CAPITULO 8

in #spanish7 years ago (edited)

Mi aparatoso y gigante cuerpo se incorporó de un ligero salto al suelo de mi habitación, el parqué del suelo crujió mientras alcanzaba la camiseta que se encontraba en una esquina de la puerta.

A trompicones y saltos, conseguí llegar hasta las escaleras del sexto, escuchaba unos gritos procedentes del portal, no podía distinguir que eran, pero se notaba que había una gresca de letras mayúsculas.

Accedí al ascensor y un sudor frío recorrió mi cuerpo, había sangre en el ascensor. Junto a la sangre, un bolso de mujer, visiblemente rasgado por los laterales y con la correa arrancada de cuajo por el medio.

No es que sea un ex miembro reputado de la Policía Científica, pero pensando que podía ser la escena de un posible crimen, preferí bajar las escaleras con la mayor rapidez que mis pesadas piernas permitían.

¿ Que habría ocurrido ? Mi cerebro no podía parar de imaginarse imágenes grotescas mientras descendía tal cantidad de infernales escalones. Un individuo cualquiera como yo, acostumbrado a ver una montaña de capítulos por día de " Crímenes imperfectos " fácilmente imaginaba la peor de las situaciones.

Una mujer se encontraba encima de Esteban, el hijo de Don Francisco y Dona Ramona. Pero esta no era una situación de dos tortolitos post-veraniegos rebozándose, era una pelea de UFC retransmitida en vivo y directo desde las posesiones que abarcaban mi territorio laboral.

Durante un minuto, quedé paralizado mirando la escena. Quizás por la educación que te inculcan de pequeño, cuando ves a una mujer enfurecida y enrabietada contra un hombre, sueles achacarlo a que el chico ha hecho algún acto de macho reprobable en términos de respeto femenino individual ( Ya comente que soy Beta, no Alfa ). Todo cambió cuando:

  • Maricón - una voz hombruna desde la mujer rubia salió - Tú a mi me pagas por cojones, el servicio son 30 euros - mientras golpeaba la cabeza de Esteban contra el suelo, intentando husmear con la mano derecha en el bolsillo trasero de Esteban.

Don César se encontraba en una esquina, con un ojo morado y con el teléfono en la mano:

  • ¡ Intenta separarles ! - Mientras su cuerpo temblaba - La policía ya está de camino.

En ese momento, salí del shock en el que residían mis fumadas neuronas y pude imaginarme que había pasado ( no había que ser Sherlock Holmes para ello, pero bueno, yo no tengo abuela, los piropos me los echo yo como buen Don Juan Palomo ).

Todo el barrio sabía ( a excepción de sus progenitores, claro ), que a Esteban le gustaba demasiado el azúcar caramelizado que venden las esquinas de callejones amables tendederos que trabajan 24 horas al día, sí me estoy refiriendo a coca.

Ya se sabía que al chaval le gustaba irse de " Mujeres alegres " alguna vez al mes, no era la primera vez que algún vecino se quejaba por llevar a mujercitas al portal o el ascensor, pero esta vez debía llevar tal ciego que eligió a " Mike Tyson ".

Todo esto, es un compendio explicado de lo que mi cerebro proceso en dos segundos, antes de poder procesar más datos ( como buen Intel celeron de segunda mano que están hechas mis sinapsis neuronales ) Esteban gritó:

  • Eres un tío - mientras intentaba zafarse de la " furia rubia " - ¡ A ti te va a pagar tu puta madre Manolo ! - escupiendo en su cara.

En ese momento, un estruendo ensordecedor a modo de berrido salió de la " mujer ", profirió un cabezazo a Esteban dejándolo inconsciente, no contenta con ello, en menos de lo que canta un gallo, empezó a aporrear la cabeza de su víctima con sus " delicadas " manos.

  • ¡Haz algo ya coño! - Gritó Don Cesar, que se encontraba sentado en el suelo.

Salte sobre la espalda de la " chica ", caí encima de ella mientras intentaba forcejear con sus manos para apartarla de Esteban. Ella era fuerte, gritaba y forcejeaba mientras seguía intentado " rematar " a su presa, como un felino Senegalés azotando a una Gacela.

Debido al nerviosismo de ver a Esteban desmayado, agarre a la mujer de las piernas y la cadera, a la vez que con todas mis fuerzas la intentaba lanzar hacia un lado. Conseguí mi propósito, pero la fiera entonces se fijo en su siguiente presa: yo.

Mientras seguía jurando en arameo, salió gritando a por mí cual Yakuza por Tokyo. Golpeó mi pecho con su cabeza mientras agarraba mis rodillas y me tiraba al suelo. Entonces, empezó mi lucha vital.

Solté puños a diestro y siniestro agarrándome a su cuello. Fueron dos minutos de ferviente pelea, no podía ver nada debido a la oscuridad existente ( el temporizador de los interruptores dura 5 minutos ). Conseguí ponerme encima suya mientras me insultaba. No quería hacer daño a nadie, sólo que se calmase, pero a cambio no paraba de recibir golpes por todos los lados.

Cómo si de una pelea de preescolares se tratase, solté las manos como un Orangután golpeando a mi adversaria. No recuerdo bien ese momento, ni cuanto duró, pero se encendió la luz y un grito me volvió a la realidad:

  • ¡ Para coño, que la matas ! - Gritó don Cesar, mientras intentaba separarme .

Abrí los ojos y vi a la " mujer " inconsciente tendida en el suelo cómo una jovenzuela durmiendo después de tomar Malibú con Piña. Tenía la cara absolutamente hinchada y yacía inconsciente.

Me levanté llevándome las manos a la cabeza totalmente preocupado por lo acontecido. Aunque mi desesperación duro poco, porque segundos después se abalanzó contra Don César, intentando ahogarle. Iba a actuar cuando:

  • ¡Pum, Pum!- en la puerta del portal- Policía, abran la puerta.

Los policías entraron corriendo involucrándose en semejante pocilga. Parecía juego de tronos en versión Española, todo un clásico para que Manuel Parada lo pusiese en " Cine de Barrio ".

No pasaron ni 30 segundos y la mujerzuela estaba con los "grillos" en sus muñecas. Pero eso no significaba que hubiese terminado la " fiesta ", seguía gritando a viva voz y lanzando insultos contra todos:

  • ¡Hijos de puta ,Os voy a denunciar por violencia de género maricones! - Mientras lanzaba un esputo al suelo de mármol, jodida zorra neurótica, manchándome el suelo...

  • A ver señora, usted se relaja - Dijo un policía - Esté usted ahí tranquila mientras llegan los servicios sanitarios y mis compañeros ponen orden.

Fui a ayudar a Don César, que se encontraba en el suelo con problemas de respiración, la felina asesina había arremetido contra su cuello cómo un tenedor presiona un pincho moruno. Lo tenía rojo, con las líneas de las manos de la agresora totalmente marcadas y pronunciadas. A pesar de lo aparatoso, todo era superficial y ni requirió asistencia médica.

A Esteban no pude acercarme, los Policías estaban ejerciendo unos primeros auxilios al chaval, necesitando no ser estorbados. Los policías de a pie son unos jodidos héroes, por un sueldo ínfimo dan su vida por protegernos, si fuese por mí, les subía el sueldo a 10000 euros al mes, mis putos Dioses, joder.

Un conjunto de espectadores curiosos se aglutinaban en torno a las escaleras, pasillo del portal y el exterior de la calle. Desde las escaleras pude escuchar la voz de una mujer:

  • ¡Esteban! ¿ Dónde esta mi niño ?

Miré a las escaleras y la situación se puso más interesante aún, era la madre de Esteban...

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