El viaje hacia los mares de oriente es un lejanía, que solo las oraciones florecen blasfemia, pero lo inmenso son los azotamiento hacia mi como cisne en un pantano, el falso azul nocturno de inquirida bohemia.
Dentro de mi melancolía solo pido, que mi sueño se inunde de violines, que saluda que el sol muere, sería mi sueño sublime que suavice la noche, que el siguiente día aclame una esperanza olorosa a rosas fresca.
Que es de hacer por la vida tortura interior, la conciencia, humanizando lo que soy, el horror comienza no con el temor sino hacia lo inevitable que voy, se vuelve una pesadilla brutal, suspendida en el vacío de un sueño externo, es una sintonía rara pero este infinito sentimiento y llanto solo se detendrá cuando el león despierte de su exilio.
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