Cuando las nubes se pelean, se insultan estruendosamente; tanto, que se asustan con los truenos y se orinan de miedo. Así es como llueve.

También, hay nubes que son miopes y chocan entre sí. Igual se asustan y se orinan cuando oyen los truenos.

Hay otra forma de lluvia, se da cuando las nubes lloran por lo que ocurre en la Tierra. Son testigos del dolor de la gente. Las lluvias en Venezuela son prueba de ello.

Las nubes de menor edad se divierten escondiendo al Sol. Las más adultas, ocultan a la Luna cuando se van de juerga. Siempre se les recrimina por esas cosas y terminan soltando a las estrellas y a la Luna. Es que en el cielo son muy estrictos.

Dijo Einstein que Dios no juega a los dados. Es posible que se haya equivocado; que las nubes de menor edad, en una de sus travesuras, los hayan ocultado. Como no hubo evidencia empírica, el científico prefirió negar esa posibilidad.

Es posible que el dios Thor , sus truenos, rayos, relámpagos y nubes, estén entre los primeros migrantes de la historia. Hace muchos soles partieron de la Germania antigua con rumbo al Catatumbo, en el occidente de Venezuela. Llegaron a estas tierras como todo buen inmigrante, a producir. Lo suyo son los rayos en serie.

Cuando se acabe el algodón en la Tierra, los aviones irán por el algodón de las nubes. Con él, se fabricarán vestidos efímeros, atendiendo a ciertas reglas del consumo masivo.

San Pedro se esconde tras las nubes cuando pasan los aviones. Por eso nadie ha podido fotografiarle.

¿Y si Copérnico se equivocó y en lugar de girar en torno al Sol, la Tierra se traslada y gira alrededor de las nubes?

Quizás eso que vemos no son las nubes como las conocemos. Puede ser que Dios esté fumando...No debe ser fácil aguantar tanta presión.

En una isla del Caribe había un hombre que se enamoró de una nube. Mientras veía al cielo, solía tararear el bolero de Francisco López Vidal, “Espérame en el cielo, corazón”.

Llueva truene o relampaguee, las nubes siempre están allí.

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