Karen vivía en el piso 12 de un edificio que ofrecía una vista panorámica de la ciudad y, cada tarde, se encontraba en su balcón, cámara en mano, esperando el momento mágico en que el sol comenzaba su descenso. La altura le brindaba una perspectiva privilegiada, donde el horizonte se pintaba con los colores más vibrantes y caprichosos.
Las fotos que Karen tomaba eran algo más que simples imágenes; eran capturas de momentos efímeros llenos de emociones y belleza. Cada atardecer era único, y Karen se dedicaba a inmortalizar cada variación de luz y color. Los tonos anaranjados, rosados y púrpuras se reflejaban en los edificios de vidrio, creando un espectáculo de luces que parecía una pintura al óleo.
Con el tiempo, las fotos de Karen se volvieron conocidas entre sus amigos y familiares. Compartía sus imágenes en las redes sociales, donde pronto atrajeron la atención de personas de todo el mundo. Cada foto contaba una historia, desde las siluetas de las aves que cruzaban el cielo hasta las sombras alargadas que los rascacielos proyectaban en las calles.
Una tarde, mientras Karen ajustaba el enfoque para capturar el ocaso perfecto, notó algo diferente. La puesta de sol parecía más brillante, los colores más intensos. En ese momento, comprendió que no solo estaba fotografiando el paisaje, sino también el reflejo de sus propios sentimientos. Su amor por la vida, su gratitud por los pequeños momentos y su conexión con la naturaleza se plasmaban en cada disparo.
Inspirada por la respuesta positiva de sus seguidores, Karen decidió organizar una exposición de sus fotos. Alquiló una pequeña galería y decoró el espacio con sus mejores imágenes del ocaso. La inauguración fue un éxito; la gente quedó maravillada por la manera en que Karen había capturado la esencia de cada atardecer.
Karen siguió tomando fotos desde su balcón del piso 12, pero ahora con una nueva motivación: compartir con el mundo la belleza de los atardeceres y recordar a todos que, no importa cuán agitado sea el día, siempre hay un momento para detenerse y apreciar la maravilla del ocaso.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.