Historia de amor: año 2000 aC
Zila y Tevos parte II
Llegó el momento en que Tevos algo debía decir. Pero aunque podía pasar largo rato hablando sobre su pasado, no encontraba las palabras. Su situación según las circunstancias presentes era muy complicada.
Te ayudaré a lavar los platos. ─Tan solo sugirió Tevos.
El ambiente volvió a la calma. Pasaron las horas y llegó la noche.
Una pequeña lámpara alimentada con grasa animal y oleos vegetales, alumbraba la pequeña vivienda, dando un romántico matiz al ambiente.
Conversaron sin parar, Tevos contó muchas cosas entre buenas y malas de su país. Y Zila lo puso al tanto de las buenas y malas del suyo.
Entre tanto Tevos pensaba y se preguntaba. Si me quedo aquí ¿donde dormiré?
Y llegó el momento y con el, la respuesta.
Puedes pasar ─dijo Zila y lo dijo con gran naturalidad a la vez que lo invitaba a entrar en una pequeña pero acogedora habitación.
¿Qué lado prefieres? ─preguntó Zila refiriéndose a la mediana cama que daba hacia la pared.
Siempre dormí solo respondió con alegría, y para no despertar posibles celos, le confesó su castidad.
Zila, guardó silencio por un momento, luego dijo:
Dormiré del lado de la pared. Y quizás pensó: esta noche me sentiré protegida por mi techo y amada por este hombre.
Cambió su vestido por una larga y holgada bata.
El agradable “afrodisíaco” aroma, que emanaba su cuerpo, invadió el ambiente y su mente. Su respiración se hizo más profunda, como queriendo atrapar todo el aire que llenaba la pequeña habitación.
Su agitado cerebro se encargó de llevar el sensual mensaje a cada milímetro de su cuerpo.
Cogió una bata igual a la suya y me dijo con cierto tono autoritario:
¡Póngasela!
Con la discreción de su buena educación. Tevos, Cambió sus ropas.
Acto seguido se encontraba a su lado.
El reducido ancho de la cama. Mantenía sus cuerpos en un inevitable contacto.
Zila presintió que en Tevos se estaba despertando un incontrolable deseo sexual y Tevos presintió lo mismo en ella. Pusieron sus rostros frente a frente y con voz incierta Zila dijo:
¡Soy como tú!
Tevos no entendió lo que Zila quiso decir y calló.
─Zila aclaró:
¡Soy virgen!
El corazón de Tevos dio un vuelco. Las fantasías eróticas que estaban presentes en sus deseos sexuales se congelaron.
En aquellas regiones, desde el punto de vista místico. Y sus costumbres sociales la virginidad en la mujer era determinante para su vida futura. Las teocráticas leyes dictaminaban que una mujer que pierda su virginidad fuera de un matrimonio legal; jamás podrá casarse con otro hombre. “delito” que si llegase a cometerse, sería castigado con flagelación hasta morir. Otra situación que comprometía a Zila era: que si una mujer libre se casase con un siervo perdería su libertad y se convertiría en lo mismo “una sierva”.
¡Hace calor! Dijo Zila, despojándose de la bata.
¡Haz lo mismo! ─Le ordenó.
Era su cama y Tevos debía obedecer.
Ahora sus cuerpos estaban sin ropas.
Un turbador vértigo se apoderó de Tevos. No lograba ordenar sus pensamientos. Sin poder evitarlo un gutural ronquido se escapó de su garganta. Tevos tuvo miedo de perder el control y actuar primitivamente.
¡Hace calor! ─exclamó de nuevo Zila─ abriré las ventanas. Para hacerlo debía pasar sobre Tevos.
Los desorbitados ojos de Tevos miraban hacia el techo de la habitación recorriéndolo de lado a lado.
Al pasar sobre Tevos, Zila no pudo evitar el contacto con “él” al momento de suceder se quedó estática:
¡Dios! exclamó sorprendida.
Al abrir las ventanas una tenue luz de luna llena iluminó la pequeña y oscura habitación.
Una desnuda silueta formada por suaves y prolongadas curvas vino hacia Tevos. Se repitió la escena anterior. Pero esta vez zila quiso sentir un poco más, pasó sobre “él” se detuvo y dejó caer su tibio cuerpo sobre Tevos su largo y sedoso cabello cubrió su cara, como una suave cascada de delicadas hebras. Un abrazo y un virginal beso, carente de experiencia, pero lleno de una pura y natural pasión completó la escena.
El pensar en las injustas consecuencias y castigos a que Zila sería sometida; hizo que Tevos reaccionara, trató de separase pero fue inútil:
¡No!... ¡No! ─Ordenó Zila.
Librarse de sus brazos fue un imposible.
Tevos aceptó que Dios y la naturaleza se adueñaron de la situación y cuando ellos intervienen: las leyes, costumbres y culturas inventadas por el hombre, no pueden con sus naturales mandatos: así los hicieron y así serían por y para siempre.
En Zila su cultural pudor perdía fuerzas. Las nefastas consecuencias producto de su decisión ya no estaban presentes.
Al besarla Tevos sintió unos labios temblorosos, señal de que Zila estaba dispuesta a aceptarlo.
Un profundo y entrecortado suspiro lo convenció de que el acto del amor sería consumado. Era la primera vez para los dos. Era solo el principio y supieron que: era el mejor regalo que Dios había creado para cualquier ser viviente.
Fin Historia de amor año 2000 aC
Escrito por tomasflores