La joven de la sangre de oro (XIX)

in #spanish7 years ago (edited)

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Aellia era su vida, su amor, su condenación, su luz, su eternidad. 

Su todo.  

Hermosa y tímida, casi una niña ingenua e inocente ante los ojos de cualquiera que la haya conocido. Una mujer fuerte de espíritu y de voluntad ante los ojos de aquél a quien le llamaban El Deshuesado. De largos bucles rubios, ojos azules, de atavíos humildes... Esclava suya, si mal no recordaba.

Draugr sonrió con tristeza mientras miraba con fijeza aquél pequeño borrego tallado de madera que sostenía en su mano. 

Aellia era la hija de un campesino que vivía en las cercanías de la antigua Northumbria; él y su ejército habían arrasado con el poblado, tomando a hombres, mujeres e incluso niños para ser vendidos como esclavos. Ella estaba entre los infelices, con su inocente mirada llena de un miedo comprensible ante el destino que le aguardaba una vez que la tuvo en su poder. 

Paciente fue, aunque la paciencia no era lo suyo. Trató de convencerla de ser su mujer sin éxito; ella, aún con el miedo que le tenía, se defendía... Hasta que un día la tomó por la fuerza. Hasta que un día ella no volvió más a su lecho.

Se quedó ahí, en el río congelado. Estaba embarazada de su primer y único hijo.

Aquello lo llevó a la locura extrema. Aquello le orilló a trabar un pacto con Ondskap, quien se la devolvería a cambio de sendas águilas de sangre, el máximo sacrificio humano hasta ahora llevado a cabo por su antiguo pueblo, los daneses. Una promesa cuyo último precio era su misma alma. Un precio que había valido la pena ahora que la volvió a encontrar reencarnada... 

Aunque fuera en cuerpo.

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Hvitserk buscaba con la mirada al cuarteto. Aesir y los otros estaban detrás de él, siguiéndolo en silencio; el arcángel les había pedido que le permitieran concentrarse en seguir el rastro de Ivar, quien había sido malherido en el enfrentamiento... O eso era lo que quería hacerles creer.

No podía olvidar las palabras de Draugr, la sonrisa triunfante con la que las había expresado antes de huir. Ella será mía. "No puedo permitir que ese maldito ponga un dedo sobre ella", juró mientras que, gruñendo con frustración, se volvió hacia Aesir y le dijo:

-¡Maldita sea! ¡Jodido dragón!

-Tío, cálmate - replicó Aesir un tanto desconcertado.

-¿Calmarme? Aesir, en estos momentos NO PODEMOS CALMARNOS, no con ese maldito Draugr siguiendo los talones de esos estúpidos dragones.

"Si solo supieras...", quiso añadir a lo último, mas guardó silencio. 

A pesar de ser el hijo de su hermana pequeña fallecida, Hvitserk no podía confiar en Aesir. No después de informarse muy bien sobre las actividades ocultas de este último, impulsadas y apoyadas por Ondskap, la esposa de su cuñado. Si confiase en él, estaba seguro que el recién ascendido arcángel se lo iría a susurrar a los oídos de la cronoata, quien sin duda alguna intentaría asesinarlo, si no es que lo había hecho.

Ivar, en el poco tiempo que habían tenido para interactuar, le había confirmado su mayor sospecha que tenía desde que sostuvo en sus brazos a aquella chica cuando recién nacida.

Y un terrible temor acechó en su corazón.

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Disponible en Wattpad 

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Muy buena la leeré desde el primer capítulo

¡Espero que te guste! :)

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