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RE: El Debate Cervantil

in #spanish7 years ago (edited)

Amigos, del debate, este es mi aporte a este tema sumamente importante.

El amor debe ser firme


Su carita, como sacada de un cuento de hadas, me lleva al infinito y me atrae en demasía. Pero qué les digo, mis amigos, dejaré que me embelese y pasaré por alto sus pataletas. De ningún modo. Ella es Hanna, la segunda de mis tres niñas. Tan talentosa y linda, como desafiante y respondona. No puedo criticarla. En todos sus procederes me veo a mí misma :-)

Lo que sí he aprendido, o estoy en un arduo proceso de hacerlo, es que el amor debe ser firme en todas sus facetas. Firmeza al amar implica ser intencionado cuando se abraza y besa, y también serlo cuando se corrige y disciplina. He pensado en aplicar en casa con mis tres chiquitas una especie de "disciplina preventiva".

Disciplina preventiva

Según he visto, en mi corta experiencia como mami de tres princesas, el camino fácil siempre es amonestar y castigar. No que no deba hacerse, pero mi apreciación es que cuando no se sientan las bases para la comprensión en el hogar, precedidas, por su puesto, por una clara orientación y establecimiento de normas, discusión sana de las reglas hogareñas, entre otras medidas preventivas, no debería nunca admitirse el castigo. Soy radical en esto.

Por ejemplo, si para el presente debate, no se nos hubiese mostrado el post redactado por @cervantes para el conocimiento pleno de la forma de participar, muy seguramente los aquí presentes estaríamos lanzando flechas de un lado a otro, acertando a nada, por desconocimiento de las reglas. Lo mismo, que en el hogar. Si los padres, o personas de influencia omiten el importantísimo paso de educar acerca de cómo se conducirán en casa, u otros lugares de acción, no deberían jamás insistir en el castigo sobre los niños. Comunicarse es la clave.

Pero, ¿Cómo nos comunicaremos?

La base para una buena comunicación está arraigada en el respeto mutuo. Aquí seré muy explícita al afirmar que los adultos debemos internalizar que nuestros niños también son enteramente dignos de respeto. Desde los "0 años" nuestros hijos necesitan que sus adultos influyentes puedan enseñarles el arte de la comunicación. Ellos, pequeños o grandes, poseen cualidades muy especiales relacionadas con la etapa de vida que están viviendo. ¿Qué hacer para saber cómo proceder?

Está claro, que no va a ser lo mismo comunicarse con un bebé de 1 año de edad que con una niña de 7 años, y ¿qué hablar de los adolescentes?. Es allí, donde un adulto responsable se hará del conocimiento de autoridad acerca de todo lo relacionado con la evolución integral de la persona con la que está tratando. Por lo general, hacernos entender por nuestros hijos resultará una tarea fascinante si se hace con amor firme. Compartiré con ustedes algunos ejemplos de situaciones que ahora mismo afronto como madre.

En casa existen reglas generales que todos debemos conocer, respetar y cumplir. Estas están claramente publicadas en un sitio visible a todos los que vivimos en casa. Ojo: los visitantes deben ceñirse a estas. Y específicamente, cada miembro de la casa, a parte de las normas generales, tendrá tareas particulares. Por ejemplo:


1. Prisci, tiene apenas 1 añito de edad. Ella está aprendiendo a usar su vasito de cama. Ella sabe en dónde buscarlo y en qué lugar debe colocarlo. (El aprendizaje está en proceso)

2. Hanna, la chica de 4 años, sabe que sus útiles escolares van en una gaveta específica de su mesa. (Ella ha asimilado la lección)

3. Naty, mi hija grande de 7 años, coloca los manteles individuales y los retira a la hora de comer. (Totalmente aprendido).

Partiendo de estas premisas, yo sabré como proceder a la hora de corregir una acción indebida. Pero ¿qué implicó llegar a este escenario tan positivo? "Enseñar con amor y firmeza la norma que debía ser respetada". No es tan complicado visto así, ¿cierto?.


Hablemos con nuestros hijos con plena certeza de que es posible una mejor relación. El desafío es muy interesante a la vez que satisfactorio. Nada se compara con verles crecer ceñidos a un sistema de normas en el cual ellos participaron consensuadamente. No criemos autómatas. Hagámosles saber lo importante que es su opinión en los asuntos del hogar y las demás empresas de nuestra vida. Eso los convertirá en personas más seguras y aptas para ser, hacer y convivir en el entorno que les depara la vida.

Bien lo reza el sabio proverbio:

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