Francisco siempre había sentido una conexión especial con las Volkswagen Kombi. Desde pequeño, había visto pasar por su calle una Kombi azul celeste que le hacía soñar con aventuras y viajes interminables. Con el tiempo, su fascinación se transformó en una pasión que definió gran parte de su vida.
A medida que crecía, Francisco comenzó a trabajar en un taller mecánico, donde tuvo la oportunidad de restaurar su primera Kombi. Fue amor a primera vista. La dedicación con la que pulía cada detalle y la paciencia para encontrar piezas originales hicieron que aquella Kombi brillara con un esplendor nuevo, como si acabara de salir de la fábrica.
Con el éxito de su primer proyecto, Francisco decidió que una Kombi no era suficiente. Su sueño era tener una colección que abarcara los diferentes modelos y estilos que habían salido a lo largo de las décadas. Compró una vieja propiedad con un amplio patio trasero, el lugar perfecto para darle vida a su colección.
A lo largo de los años, Francisco viajó por todo el país en busca de Kombis olvidadas y abandonadas. No importaba el estado en el que estuvieran, siempre veía el potencial para devolverles su antigua gloria. Pasaba noches en vela trabajando, con las manos engrasadas y un brillo en los ojos, transformando cada vehículo en una pieza única de su colección.
El patio trasero de Francisco se convirtió en un museo viviente. Había Kombis de todos los colores y épocas, cada una con su propia historia. Desde las clásicas blancas de los años 60 hasta las psicodélicas pintadas a mano de los años 70, el lugar era un homenaje rodante a la historia automovilística y al espíritu libre de aquellas épocas.
Los fines de semana, Francisco organizaba encuentros en su patio, donde compartía su amor por las Kombis con amigos y curiosos. Contaba anécdotas de sus viajes y restauraciones, y siempre terminaba con una sonrisa, sabiendo que había encontrado su verdadera pasión. En cada rueda, cada volante y cada carrocería, Francisco había dejado una parte de su alma, transformando su sueño en una realidad tangible y vibrante.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
