Las cadenas nos invaden cada vez un poco más.
Nos encierra de forma inusual y desesperada,
pero la ceguera es profunda
y ver es imposible.
Inesperadamente escogemos quedar atrapados quizás dentro de nosotros mismos
o de alguien más.
¡Qué importa!
La prisión es merecida para aquel que sigue caminos ajenos
a él y a sus sueños.
Pero decaer es mal visto,
aunque en realidad sería, abandonar para poder soñar,
crecer y amar la libertadas de quien tiene decisión.
Estar afuera es cuestión de pasos
un camino de tan solo segundos.
Se convierte en kilómetros que no se pueden andar,
el control lo tiene una mente llena de insensatez
que aunque percibe algunas cosas,
muchas otras las ignora.
Las hojas de un árbol mutan por los periodos de tiempo
pero sus raíces se conservan.
Así son los cambios,
justo los que no sirven.
Por temporada nada cambia.
Caer hasta tocar las raíces y cambiarlas
dejar las cadenas y salir de las rejas.
La decisión inteligente proviene del corazón.