Desesperanza. Desesperación. ¿Qué otra palabra para describir el sentimiento cuando te acabas de enterar que difícilmente podrás encontrarte otra vez con tu familia?
Hoy iba a escribir sobre algo menos... ¿deprimente? Pero cuando llego a casa y me pongo al día con las noticias de Venezuela, cambio de opinión. Justo hoy, que cumplo dos meses lejos de mi familia, me entero de los cambios con respecto al documento de identificación internacional para los venezolanos. El fulano pasaporte no se conforma con pasar a costar cuatro veces el salario mínimo mensual, sino que decidió ser exquisito y venderse en "Petros".
Según entendí, a partir del primero de noviembre el monto de este documento tan necesario para los migrantes como para comerciantes, empresario o simples viajeros, tendrá un inimaginable costo de emisión: dos Petros. ¿Qué es el Petro? Nada más y nada menos que la presunta criptomodena que decidió implementar el pseudo-gobierno nacional. Evidentemente, no toda la ciudadanía tiene el poder adquisitivo para adquirir dicha moneda electrónica. Mucho menos los mecanismos para hacerse con ella y utilizarla, en un país donde las telefonías móviles ni fijas sirven (dejando por ende a la población sin equipo telefónico NI acceso a internet).
Me pongo a pensar en mi familia. Si bien es cierto que mis padres no tienen intenciones de emigrar, porque aún mantienen viva esa llamita (o chispa, si acaso) de esperanza por que las cosas mejoren, al menos mis hermanas tienen derecho a elegir un futuro mejor. Con apenas 16 y 19 años, ambas sueñan con terminar sus estudios para poder salir adelante en cualquier país que las reciba y al que puedan llevar sus conocimientos. Para mí, el ideal sería el mismo en el que yo vivo desde hace dos meses. Pero comprendería a la perfección si por causas del destino su camino es otro. El deseo por verlos a cada uno es inmenso y tiene la capacidad de esperarlos el tiempo que sea necesario. Pero... ¿y sí lograrán de aquí a allá tener su respectivo documento de viaje? Muchas cosas pueden suceder hasta que mis hermanas se gradúen. Mientras, ya las mandé a ir buscando las esferas del dragón, las reliquias de la muerte y el Santo Grial, por si modifican los requisitos para obtener el pasaporte.