La envidia es el miedo a no ser aceptado por nuestro entorno, es “inseguridad total en nosotros mismos”. Es fruto de dar demasiada importancia a lo que tienen y hacen los demás, e intentar superarles para recibir la aprobación y admiración. O igualmente, puede llevarte a criticar y echar abajo lo que los demás tienen, para que lo que tú tienes, al ser comparado, crezca en valor. La envidia de ningún modo es buena, y hay que tratar de controlar tal resentimiento porque sólo traerá soledad a nuestras vidas.
Nunca debemos compararnos con los demás, entendamos que somos únicos e irrepetibles, todos somos hijos de Dios y tenemos que estar conformes con lo que hemos logrado, con los talentos que Dios nos ha dado. Con independencia de que brillemos o no, debemos estar felices disfrutando de este festín llamado VIDA.Y sí, algunas veces nuestro estado de ánimo no es bueno y no podemos ver las maravillas que nos rodean, no tenemos capacidad para contar nuestras bendiciones, que realmente son muchas… Pero podemos pedirle a Dios que nos ayude a sanar nuestra alma, para que sepamos estar felices con lo poco y lo mucho que tenemos. Y sobre todo, para que aprendamos a saber agradecer también lo que tienen los demás, entonces sí conoceremos lo que es vivir en paz, y con plenitud total.
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