La mayoría de los seres humanos esperamos a una persona para cambiar el rumbo del mundo, y así acabar los problemas de hambre, sequía, violencia, pero... ¿Cuántas personas estamos realmente dispuestas a reaccionar para terminar todos estos problemas que tanto flagela a la humanidad?
La respuesta es muy clara, pero debemos entender que no siempre requerimos de un Mandella, un Ghandii o una Malala para entender el impacto que puede generar una persona en nuestra tierra.
El mundo solo necesita de gente común que sueñe con un mundo mejor, con pasión, ambición y capacidad de empoderar a otros, sin discriminar los problemas y entendiendo que cada uno de nosotros somos capaces de llegar a donde queramos.
Así que no existe problemas pequeño, ni soluciones irrelevante que no cause un cambio a futuro. Por eso debemos preocuparnos en apoyar al hermano para que él ayude a otros, haciendo una cadena que genere un gran impacto a futuro.
Por esta razón no podemos subestimar el poder de las conexiones y de la capacidad que tiene las pequeñas acciones. Trabajando en el desarrollo de otro individuo que tal vez sea la esperanza de nuestra comunidad.