Un sepelio atípico fue el de Alejandrina Rodríguez, una matrona de 89 años, quien falleció de asma en la víspera del Día de la Amistad y de Los Enamorados en el sector barcelonés Brisas del Mar.
La alegría marcó la vida y la muerte de la octogeanaria, quien no permitió que las dificultades cotidianas le impidieran disfrutar de la existencia terrenal.
Mamá Alejandrina era muy parrandera » expresó una treintañera que cargó en hombros el ataúd de la anciana por la congestionada avenida Pedro María Freites.
Ella y otras mujeres, al igual que un grupo de hombres, se turnaron para transportar la urna, al tiempo que movían sus cuerpos al son de la canción : la morrocoya también decía, yo también bailo sabroso con la cabeza metía.
La pegajosa melodía, una de las preferidas de la anciana, salía reiteradamente de un equipo de sonido que unos vecinos llevaban en la maleta de un viejo Malibú marrón, precedido por un vehículo funerario que tenía en el techo coronas de flores multicolores.
Durante las exequias de Alejandrina, mujeres y hombres destapaban a ratos latas de cerveza y esparcían el contenido sobre el ataúd, en un rito que se asemejaba a un bautizo post mortem.
En la entrada del Cementerio Municipal, los deudores atípicos repitieron el rito para dejar la matrona al filo del mediodía del 14 de febrero en su última morada.
Los parientes y amigos no escribieron « que la tierra te sea ligera » en el epitafio de la tumba de Alejandrina, pero desafiaron a la muerte con alegría.
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Muy agradecida por tu comentario DtubiX.