

Me complace participar en este concurso creado por @marlyncabrera sobre leyendas y espantos latinoamericanos. Como crecí en una zona rural, las historias de fantasmas eran comunes y de verdad aterradoras, incluso algunos de nosotros vivimos experiencias terroríficas. Pero, decidí hacer un relato con la sombra del hacha, un espectro del que nos hablaban nuestros padres, que bajaba de un matapalo a escasos 10 metros de la casa. A veces, cuando voy de visita, todavía no miro las sombras que da el matapalo en una noche de luna llena. También quise ambientarlo en el lugar de donde salió la leyenda (la llamada planicie de Maracaibo) y mantener la oralidad de esa zona venezolana.
¡Espero que lo disfruten!


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La sombra del hacha

Miguelito ganó esa noche. No sólo se escondió bien sino que no apareció hasta que casi nos íbamos a dormir. Por poco se queda sin cenar.

Comió callado. No quiso revelar el lugar donde se escondió, tal vez para usarlo en otra oportunidad.

Todos los primos varones dormíamos en el pasillo, cerca de un ventanal que nos dejaba ver las sombras de los árboles cuando había luna llena, como esa noche. Las hamacas, que mi papá descolgaba temprano para que no nos quedáramos jugando, estaban una al lado de la otra. Siempre había fresco y zancudos.

—Samuel —susurró mi primo Miguel— ¿Estáis despierto?

—Sí —le respondí.

Saltó de su hamaca y me habló al oído.

—Vi la sombra del hacha.

La revelación me erizó la piel. Mi abuelo siempre nos contaba la historia del hombre que, en una ataque de rabia porque no podía cortar el matapalo, mató a sus tres hijos con el hacha y subió con los cadáveres hechos añicos al frondoso árbol, nido de murciélagos. Y cada agosto bajaba a buscar de nuevo a sus tres hijos que se le escapan. Se deja ver de su víctima un día antes de llevársela.

—Dormite primo —le respondí desinteresado, haciéndome el loco.

—Es en serio, Samu… de verdad lo vi. Ya sabéis lo que me pasará.

—Son inventos de mi abuelo que ahora repite mi mamá para que no estemos de noche en el patio.

—¿Y si es verdad?

—No seáis gafo, Migue —lo tranquilice—. Eso es mentira.

Al día siguiente Miguelito se levantó de último, obligado por mi papá que descolgaba las hamacas. Se perdió el ordeño de las vacas, en el que ayudamos a soltar los becerros. Dijo que se sentía mal y tampoco fue al monte a recoger leña para la fogata que no hicimos. Apenas tomó sopa pero sí vio televisión, mientras esperábamos el permiso para ir a jugar al patio, un par de horas antes que el sol se ocultara detrás de la sierra de Perijá.

—Ya pueden ir —gritó mi mamá después de nuestra insistencia.

Salimos en tropel, menos Miguelito.

Primero fue un partido de fútbol, dos contra dos. Cuando ya oscurecía jugamos al escondite. Llamamos a Miguelito pero no quiso salir de la casa.


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Cuando me recliné sobre el matapalo recordé la preocupación de mi primo. Me pareció una eternidad contar hasta 40. Al abrir los ojos el ambiente era diferente: pesado, maloliente y frío. Arriba, entre las ramas, algo se movía. Me alejé con pasos hacia atrás. No había nadie, mis gritos no se escuchaban. Me oculté detrás de unas trinitarias y vi la sombra con hacha.

Bajó envuelta entre murciélagos y se definía perfectamente entre la oscuridad. Era más negra que la noche.

Tenía forma de hombre alto y fuerte, un gran sombrero, y un hacha descomunal, tal y como mi mamá la describía. Se deslizó sobre la tierra, hasta entrar a la casa por la ventana abierta, con las cortinas sinuosas por el viento. Pronto estaba de vuelta. Las cortinas ahora se movían hacia afuera como si el viento viniera de adentro. Al principio no distinguí pero al subir por el matapalo pude reconocer un pie de Miguelito, con los zapatos deportivos de DragonBall que me gustaban.

Me trajeron de vuelta los gritos de toda la familia llamando a Miguelito. Al rato hallaron su cadáver flotando boca abajo en la laguna, pero su alma estaba atrapada en el matapalo, custodiada por murciélagos, donde estaría la mía al día siguiente.

Aproveché la conmoción generalizada para ir al depósito de herramientas. Conseguí un machete tan grande y pesado que casi no lo podía sostener. Me escabullí por el patio y llegué al matapalo. Arriba los murciélagos revoloteaban, tragué grueso e inicié el ascenso.

Al dar tres zancadas cambió el clima, se volvió más frío y había un fétido olor. Las ramas comenzaron a parecer más caminos que otra cosa y pude comenzar a caminar sobre ellas.

Deduje que si el tronco del matapalo es difícil de cortar, había que empezar por lo más débil: las ramas. Apliqué mucha fuerza con el machete en la tierra y se agrietó. Rápidamente una pieza cayó, dejando ver el otro mundo desde allí.

La sombra apareció a lo lejos. Desde allá blandió el hacha tan rápido que no pude defenderme con el machete. Sentí un hilo caliente que rozó mi cuello y la sensación de caída.

Esta noche la sombra con hacha vendrá por mi, y tendrá dos almas. Solo faltará una.


Participa en este concurso. Conoce aquí las bases.


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No hijo, a correr se ha dicho.

Corré mijo que vienen espantando!

Diablos! Lo que esconden los montes. Creci en un sitio rodeado de haciendas de cacao. Bosques interminables con árboles que contaban cada historia. Me trasladaste a esos lugares de antaño, con su respectivo calor, humedad, plagas y miedo.
Muchas suerte.

Correcto amigo@hlezama. En el monte hay de todo para la reatividad. Muchas gracias por leer

Que bueno @alevil, mantienes el suspenso a lo largo de la historia. Vamos conociendo leyendas. Me gusta este concurso.

Es muy bueno este concurso. Las leyendas son parte de nuestra idiosincracia y no podemos perderlas. Gracias @evagavilan

Pesadillas seguras con este relato, @alevil. Está excelente. ¡Gracias por participar!

Grscias, @marlyncabrera. agradezco tu comentario. Y es verdad que aun miro con cierto recelo al matapalo cuando estoy de visita por allá

Magnífico tu relato para el concurso, @alevil. Cumple a perfección su cometido: asustar, y con una referencia mítica o legendaria (es tu caso) del imaginario popular. Manejas muy bien la tensión (o "suspense"), y dejas un final contundente, aunque abierto. Digno de estar entre los premiados. ¡Suerte en concurso!

Muchas gracias, @josemalavem. Es uno de los tantos cuentos de espantos y leyendas que escuché de niño, y que aún recuerdo por la forma como nos afectaban siendo chamos (Tranquilo por el voto, un comentario generalmente tiene un mejor efecto)

Felicitaciones @alevil, bien merecido tienes el premio del concurso cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas. La historia es buena, pero sobre todo admiro tu manera de describir, parecido al galopar de un caballo de raza fina.

Era niño la última vez que galope un caballo, de hecho no se me daba bien, pero entiendo claramente la metafora, y me gusta mucho, Gracias por leer y pasar por aquí a comentar, @jorlando