Hace algún tiempo escuche la siguiente historia...
En un país cualquiera, lo mas alejado de la civilización vivía un hombre con su familia en una llanura al pie de un risco muy alto.
Cierto día salió a caminar y divisó a lo lejos un nido de aguila en el suelo, al acercarse se dio cuenta que aun había un polluelo en el mismo. Miro al cielo y no vio ningún ave volando, tal vez el nido estaba flojo o algún depredador intentó robarlo. Recogió el animal y lo llevó a su casa.
El alboroto fue sorprendente, sus hijos nunca habían visto un águila tan cerca, se preguntaron como cuidaran de él, y después de un rato decidieron meterlo en el gallinero, tal vez alguna gallina lo adoptaría. Así fue, una gallina con sus pollos recién salidos del cascaron decidió adoptarlo, le enseño a escarbar para comer lo que encontraban el el suelo, y así poco a poco el águila fue creciendo en el gallinero.
Pasaron los meses y el águila seguía creciendo, aleteando como gallina. El hombre de la casa observó que el águila creía que era una gallina y decidió sacarlo de allí, no podía permitir que se quedara atrapado en el gallinero. Debía enseñarle a volar y descubrir que el no era un ave cualquiera. Se montó en el techo de la casa con el águila en las manos y la lanzó con la esperanza que empezara a volar, pero ella solo aleteó como gallina y aterrizó en el suelo como una. Asi lo hizo varias veces. Al final el hombre decidió que seria conveniente subir a la montaña y lanzarla por el risco, era muy alto y pasarían una de dos cosas: o volaba o se estrellaba contra el suelo y moría. Era un riesgo que debia correr.
Subió a lo alto del risco después de muchas horas de camino, y le acarició la cabeza una ultima vez y la arrojo al aire deseando en su corazón que el águila en su interior encontrara el instinto de volar. Vió como ésta empezaba a aletear desesperadamente, hasta de que pronto extendió sus alas, el viento bajos sus alas la elevó poco a poco, el hombre que por un momento se asustó ante la inminente muerte del ave, al ver que se comenzaba a elevar cada vez un poco mas comenzó a aplaudir y luego de un rato comenzó a descender a su hogar dejando el ave libre para volar mas allá de las nubes.
Muchas veces las dificultades nos agobian, nos sentimos atrapados con unas enormes alas que nos estorban un poco. Aleteamos cuando caemos, olvidando que somos mas grandes y magníficos, olvidamos que en nuestro corazón somos como el águila, que podemos remontarnos por encima de las dificultades, por encima de las circunstancias. Todo en la vida es parte del proceso de crecimiento de nuestro ser.
Hoy que quieres ser ¿águila o gallina?
Me hace pensar un poco en la libertad (y en su otra cara, la responsabilidad). A veces nos acostumbramos a vivir como gallinas, pero eventualmente, cuando se nos da la oportunidad de ser libres, si nos damos la oportunidad de intentarlo, nos daremos cuenta de que esa es nuestra verdadera naturaleza.