¿Sabes ese dolor de cabeza que te entra por la tarde.? Tal vez no estes bebiendo agua correctamente..
Durante toda la vida una persona consume en promedio unos 60.000 litros del liquido esencial y vale la pena hacerlo correctamente: Somos agua en mas de un 50% y sirve regular la temperatura del organismo, desacerse de los residuos, dar un colchón al cerebro y genera saliva para poder comer.
Hay quien piensa que cuanta más agua bebes, más kilos pesas. Y es cierto, pero solo momentáneamente, ya que el agua es un líquido incapaz de aportar energía ni engordar porque no tiene calorías. Creerse este mito puede llevar a no beber suficiente agua y la cosa puede acabar muy mal.
“Una pérdida de tan sólo un 2-3% de agua, aun tratándose de una pérdida leve, puede producir alteraciones físicas (dolores de cabeza, fatigas, disminución del rendimiento físico), cognitivas (disminución del rendimiento mental), efectos negativos en la regulación de la temperatura y aumento del ritmo cardíaco”, dice Jéssica Gutiérrez.
Y prosigue alertando que llegar a un 10% de pérdida de agua puede tener efectos fatales para nuestra salud: mareos, espasmos musculares, delirio, agotamiento, fallo renal, disminución del volumen de sangre y hasta coma.
Aunque el agua no aporta calorías, no significa que tomarla sea un remedio mágico para adelgazar. Además, Jéssica Gutierrez recuerda que el efecto saciante de los líquidos es inferior que el de los sólidos, puesto que pasan más rápido por nuestro sistema digestivo.
Con la finalidad de adelgazar, se puede llegar a ingerir una cantidad de agua que puede resultar fatal.
El riñón puede filtrar entre 0,7 y 1 litro por hora y beber más que esa cantidad obliga a este órgano a un sobreesfuerzo, que a su vez produce una disminución de los electrolitos, entre ellos el sodio, vital para el buen funcionamiento de músculos y órganos.
Por otro lado, explica la nutricionista, “esto provoca que haya una rápida entrada de agua en las células del cuerpo y estas se hinchen y se rompan, con riesgo de colapso del organismo”. El cuerpo ya habrá dado señales de alarma: vómitos, fuertes dolores de cabeza, visión borrosa y espasmos musculares se cuentan entre las consecuencias de este exceso.
En palabras de la nutricionista, “La estimación de consumo de agua diario para un adulto, incluyendo alimentos y otros líquidos, es de 2 litros al día para las mujeres de entre 14 y 70 años. Los hombres, en cambio, deben beber unos 2,5 litros.
Es recomendable que la mayor parte de líquidos sean agua, porque así no sumamos calorías extra. Pero en ese total de agua también se cuentan infusiones, cafés, leches, zumos, caldos y frutas y verduras.
No obstante, también influyen factores como el ejercicio que se realiza y la temperatura ambiental. Y sí es cierto que las mujeres deben beber más durante la gestación (2,3 litros al día) y durante la lactancia (2,7 litros al día) a causa del esfuerzo que realiza el cuerpo.
“La creencia de que beber agua durante las comidas dificulta la digestión es errónea ya que no dificulta los procesos digestivos; se evacua rápidamente y tampoco repercute en cómo se absorben los nutrientes. Solamente en ciertas patologías gástricas, como el reflujo, se aconseja tomar los líquidos fuera de las comidas”.
Además, dice la nutricionista, beber un poco de agua durante la comida ayuda a que se asimilen mejor los nutrientes en el intestino y a evitar el estreñimiento cuando se consumen productos altos en fibra.
El agua estimula el funcionamiento renal y nos ayuda a equilibrar los niveles hídricos del cuerpo, sin importar la hora que sea o lo que estemos haciendo”. Por lo tanto, beber agua al levantarse será tan beneficioso como hacerlo antes de acostarse. Eso sí, un vaso de agua a primera hora de la mañana empezará a hidratar el cuerpo bien pronto. Justo lo que necesita.
Lo más importante, tal y como aconseja Jéssica Gutiérrez, es hacerlo de forma pausada, sin grandes ingestas repentinas.
El riñón es capaz de modificar la cantidad de agua que va filtrando en función de las necesidades y activa la señal que nos hace sentir sedientos. Sin embargo, explica Jéssica Gutiérrez, "este mecanismo aparece cuando el proceso de deshidratación ya se ha iniciado.
Por lo tanto, se aconseja beber agua aunque no se tenga sed.
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