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Han pasado días desde lo que le ocurrió a mi casa y a mi padre, junto con el resto del mundo. Todavía no me explico qué tiene que ver la apariencia del cielo con lo que sucedió, pero se ha mantenido lleno de tonalidades verdosas y deprimentes desde entonces.
Ahora me recuesto sobre mi cama en el refugio, y pienso en la gran y bella ciudad donde los héroes brillaban y los sueños se hacían, la ciudad que era mi hogar... ahora es un lugar lleno de odio y soledad. Sin ningún héroe por el lugar, y sin ninguna clase de buena noticia, todo se sentía horrido y vacío. "¿Por qué los héroes...? ¿Por qué atacarían a los que más tenían poder de salvarlos?" murmuro.
Imagino que, si las palabras de aquel psicólogo por la televisión eran ciertas y casi ninguna persona en el mundo tenía verdaderos sentimientos de empatía o justicia, el orden permanece por pura conveniencia. La gente sigue haciendo las cosas igual por comodidad y por la seguridad del dinero.
"Sin embargo, eso no significa que las cosas sean iguales que antes" digo, mientras continúo mi línea de pensamiento en mi mente. "Ver a ese hombre en aque callejón asesinado por el reportero me lo dejó muy claro. La gente no tiene el más mínimo remordimiento por lo que hacen, y eso, fuera de el orden laboral y económico, implica cosas muy muy horribles".
Imagino que esta es la primera de muchas crisis que vamos a estar enfrentando como sociedad. Pero si nuestra "sociedad" ahora es una cáscara vacía de personas que hacen las cosas por conveniencia, muy pronto irá a desmoronarse.
Pienso en averiguar acerca de la "Época Genuina" de la que habló ese hombre. Quiero hacer algo. Quiero creer que simplemente estamos bajo una especie de trance planeado por alguien y sólo hay que ir a averiguar quién es... pero entiendo que la realidad es mucho, mucho peor.
Con todos esos pensamientos en mente, empezando el día, abro la puerta de mi habitación. Llevo las pillamas que me dieron aquí en el refugio. Salgo y busco mi ropa ya limpia en la habitaión de lavandería y me regreso para cambiarme. Es lo único que me queda, mi ropa.
Me dirijo a la puerta de salida cuando escucho a una mujer llamarme desde atrás, una mujer que conozco muy bien, la administradora y única dueña del refugio, una señora alta y gorda, de pelo castaño rojizo muy enroscado, siempre sudorosa. "¿A dónde vas cariño?" preguntó con un tono melódico, que sinceramente me es un poco aterrador.
Le dijo, tratando de ocultar la mala corazonada que ella me da cada vez que la veo: "Voy a investigar el paradero de los que quemaron mi casa... no sé si conseguiré algo, pero al menos espero poder terminar de hacer el reporte a la policía en la tarde". "Hmmmm..." dice ella, mientras se acerca hasta mí caminando, llegando al punto de invadir mi espacio personal.
"¿No te parece que sería mejor olvidarse de eso...? Los policías están tan ocupados resolviendo robos y asesinatos muy grandes que han sucedido últimame... no creo que tengan tiempo para averiguar cosas como esa ¿no crees tú?". Con miedo, confusión, y estando un tanto herida por sus palabras, la sonrisa se me va lentamente. "Eso no es..." le respondo. Ella no responde, sólo me mira con sospecha. Trato de evitar cualquier discución y simplemente le digo: "Ya... tengo que irme..."
Decido girarme para ir hacia la puerta. Siento que algo me toma del hombro y me jala hacia atrás. Giro la mirada y es ella, y me dice: "No sé si has entendido bien... pero espero que recuerdes que eres la única persona aquí... y mientras tú estés aquí... yo recibo mi dinero, ¡dinero con el que te he alimentado todos estos días! ¿¡Crees que soy estúpida!? Sé que en cuanto pongas un pie fuera de este refugio te irás para siempre... ¡Malagradecida!" entonces me toma del cuello de la franela y me acerca más hacia ella. "¿Vas a seguir con la insistencia de irte? No has dejado de tener esa miradita desafiante..." dice, mientras saca un cuchillo de uno de los bolsillos de su ropa y lo coloca en mi boca, yo empiezo a respirar con dificultad del miedo, "¿Qué hay que hacer para que te quedes? ¿Cortarte las piernas y la lengua para que no hables?"
Todo está en silencio por un minuto. No sé qué decir. La miro con temor y trato de pensar en algo, mi corazón late muy rápido, siento que voy a morir. En ese momento se oye el timbre, la mujer gira la mirada de inmediato, sorprendida. "¡Doris...! ¿¡Estás ahí!? ¡Somos nosotros...! ¡Henry y Erick! ... ¡Nos estamos muriendo de hambre!" dice un hombre con voz ronca tras la puerta. A la mujer se le iluminan los ojos, me suelta bruscamente y corre hacia la puerta. Yo caigo sentada en el piso. Al verla irse, corro con rapidez hacia el otro lado.
Encuentro la puerta trasera, busco las llaves debajo de una caja, las tomo y voy rápidamente a la puerta. La abro y la cierro con seguro tras de mí. Entonces corro hacia adelante. Corro, y corro y corro sin detenerme. Giro hacia la derecha, giro hacia la izquierda, cualquier cosa para perderla.
Corro mientras veo los edificios que conozco quedar atrás, paso por calles con algunas personas, luego paso por calles con pocas, y sigo corriendo hasta pasar por calles completamente vacías... solas, y desconocidas para mí.
Finalmente, siento que ya no puedo más y me detengo. Respiro con mucha dificultad. Apoyo mis manos sobre mis rodillas y miro al suelo con ardor en la garganta. Escupo la baba que no me deja respirar. Pasan unos segundos. Siento un escalofrío en mi espalda al pensar que la señora pudiera estar tras de mí y me giro hacia atrás... no veo nada.
Veo hacia los lados... no veo nada.
Respiro más silenciosamente y me mantengo quieta... no escucho nada.
No hay nadie.
Entonces me siento. Me siento en una acera muy bajita y muy ancha, en el medio de un montón de edificios muy altos, anchos, imponentes y oscuros con el contrastante brillo del sol. Al mismo tiempo, todo a mi alrededor da la apariencia de ser humilde, pues los edificios se ven antiguos y hechos de concreto. Se nota que antes estaban pintados de colores como verde pastel. Cubren toda mi vista excepto por la larga y vacía calle por la que andaba. Veo el cielo al final de la calle, que muestra los edificios lejanos contrastando con el cielo azul y despejado.
"El cielo... se ve azul ahora..." pienso. El viento sopla con fuerza pero mueve levemente mi cabello debido al gran espacio que hay. Me siento pequeña en un enorme sitio. Miro fijamente el camino a seguir. La calle está en bajada, inclinada hacia abajo, es larga y un tanto empinada. "¡No puedo creerlo! Una bajada..." digo.
Hecho por mí
Pasan los minutos. Decido levantarme, pues tengo que continuar con mi camino, ahora que estoy sola. Tengo que averiguar dónde voy a dormir. Me levanto y camino con leve torpeza hasta el medio de la calle. El sol brilla sobre el cielo, que está despejado. Eso me anima un poco.
Veo directamente a la bajada y empiezo a caminar. Camino con lentitud y con pasos un poco grandes. El camino se hace más inclinado y empiezo a trotar elevandome un poco del suelo pues se siente muy ligero caminar en bajada.
Empiezo a ir más rápido, saltando un poco en cada paso. El peso de mi cuerpo me lleva hacia adelante con fuerza y el leve viento me hace sentir que la gravedad se hace más leve y yo soy más ligera.
Doy pasos más grandes con saltos un poco más altos, empiezo a reír un poco, es realmente divertido.
Empiezo a correr, dando saltos muy grandes y con el camino empinado tardo en llegar al suelo. Empiezo a ir más rápido y a saltar con más fuerza hasta que me elevo varios metros sobre el piso. Pero el camino es muy largo, todavía hay mucho por recorrer. No veo a nadie, así que sigo saltando con fuerza. Empiezo a reír mientras siento que el camino es de goma y el brillo del día junto con la humildad de la sombra de los edificios sigue animándome.
Doy saltos muy grandes y voy muy rápido. Empiezo a pensar que no debería ser capaz de hacer eso. "No puedo creerlo..." digo, mientras mis ojos se abren como platos y empiezo a entender lo que sucede.
"¡No puede ser!" digo, mientras la emoción me embarga y empiezo a reír. "¡Sí! ¡Jeje!" digo, mientras me elevo con otro salto fácilmente por la larga calle.
"¡Papá...!" grito, tratando de decirle algo...
Aterrizo flexionando más las piernas y colocando una mano en el suelo. En el momento que toco el suelo, me quedo en silencio, sin moverme, mirando al suelo. Las emociones suben de mi corazón y se atoran en mi garganta. La tristeza y frustración se desbordan en mis ojos con lágrimas que se hacen grandes.
Empiezo a llorar mucho. Trato de secarme las lágrimas pero siguen recorriendo mis mejillas en gran cantidad. Recuerdo a aquella señora que me recibió en el refujio. Estaba loca y llena de egoísmo... como todos los demás...
"Papá... ¿Qué harías tú...? Te necesito..." digo, con voz temblorosa. Pienso durante un rato con la cabeza hacia el suelo.
Pasa un buen rato. No puedo quedarme aquí. Levanto la mirada y veo lo que hay enfrente de mí. Puedo ver una ciudad adelante. Más colorida, con tonos salmón, verde y azul, edificios altos también. No me falta mucho para llegar. Trato de no pensar en la situación y pensar en llegar a esa ciudad, quizá allí consiga algún lugar donde estar, que no me conozcan.
Con esa disposición, me inclino lo suficiente y doy otro salto, que me eleva bastante. Continuo avanzando y viendo alrededor. "Qué hermosa sección... está tan sola... es muy pacífica..." pienso.
Entonces, estando más en calma, escucho repentinamente el ruido de una motocicleta estar cerca de mí. Trato de ver dónde está mientras me elevo nuevamente.
Veo entonces que una motocicleta sale de la calle siguiente por el lado izquierdo y se coloca en medio del camino, justo en donde yo iba a aterrizar. El hombre avanza su moto a la misma velocidad que yo, como si estuviera asegurándose de que yo cayera donde está él. "¡Señor...! ¡Cuidado! ¡Muevase de donde está!" grito. Sé que pudo oirme pero no voltea. En ese momento veo que carga una vara larga, con algo puntiagudo en la punta. Entonces, el hombre gira la mirada hacia mí, mirándome directamente, no está sorprendido. Sonríe y empieza a reír. Toma la vara que tiene con una mano y la apunta a mí.
No hay tiempo de reaccionar. Grito y trato de pensar en algo pero se acabó. Pongo los pies en dirección a la punta. Caigo directamente encima de la vara.
La vara atravieza mi pie derecho, grito de dolor, y caigo junto con ella, con la cara hacia el frente. Me parece increíble que mis manos hayan podido resistir esa caída. La moto sigue avanzando un poco más y se detiene. Entonces veo a varias motos más salir de los diferentes lados de las calles, como si hubieran estado esperando. Sigo gimiendo de dolor. Mi pie empieza a sangrar mucho a través del zapato. Siento mucho dolor.
Veo a los hombres bajarse de sus motos y empezar a acercarse hacia mí. Trato de arrastrarme hacia atrás. Tomo la vara de mi pie y tiro de ella, haciendo aun más ruido por el dolor. Sin embargo, cierro la boca de inmediato y trato de esconder mi dolor.
Los hombres se ponen de pie frente a mí, el que llevaba la vara se pone delante de todos ellos y sigue caminando hasta estar frente a mis pies. "¿Quién eres tú?" dice el hombre. No sé qué decir, siento la misma energía y actitud venir de él que del hombre que me golpeó el día que asesinaron a mi padre, no hay palabras que le hagan razonar, lo que tiene en mente lo hará, haga lo que haga.
"¿Eres una heroína...? Perdón... ¿Te crees una heroína?" dice el hombre, mientras me toma con fuerza del cuello de la camisa. Siento mucha ira, pero no sé qué hacer. "Eres muy estúpida... Una lárba como tú no debería estar por quí creyendo que puede dárselas de grande porque tiene algún ridículo poder... aquí no necesitamos héroes... ¿No te parece que somos lo suficientemente fuertes para eso...?" dice el hombre, "¡Ha!", continua, "Más bien parecen moscas... cuando se creen más fuertes más rápido se mueren".
Yo, aún en mi dolor, pienso: "Así que es cuestión de envidia...". El hombre entonces me suelta con brusquedad hacia atrás y yo caigo, gimiendo de dolor. El hombre toma la lanza, se pone de pie frente a mí y la alza.
Yo, asustada, pongo mis manos abiertas hacia él en un patético reflejo de defensa. Todo mi cuerpo está tenso y espero detener la lanza con mis propias manos, que siguen extendidas hacia él. No pienso que me va a atravesar.
"Muere"
"¡No...!"
Cierro los ojos y todo se vuelve blanco.
Escucho gritar a alguien. Escucho los gritos volverse más fuertes, hasta tornarse alaridos y en el fondo oigo pasos alejarse de mí corriendo.
Abro los ojos. No puedo creer lo que veo. El hombre que estaba frente a mí se halla alejado, gritando tomando el brazo donde tenía la lanza y mirándolo fijamente. La lanza se halla partida en dos en el suelo, chamuscada en las puntas de quiebre.
Estoy en shock. Mis ojos están completamente abiertos y mi corazón late muy rápido. Los hombres que acompañaban al que iba a matarme están alejados de mí. "Qué.... ¿Qué ha pasado?" me pregunto.
Veo a mi alrededor y puedo empezar a imaginarme... pero no lo creo. "¡Eres un mounstruo! ¡Casi me matas! ¿¡Quieres que te mate yo a ti!?" dice el hombre mientras se acerca de nuevo. "¡Jay!" grita al hombre que está cercano a él, que lleva un bate de metal en sus manos. "¿¡Este tipo está loco o qué!?" pienso de inmediato.
Con mucho dolor y presionando mis dientes para no hacer ruidos de sufrimiento, me levanto y me doy varios pasos cojos hacia atrás lo más rápido que puedo. Extiendo mi mano hacia ellos de la misma forma que lo hice antes, tratando de centrar mi energía en ella.
"¡Lárguense!... ¡Quiero verlos fuera de aquí o los mato!" grito, mientras trato de ocultar mi inseguridad. Los hombres me miran con miedo y odio. Como si fuera alguna clase de mounstruo.
El hombre puede sentirlo. De alguna desgraciada manera puede saber que yo no sé manejar mi poder, y no quiero matar a nadie. Él extiende su mano hacia atrás, al hombre con el bate, el hombre se acerca y le entrega el bate. Él empieza a acercarse a mí, moviendo el bate de un lado a otro. Trato de mantenerme firme donde estoy, sin embargo, estoy temblando de dolor mientras me mantengo de pie. "Aléjate, ¿Quieres morir o qué?" le digo con seriedad.
El hombre camina hasta estar muy cerca de mí. "Si quieres matarme, házlo" dice. Entonces alza el bate y lo baja violentamente hacia mí. Yo trato de detenerlo con mi mano como la última vez, concentro mi energía allí, ruego por que funcione...
Siento el fuerte golpe del bate chocar contra mi mano y la fuerza pasa y me da en la cabeza. Caigo adolorida, gritando. El hombre sonríe de manera sádica. Entonces alza el bate y me da con fuerza nuevamente. Empiezo a gritar tan fuerte que hace eco en aquel lugar vacío. El hombre me da una vez más, en la mano. Grito otra vez, con mi último aliento. Veo mi mano fracturada en cada hueso, llena de sangre...
Alzo la mirada, con pocas fuerzas y los ojos entrecerrados. El hombre se me queda viendo... me ve con tranquilidad, como ver un objeto en el suelo. Entonces, gira la mirada lentamente a los que están tras él y les dice. "Ah... vámonos... es una pobre niña estúpida... no vale la pena..."
Los hombres están quietos por unos segundos, luego empezan a marchar hacia sus motos. El hombre se gira hacia mí nuevamente y me dice: "No te preocupes, ya no nos volverás a ver... realmente no nos importas... no tienes poder ni para salvar tu propia vida". Entonces, se acerca y me toma del espaldar de la franela y me arrastra lentamente hasta su moto.
Los leves ruidos de dolor que hago no se escuchan con el sonido de mi arrastre en el pavimento. Siento que me asfixio, y con las pocas fuerzas que tengo tiro del cuello de mi franela.
Llego a su moto. Él se monta en ella y vuelve a tirar de mi franela por la espalda. Entonces, grita: "¡Vámonos!", y con eso empieza a rodar la moto conmigo en el suelo. Empieza a avanzar más lento que los demás. La fuerza y el dolor es muy grande. No puedo respirar, trato de tirar del cuello de mi franela pero no tengo fuerzas, siento que voy a morir.
Empiezo a perder la consciencia. Dejo caer mis manos, resignada a morir de una manera tan indigna. En ese momento, el hombre se detiene. Empiezo a toser con pocas fuerzas. Entonces, veo a mi alrededor y encuentro que llegamos a un lugar abierto con dos calles muy anchas y muchos negocios hacia los lados. Cosas que no se podían ver desde el ángulo donde estaba antes.
Hay semáforos y mucha gente pasando de un lado a otro. Madres con niños, jóvenes con sus parejas, mujeres ancianas, hombres ancianos y adultos, e incluso muchos policías. Hay restaurantes a lo lejos.
El hombre me suelta allí. Entonces, saca un papel de su bolsillo y pide a uno de sus hombres algo. Ellos le entregan un lápiz. Él murmura algo mientras escribe: "Superpoder... super... salto... igual... pierna... inútil..." son las cosas que oigo. Hay muchas personas pasando al lado de ellos y mirándome sin decir nada. Me toma del hombro herido y me gira hasta estar boca abajo. Siento que me pega algo en la espalda.
Entonces escucho al hombre silvar. Y con eso encienden sus motos de nuevo y las escucho irse con velocidad.
Sigo tirada en el suelo, lo único que hago es mirar a la gente. Tengo un ojo cerrado tapado con mi cabello, lleno de sangre, y el otro un poco abierto, con la cara en el suelo.
Las personas pasan, una tras otra. Se detienen por unos segundos, imagino que a leer lo que tengo escrito, me ven con desprecio, y siguen caminando.
Una de esas personas es una madre con una niña pequeña. La madre tiene la cara amargada y cansada. La veo acercarse a la enorme calle para cruzar. En eso, por alguna razón, la hija se le va de las manos y corre a las vías. Un camión viene a cierta velocidad. La madre parece estar un tanto preocupada, pero no hace mucho para detener la situación. Parece que intentará sacarla de las vías, pero al ver el camión tan cerca se retrae.
El camión empieza a frenar pero es demasiado tarde. Se lleva a la niña por delante. No puedo creerlo. El camión está lleno de sangre. La madre empieza a gritarle al hombre: "¡Me tiene que pagar! ¡Me tiene que pagar!". Un par de policías se acercan, parece que estaban cerca. Éstos tienen expresiones de fastidio y molestia.
El hombre se baja del camión y la madre empieza a darle golpes con los puños. Es un hombre alto y robusto así que parece no afectarle mucho físicamente. Sí se le ve muy molesto y harto, sin embargo. Además, parece sólo estar concentrado en la policía. Alternando la mirada entre ellos y la madre."¡Ya vera! ¡Me va a tener que pagar mucho dinero por esto! ¡No crea que se va a salir de esta así de fácil" dice ella.
Pasa un rato. Los policías siguen en el mismo lugar. El hombre sigue aguantando los gritos de la madre. Pareciera que los policias no supieran qué hacer, pero se ven muy despreocupados al respecto.
Los policías, sorprendentemente, le hacen un gesto de desprecio a la mujer y empiezan a caminar en dirección opuesta. "No vamos a hacer todo ese trabajo si no nos van a pagar ni una parte del dinero". El camionero se sube a su vehículo, empujando a la mujer, cierra la puerta, "Ahora voy a tener que pagar una limpieza... eso sí me va a salir caro" dice, molesto y hace marchar el camión con velocidad.
La mujer sigue gritando y da algunas pataletas. Ve que el camión se ha ido. Entonces se sienta, sólo algo frustrada. "Ah... genial..." dice.
Todos continúan su camino.
No sé qué pensar... no sé qué pensar. Estoy muy débil. Los ojos empiezan a cerrarse, llenos de lágrimas. Arrugo la cara con pocas fuerzas y tengo un nudo en la garganta, los ojos rojos y las mejillas con lágrimas que pasan por ellas hasta llegar al suelo, donde tengo apoyada mi cara.
"Los héroes no son necesarios... no hay nadie a quién salvar... no hay salvación... los malos han ganado... ganaron... hace tiempo... no hay felicidad, no hay amor, no hay felicidad..." digo, con la boca medio abierta, llena de baba y lágrimas.
Quiero tirar la toalla, rendirme, morir. Y con eso, la energía se va de mí, y pierdo la consciencia.
Sorprendentemente, otro suceso me acompaña. Lo último que veo es a la gente mirando hacia arriba, confundidos, mientras una ráfaga de fuego enorme pasa por el cielo. Luego cambian sus rostros de tranquilidad a pavor cuando objetos enormes de metal empiezan a caer del cielo. Los veo irse corriendo.
Cierro mis ojos y escucho como ecos unas risas... provenientes de lejos, de arriba, unas risas eufóricas... anormales, de mala espina, risas aterradoras...
Escucho aquellas risas haciendo eco en mi cabeza como el último sonido que tengo antes de perder la consciencia.
Hermoso =)