“¿Quién eres?” Pregunta Érika a la joven a su lado.
“Pues… verás… en realidad, soy una persona de otra dimensión” Le responde la joven, muy ligeramente. “¿¡Qué!?... vamos… no juegues conmigo, dime de verdad” respondió Érika. “Lo digo muy en serio… conozco las visiones que has tenido, pues yo te las he hecho ver” Respondió la chica.
Érika se puso completamente tensa, con los ojos muy abiertos y fijos en ella. “No tienes por qué temer… no he querido asustarte, pero no tenía opción… muy pronto, esas escenas horribles son las que ocurrirán si no me ayudas, eres la única esperanza que tengo” dijo la joven.
Érika seguía tensa y nerviosa, no podía moverse. Trató de tomar fuerzas para volver a hablar. “Y… ¿por qué me necesitas? ¿Por qué esas cosas van a ocurrir si yo no hago nada?” preguntó Érika.
“Verás… hay un ser de mí dimensión que planea atacar a la tierra, pero no puede entrar a esta dimensión sin ayuda; necesita que alguien abra una brecha entre su mundo y el nuestro… y alguien ha empezado a abrir esa brecha aquí en el colegio… y ahora su energía está entrando en el sitio. Eso fue lo que hizo que tu compañero hiciera lo que hizo” Afirmó la chica.
“Oh no… y… pero… entonces, ¡deberíamos decirle al Dr. Jason! Él debe saber si hay algo extraño por aquí” Respondió Érika.
“No creo que sea buena idea…” respondió la joven. Érika, sorprendida, le contesta: “¿Por qué?”. Y la joven suspira y gira su mirada hacia arriba, como recordando muchas cosas, antes de dar su respuesta.
“Solía ser una amiga de Jason… pero no pude serlo por mucho tiempo” respondió la muchacha, con una mirada triste, aparentemente. “¿En serio?... ¿Por qué dices eso? ¿Qué te pasó?” preguntó Érika, consternada.
“Verás… al principio, parecía que quería ayudarme… me dijo que usaría ciertos aparatos electrónicos para localizar la fuente del problema. Pero cuando descubrimos su posible paradero, él dejó de comunicarse conmigo, y cuando encontré dónde estaba, estaba hablando por teléfono respecto a comprar una propiedad en esa área… sólo deseaba adueñarse de aquello con el fin de usarlo para sus propios fines…” dijo la joven.
Érika se encogió de miedo y dolor, cabizbaja, y miró a aquella muchacha con dolor. “Si… yo me sentí igual de mal por aquella situación… pero no podemos dejar que eso nos desanime. Si no actuamos rápido, podríamos perderlo todo” continuó la muchacha.
Érika, aún consternada, le preguntó: “¿Y qué necesitas de mí?”. “Pues bien… al igual que aquella criatura… no puedo manifestarme completamente en este mundo sin la ayuda de alguien, pero sí puedo unirme a la mente de un humano y así poder ir y cerrar la brecha que se ha creado, algo que sólo yo puedo hacer” le dijo la muchacha.
“Unirte… ¿a mí? ¿Y cómo es eso?” preguntó Érika. “Pues, cuando uno mi mente con un humano puedo ver y sentir todo lo que él siente, y puedo moverme con él. Claro, no podría hacer algo que él no quisiera. De esa forma puedo guiarte hacia el paradero de la brecha y desactivarla para que no ocurran más eventos. Lo único que tienes que hacer es relajarte y concentrarte en mí… te vas a sentir diferente por unos momentos pero luego todo estará bien.” Respondió la chica.
Érika, moviendo su mirada de la joven hacia abajo con una expresión pensativa, meditó durante un minuto el asunto. “Está bien”.
La joven sonrió y se levantó del asiento, y dejó ver que sus pies no tocaban el suelo. Érika estaba muy nerviosa. “¡Espera!” exclamó Érika. “¿Qué pasa?” Respondió la joven. “Está a punto de sonar el timbre, si eso sucede, no podré concentrarme y no me dejarán salir sin vigilarme. Vamos primero a un sitio donde sé que no nos encontrarán” dijo Érika. “Muy bien, me parece perfecto”, contestó la muchacha.
Érika se levantó y empezó a caminar entre un edificio y el otro, dirigiéndose a una pequeña casilla aparte de los edificios estudiantiles. Mientras caminaban, a lo lejos, pasaron por donde Jason estaba. Éste vio a Érika con una mirada tranquila pero pensativa, la siguió con los ojos hasta que la perdió de vista.
Por fin, Érika llegó a la casilla. Entonces entró y cerró la puerta tras de sí. “¡Muy bien Érika! Este lugar es perfecto” le dijo la joven. Érika todavía tenía sus manos en la perilla de la ya cerrada puerta, con su cuerpo en dirección a ella, mirando hacia el suelo, hacia el vacío. De sus ojos empezaron a brotar pequeñas lágrimas mientras estaba perdida en pensamientos profundos. “Están a salvo ahora… a salvo de mí” dijo Érika.
Hubo silencio durante dos minutos, mientras la expresión de la joven cambiaba de alegría a desconcierto. “¿Érika?... ¿Qué pasa?” preguntó la joven. “Pues nada… que no creo que una historia de entidades de otras dimensiones y todas esas cosas sea cierta mientras esté sólo en mi cabeza… y aún si fuera ese el caso… no confío en alguien como tú. La puerta sólo se abre desde afuera, así que ahora no podré hacerle daño a nadie” respondió, temblando, con lágrimas en los ojos.
Entonces, el rostro de la joven empezó a tornarse de desconcertado en enojado y luego en odio. Empezó a elevarse más sobre el suelo y, con desprecio, le dijo: “¡Niña estúpida! ¿¡No entiendes nada verdad!? ¡Por tú culpa todo será arruinado!” Entonces, la habitación empezó a iluminarse con un aura roja cuya fuente de luz no era perceptible, la pequeña luz de la casilla empezó a titilar y la joven desapareció de un instante a otro. Érika comenzó a gritar asustada y se agachó en una esquina.
Los objetos de los estantes empezaron a moverse violentamente y a caer en el suelo. La pequeña luz entonces explotó. Érika seguía gritando. “¡No me hagas daño! ¡No me hagas daño!” llorando profusamente.
Entonces, para su sorpresa, escuchó que alguien chocó contra la puerta y habló, una voz familiar que la llamaba desde afuera “¡Érika! ¡Érika!”. Era la voz de Jason. “¡Estoy aquí!” Gritó Érika.
“¡Aléjate de la puerta, voy a sacarte!” contestó Jason. Entonces Érika se alejó de la puerta y se colocó al lado de uno de los estantes con el fin de que no le cayeran objetos encima. Entonces, después de dos minutos, la puerta se abrió y Jason entró con premura.
“¡Érika! ¿Estás bien? ¡Vamos a sacarte de aquí!” le dijo. Entonces salieron rápido de la casilla y siguieron hasta llegar a unos banquillos entre los árboles, con estudiantes que pasaban a lo lejos.
Érika seguía llorando, sin mirarlo a la cara. Jason sólo estaba sentado a su lado con preocupación en su mirada. Érika, sin embargo, no tardó mucho en empezar a hablar. “Pensé que… pensé que me estaba volviendo loca… y no quise lastimar a nadie… así que fui… y me encerré… para no poder volver a salir… pero… la luz ha explotado… y los objetos se han movido solos...” explicó entre sollozos. “Lo sé, lo sé…” dijo Jason.
Para mayor desgracia, Jason pudo ver, a lo lejos, una profesora mirándolos fijamente, con una sonrisa enorme, inhumana y los ojos abiertos de par en par. Jason sólo pudo pensar una cosa:
“Oh no…”
Imágenes cortesía de: www.pixabay.com
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