La palabra “joda” con cada una de sus “conjugaciones” representa un sinfín de connotaciones en el sentir popular de los venezolanos y en la jerga de nuestra nación. Sin embargo, para las personas de distinta nacionalidad quizás no represente mucho, ya que se trata de una expresión que aún no es aceptada por la Real Academia Española.
En este caso, y sobre todo por la crisis que atraviesa Venezuela en los últimos años, este término ha tomado aún más auge en el país para hacer referencia a las dificultades que atravesamos diariamente y que convierten actividades básicas en verdaderas proezas. En las calles de Caracas, Barquisimeto, Maracaibo, Valencia, Mérida y a lo largo y ancho de todo el territorio nacional retumba un clamor popular en frases como: “Aquí todo está jodío”, “Esta vaina se jodió”, “Todos estamos jodíos”.
Pero, ¿Por qué? Acompáñame a recorrer las lamentables situaciones por las cuales el venezolano se considera “jodío” constantemente, y que ya se han convertido en “aventuras” por conseguir lo necesario para sobrevivir en medio del caos y la anarquía.
En primer lugar, es difícil decidir qué es lo primordial para un país: ¿Alimentación, salud, educación, transporte, o alguna otra? Por ello, usted decida qué le parece más grave. Yo, le narraré en el orden que expuse anteriormente.
Si usted no es de Venezuela y tiene la oportunidad de ver noticias seguramente se ha preguntado alguna vez, ¿Qué tan preocupante es el tema de la alimentación en ese país? ¿Qué tanto les cuesta adquirir lo necesario para subsistir? Pues bien, eso solo puede ser expuesto a nivel matemático: El sueldo mínimo en Venezuela está tasado en unos 8.000.000 BsF. ¿Qué se compra con eso? Pues, unas 4 harinas y nada más. Se puede afirmar que un venezolano promedio podría consumir este producto todos los días del mes, por lo que necesitaría por lo menos unas 10 como mínimo. Ahora bien, ¿Y lo demás?
Alguien diría que una harina no cuesta 2.000.000 y tendría razón. Sin embargo, la única manera de adquirir cualquier producto a precio “regulado” es estar en una cola o fila durante horas. Y no sólo por un día, sino que en muchos casos se debe hasta dos veces a la semana para comprar uno, dos o tres productos a precios más asequibles como máximo. Y, por razones lógicas sería imposible para una persona que trabaje en alguna institución y cumple un horario laboral.
¿Y la bolsa o caja del CLAP? Para los que no saben, esta es una medida implementada por el gobierno central venezolano para “solucionar” o “solventar” el problema alimenticio y consiste en la distribución de aproximadamente unos 15 a 25 productos por casa a un precio muy económico en comparación con los que se puede encontrar en la calle cada cierto tiempo, aproximadamente 15 días o mensual. Sin embargo, como casi todas las medidas gubernamentales en los últimos años, este sistema no ha tenido éxito en la mayoría de los sectores de Venezuela debido a que a veces pueden pasar hasta 3 o 4 meses y la caja o bolsa del CLAP brilla por su ausencia. Podría escribir unos 40 o 50 párrafos más para describir todas las dificultades que enfrenta el venezolano solo para conseguir el alimento necesario para “sobrevivir”. Sin embargo, existen muchos más inconvenientes que también merecen su espacio y que explico a continuación.
Ahora bien, en el aspecto de salud el problema podría ser incluso más grave. Según registros no oficiales, un aproximado de 50 personas mueren diariamente en Venezuela por falta de insumos y medicinas para su tratamiento. Pero eso no lo es todo, en nuestro país es un pecado capital enfermarse de lo que sea. Y es que hasta una simple gripe puede poner en aprietos no solo tu salud física, sino mental, esto debido a que obtener un medicamento de cualquier índole es toda una odisea. Conseguirlo significaría dar vueltas por toda su ciudad con la esperanza de que en algún rincón lo pueda haber, o por el contrario, y como ya se ha hecho demasiado común, hacer colas larguísimas. En una tercera opción, supondría desembolsar cantidades de dinero que son unas 200 o 300 veces más del precio de la medicina.
En medio de todo este caos nos centramos en el estudiantado. Y es que la educación es otro gremio súper preocupante en Venezuela. Según un estudio realizado por la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) para finales del año 2017, hasta un 60% de estudiantes universitarios han abandonado sus estudios con la finalidad de realizar actividades lucrativas que les permitan sostenerse en medio de tantas dificultades.
Según la empresa, de una población de jóvenes entre los 18 y los 24 años que asisten a la universidad, tan sólo 416.000 logran obtener su título. Por otra parte, indica que de 4.2 millones de adolescentes que terminan el bachillerato, 2.1 no ingresan en institutos universitarios. Además, otros 500.000 abandonan en los primeros semestres del curso.
De igual manera, la deserción escolar no se limita solo a los estudiantes, sino también a los docentes. Y es que según la federación venezolana de Maestros estima que cada día entre un 30 y un 40% de maestros abandonan sus aulas, muchos de ellos emigran del país en busca de un mejor porvenir. Tampoco se aprecia solo a nivel universitario, sino en cada una de las etapas que conforman la educación en Venezuela. Rápidamente podemos citar otros factores que contribuyen a esta deserción masiva: Pocas son las instituciones educativas con comedores y transporte, las instalaciones son deplorables, muchas veces sin siquiera baños, los uniformes son altamente costosos, y, por supuesto, se debe trabajar para sobrevivir, estudiar ya dejó de ser una prioridad hace rato.
Ahora bien, la deserción de compañeros y profesores no es el único problema que afronta un estudiante venezolano. Y es que el inconveniente del transporte público es quizás el tema de moda en la nación. Entre el 60 y 80% de las unidades a nivel nacionales están paradas por falta de repuestos como principal factor. Hasta 3 y 4 horas puede tardar un estudiante o trabajador venezolano en una cola para tomar el transporte que lo lleve a su destino, de ida y vuelta. También puede tomar la “aventura” de caminar, incluso existen historias de personas que llegan a recorrer hasta 10 kilómetros diariamente.
El ingenio del venezolano ha hecho que se tomen medidas desesperadas pero eficaces: Por cada una de nuestras ciudades podemos apreciar camiones de carga o comerciales transportando gente a sus destinos, estos popularmente se les conoce como “ruta chivos” y van desde los 350 hasta gandolas o incluso “volteos” de arena. Por supuesto que es bastante riesgoso para la integridad física de las personas, sobre todo para los de la tercera edad, pero es parte de la “aventura” de los que se consideran “jodíos” cuando van “encaramados” en dichos transportes rudimentarios.
También el gobierno ha tomado medidas ”ingeniosas” ya que los llamados “comboys” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana han salido a fungir de transporte público para solventar dicha situación, aunque estos representan un mayor obstáculo para quienes deseen hacer uso del servicio ya que su altura supera a los demás por mucho, hasta unos 1.40 o 1.50 metros. Un dato: Dichos vehículos no deberían cobrar absolutamente nada por su prestación, sin embargo, se sabe que los guardias lo hacen muy a menudo y hasta superan el precio de los “ruta chivos”.
Ya va, ya casi llegamos a la mitad de este recorrido. Sí, la mitad, ya que la otra es demasiado extensa para colocarla en este post. Por otra parte, el efectivo es casi una especie en peligro de extinción en nuestro país. Y es que las caras de Bolívar, Rodríguez o el Negro Primero son casi inaccesibles al ciudadano común, y no precisamente por la ausencia de dinero, que ya es bastante, sino por la desaparición del billete físico, producto de la hiperinflación que atraviesa nuestro país, además del contrabando a Colombia, principalmente.
Hasta en tono jocoso se comenta en nuestras calles una realidad que en verdad da hasta risa pero que en el fondo causa indignación. La única forma de obtener el billete es, adivinen, hacer cola durante horas para que el banco te dé, ya va ¿Qué? 40 o 100 mil BsF. Pero es más de lo que gasté para venir acá… Pues sí. Prácticamente no existe. Las compras con efectivo en Venezuela sencillamente se acabaron hace tiempo. Ni siquiera una galleta, un cambur, un cigarro, un vaso de café. Por otro lado, y como no podía ser de otra manera, también se contrabandea con el billete comercializando hasta por un 350%. Es decir, si quieres 1.000.000 tendrás que pagar 3.500.000 BsF. Por cierto, eso es una semana de trabaja y un poco menos de la Cesta Ticket mensual ¿Qué tal?
Por último y más importante, al menos para nuestra idiosincrasia, los fines de semana ya no son lo que solían ser hace algunos años, cuando el alcohol, la ropa nueva y la comida exquisita abundaba. ¿La razón? Pues sólo diré que el precio de una sola botella de ron equivale al sueldo mensual de una persona promedio. ¿Ropa, calzado, relojes, joyas? ¨Mejor olvídalo. Un par de zapatos promedio te tomaría unos 8 meses comprarlos. Eso sí, solo tomando en cuenta si no aumenta de precio, un chiste en Venezuela. Pantalones, camisas, champú, bóxer, medias o calcetines siguen ese mismo patrón: Completamente inaccesibles. Ni que hablar de teléfonos inteligentes, televisor, consola o algún otro aparato tecnológico, ¿esos? Esos ahora solo viven en nuestros recuerdos como diría el meme tan común.
Los viajes a Colombia, las labores por internet, los familiares en Perú, Ecuador, Argentina, Chile, México, los negocios familiares, los trabajos independientes y la venta de algún que otro bien guardado hace que el venezolano pueda subsistir en medio del caos y la desesperación que nuestro país ofrece a diario. Por ello, y hasta que las cosas mejores un poco, el mismo ciudadano común seguirá estando “jodío” como él mismo lo afirma y viviendo una “aventura” de supervivencia y lucha por subsistir que nada tiene que ver con las que en la cultura popular vivieron Simba o Phineas y Ferb.
tienes mi voto espero el tuyo para que progresemos mutuamente y avanzar aquí en Venezuela
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