Las penurias te cobran las alegrías
casi como tú le cobras al amor las torturas
y al odio las corazas.
Tantas penas mezcladas en una luz apagada,
por desgracias y desamores que una estrella
aterrizó en tu corazón, apagando, destruyendo
quizás lo poco que había construido una estrella anterior.
Como seres fugaces pasan levantando polvo
y lanzando rayos, te embelesa hasta poseerte
al nivel más puro y amplio,
para después reemplazarlo por un nuevo cielo.
Estrellas somos y estrellas seremos,
aún después de descender, seguimos
brillando en cielos nuevos
pero luchando por la esperanza de volver al anterior
aunque sea solo por morir entre penas.