La alarma del reloj sonaba, mientras ella despertaba de un corto sueño, pues el insomnio no le había permitido conciliar el sueño, pensando en lo difícil que han sido los días, el trabajo agotador, los quehaceres del hogar, y entre tantas cosas ser fuerte ante las vicisitudes que se continúan presentando.
No es tan fácil ser mujer, te levantas y parece que las horas pasan volando, el desayuno de tu familia, lavar los trastes, dirigirte a tu trabajo y dar lo mejor de ti con una buena actitud y a pesar de todo con una sonrisa, porque eso nos define la amabilidad y humildad. Sales y están contadas las horas para el almuerzo, si tienes hijos en la escuela primero ir a buscarlos, y a pesar de todo con el cansancio les preguntas como ha sido su día, entre los relatos de tus hijos se te pasa el cansancio porque te inyectan energía y fortaleza para continuar, llegas a tu casa, atiendes a tu familia, si tienes que volver a salir hacer las compras, pagar lo servicios lo haces, mientras tus hijos quedan jugando y haciendo las labores escolares que les dejaron, te distraes con una amiga y te tomas unos minutos para charlar, te escucha, la escuchas y así comentan anécdotas que terminan haciéndonos reír a carcajadas, te despides y continuas tu rutina.
Al llegar a casa ordenas, aseas, ¡oh! nuevamente a la cocina a preparar la cena para tu familia, revisas que todo este listo para el siguiente día. Llegada la noche y revisas que tus hijos estén dormidos, los observas y piensas que vale la pena la lucha, te recuestas en tu cama tratando de dormir y una pequeña vocecita te dice: "mami puedo dormir contigo", lo acuestas a tu lado, lo besas y hasta le cantas, piensas que vale la pena la lucha porque a tu lado tienes motores que te impulsan a seguir y porque todo lo que haces con amor reconforta, por fin te quedas dormida y sueñas que mañana sera un día mejor.
Dedicado a todas las madres que nos esmeramos por nuestros hijos.
Zami