Esta mañana me he encontrado con este viejo post de opinión que escribí para 35milimetros.es sobre los efectos especiales de Star Wars, y he pensado que estaría bien compartirlo con la comunidad Steemit:
Las similitudes, diferencias, ventajas e inconvenientes que salen a relucir en una comparativa entre la postproducción audiovisual analógica y la digital ya constituyen por sí mismas un buen material de debate, pero todavía lo son más cuando hablamos de una saga tan trascendental en la historia de los efectos especiales como lo ha sido ‘Star Wars’.
‘Star Wars IV: Una nueva esperanza’ se estrenaba en 1977 revolucionando un panorama cinematográfico en el que los efectos especiales aún se encontraban en su fase más infantil. George Lucas había imaginado todo un nuevo universo y lo quiso traer a la vida, valiéndose de la creación de Industrial Light & Magic y de toda una serie de avances en el uso de efectos prácticos como los animatronics – que traerían a nuestras pantallas a personajes como Yoda o Jabba el Hut. Además, con John Dykstra a cargo de la supervisión de efectos especiales en la película, ‘Una nueva esperanza’ tuvo la suerte de contar con una innovación como lo fuera el Dykstraflex en la época, que le valió buena parte de su éxito gracias a la mecanización del movimiento de la cámara al trabajar con miniaturas.
Jim Henson, creador de Yoda, junto a su maqueta.
Con esta fórmula añadida a un extraordinario trabajo de matte painting y un meticuloso detalle en la creación de maquetas como la del Halcón Milenario, ‘Una nueva esperanza’ consiguió pasar a la historia como la película que marcaría la evolución de los posteriores efectos especiales. Pero a 38 años del estreno de la primera película de la saga, los efectos especiales se han vuelto ubicuos en el cine y muchas otras películas han venido a marcar el camino por el que continúa avanzando la postproducción, desde el extraordinario uso del CGI en ‘Avatar’ (2009) al increíble 3D de ‘Gravity’ (2013).
Chris Evans, matte painter de la primera trilogía de ‘Star Wars’, pintando el universo de la saga previamente a la era del CGI
Con todo, J.J. Abrams [director de ‘Star Wars VII: El despertar de la Fuerza’] se ha visto ante el reto de tomar el relevo de George Lucas en un mundo de efectos digitales que la saga inauguró pero que ya no domina, y contra todo pronóstico, ha dejado a un lado la vanguardia digital que hubiera marcado la segunda trilogía de ‘Star Wars’ y ha decidido hacer un movimiento a la inversa, buscando recuperar el aspecto tradicional de los efectos especiales de ‘Una nueva esperanza’. Una decisión que no es de extrañar, si pensamos en el modo en que la audiencia acogió las precuelas de la saga: Los animatronics, las maquetas y el matte painting empezaban a sonar a anticuado en unas películas que abrazaban el CGI (Computer Generated Image) a la hora de crear a sus personajes y localizaciones, pero los espectadores que se habían enamorado del universo Star Wars en la primera trilogía no consiguieron sumergirse de nuevo en la segunda. Jar Jar Binks, creado completamente a partir de CGI, fue odiado por la misma audiencia que después acogería a Gollum en el ‘El Señor de los Anillos’; y en definitiva, todo parecía demasiado irreal como para permitir que el espectador se centrara en la historia. ‘Star Wars’ había hecho de nuevo lo inimaginable en la tecnología de efectos especiales, pero no convencía a un público que ya empezaba a estar alerta de las limitaciones del medio.
Con los fallos de las precuelas en mente, Abrams dejó claras las directrices bajo las que funcionaría ‘El despertar de la Fuerza’: La nueva entrega de la saga debía hacer sentir a los espectadores lo mismo que sintieron al ver ‘Una nueva esperanza’, era necesario volver al mismo universo creado 38 años atrás y para ello las técnicas debían ser similares. Se decidió filmar mayoritariamente en Panavision 35mm, se buscaron localizaciones que recordaran al mundo en que se había desarrollado ‘Una nueva esperanza’ y se empezó a crear un universo tangible en el que los efectos prácticos tenían el mayor peso en cuanto a efectos especiales – tal y como hubiera sucedido en la película original. Y no en vano, ‘El despertar de la Fuerza’ termina por mostrarnos una historia que retoma a todos los personajes clásicos de la saga y los acompaña de héroes –o heroínas–que quizás recuerdan demasiado a la versión joven de aquellos que ahora vemos envejecidos en la pantalla (¿O no es acaso la historia de Rey extrañamente parecida a la de Luke Skywalker?).
En definitiva, ‘El despertar de la Fuerza’ no quiere traicionar a sus orígenes y termina pareciéndose demasiado a ‘Una nueva esperanza’, con una historia que sigue prácticamente el mismo esquema que la original y unos efectos especiales que optan por poner ante la cámara aquello que vemos en la pantalla en lugar de crearlo más tarde mediante postproducción digital. Pero como apuntaba en una entrevista el supervisor de VFX de la película –Roger Guyett–, sería muy ingenuo pensar que la última entrega de una saga como lo es ‘Star Wars’ no iba a contar con altas dosis de postproducción digital, y es que a pesar de lo mucho que la película se apoya en efectos prácticos, 2.100 de los 2.500 planos de los que consta ‘El despertar de la Fuerza’ cuentan con efectos digitales.
En este sentido, cabe destacar que buena parte de los planos de la película están rodados con RED Epic o ARRI Alexa – a pesar del empeño de Abrams en rodar en Panavision 35mm; y aunque la nueva entrega de ‘Star Wars’ nos trae de nuevo un universo tangible creado en analógico, no deja de apoyarse en innovaciones digitales como el desarrollo de nuevos programas para la captura del movimiento facial en el trabajo de MoCap (motion capture) realizado con los personajes de Maz Kanata o el Líder Supremo Snoke.
Andy Serkis, el actor que da vida al Líder Supremo Snoke, realizando el MoCap de su personaje
Pero en realidad, si al ver ‘El despertar de la Fuerza’ nos sentimos como si fuéramos nosotros mismos los que pilotamos el Halcón Milenario, probablemente se debe más a una buena mezcla de los efectos prácticos con la postproducción digital que a una confianza total en lo analógico. La nueva entrega hace gala de un CGI que es más realista que nunca y casi llega a pasar inadvertido, y si lo hace es gracias a que todos los elementos creados en digital parten de la realidad. Según ha subrayado Guyett en las entrevistas posteriores al estreno de la película, hasta los planos creados completamente a partir de CGI toman como referencia la imagen filmada por la cámara en localizaciones y sets reales: Cuando vemos al Halcón Milenario sobrevolando el desierto se está utilizando de referencia la imagen de un helicóptero sobre la arena para imitar el modo en que el polvo se levanta a su paso, y a pesar de que en un tercio de las ocasiones en que vemos a BB-8 en pantalla estamos viendo algo digital, sabemos que el droide fue construido de verdad y que J.J. lo pudo dirigir durante el rodaje al tiempo que interactuaba con los actores y actrices.
En resumen, ‘El despertar de la Fuerza’ tiene su virtud en el trabajo realizado a fin de difuminar la línea que separa los efectos prácticos de lo digital, y especialmente en su poder para hacer creer al espectador que todo aquello que está viendo en la pantalla fue realmente fabricado y filmado. Sin embargo, salvando las distancias entre 2016 y 1977, pienso que ‘El despertar de la Fuerza’ no consigue en modo alguno ser tan innovadora como lo fueran sus predecesoras en lo que a la tecnología de efectos especiales respecta. La nueva entrega nos presenta un uso magistral de los elementos hasta ahora disponibles, sí, pero en esta ocasión no ha sido capaz de inventar nada nuevo y será difícil que marque las líneas de la futura innovación en la postproducción digital.
La estrategia de retomar lo viejo y volver a emplear técnicas que el cine ya había comprobado que funcionaban no sonaba para nada a ‘Star Wars’, cuya seña de identidad era precisamente la de sentar las bases para los efectos especiales de todas las películas que le seguirían; y es muy poco probable que ‘El despertar de la Fuerza’ vaya a iniciar una tercera revolución en el panorama de los efectos especiales como lo hicieran las anteriores.
Pero es que a lo mejor tampoco tenía que hacerlo. A lo mejor el mundo de la postproducción ha alcanzado un punto de inflexión en el que ya no se trata de seguir innovando a pasos agigantados, y puede que nos hayamos metido de lleno en una etapa de maduración en la que llega el momento de dejar de espectacularizar con lo nuevo para empezar a pensar más en cómo utilizar correctamente lo que ya tenemos para hacer lo que el cine hace – fabricar sueños.
Al fin y al cabo, un uso acusado de la postproducción digital podría haber llevado a la saga a caer en el mismo error que en su segunda trilogía, y puede que en este caso, el equipo de ‘El despertar de la Fuerza’ se esté ocupando de dar lecciones. La nueva entrega de ‘Star Wars’ nos ha traído un mundo en el que lo digital se integra perfectamente con lo analógico hasta el punto de que se confunde, y ha superado todos aquellos fallos que le valieron enormes críticas en las películas anteriores. Lo que sorprende del episodio VII no es la creación de maquetas o el matte painting de las escenas que fascinaron a aquellos que fueron al cine a ver ‘Una nueva esperanza’ ni la aplicación de nuevas técnicas que se viera a lo largo de la segunda trilogía, sino el modo en que digital y analógico se funden hasta crear una postproducción invisible que nos sumerge de lleno en la historia que se nos cuenta. ‘El despertar de la Fuerza’ combina magistralmente las técnicas analógicas y el CGI para evitar los inevitables hándicaps de cada una de las técnicas, y nos muestra el modo en que efectos prácticos y analógicos pueden fundirse para crear un mundo lo más realista posible. Y es que a lo mejor el mundo de la postproducción se parece a la Fuerza más de lo que pensábamos, y puede que su clave esté, de hecho, en mantener el equilibrio.
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