El hábito de trotar

in #spanish8 days ago

Cada lunes, miércoles y viernes, José se ponía sus zapatillas deportivas y salía de su casa con un propósito claro: trotar hasta la pista de atletismo del Parque Chacabuco. A sus 40 años, esta rutina no solo le daba energía, sino que también se había convertido en una parte esencial de su vida.


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José había comenzado a trotar hacía dos años, cuando se dio cuenta de que necesitaba hacer algo por su salud. Su trabajo en la oficina, que implicaba largas horas sentado frente a una computadora, le había causado dolores de espalda y una sensación constante de fatiga. Decidido a cambiar eso, decidió empezar a correr.

El trayecto desde su casa hasta el parque era el momento perfecto para despejar su mente. Mientras trotaba por las calles del barrio, sentía cómo cada paso le ayudaba a liberar el estrés acumulado. El ritmo constante de su respiración y el latido de su corazón le daban una sensación de control y bienestar.

Al llegar al parque, la vista de la pista de atletismo siempre le llenaba de una energía renovada. Aquí, rodeado de árboles y otros corredores, José se sentía parte de una comunidad. A veces, se encontraba con otros aficionados al running con los que intercambiaba consejos y anécdotas. Estas interacciones hacían que la experiencia fuera aún más gratificante.

Los beneficios de trotar eran evidentes. Físicamente, José había notado cómo su cuerpo se volvía más fuerte y resistente. Los dolores de espalda habían disminuido, y su energía general había aumentado. Su médico también le había felicitado por sus progresos: sus niveles de colesterol habían mejorado, y su presión arterial estaba en óptimas condiciones.

Pero más allá de lo físico, trotar le había brindado a José un espacio para reflexionar y encontrar claridad. En esos momentos en que sus pies golpeaban el suelo con un ritmo constante, podía ordenar sus pensamientos, planificar su día y, a veces, simplemente dejar que su mente divagara. Era su tiempo, un momento sagrado que le permitía conectarse consigo mismo.

Incluso en los días más fríos o lluviosos, José no dejaba de salir a trotar. Había aprendido a disfrutar de cada estación del año, apreciando el aire fresco del otoño o la brisa suave del verano. Cada sesión de trote le recordaba lo vital que era cuidar de su salud y lo importante que era dedicar tiempo a hacer algo que realmente disfrutaba.





Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.

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