5 RAZONES PARA VIVIR SIN TUS PADRES

Hace 9 años dejé de vivir con mis padres, me mudé de ciudad e inicié estudios universitarios.

¿Un secreto? No solo quería estudiar, soñaba desesperadamente con hacer mi propia vida, mis propias reglas; vivir la vida a mi manera y acariciar la libertad.

Si, mi descripción suena a que vivía en una cárcel, pero no. Mi casa no era un régimen hitleriano, tampoco tenía los padres más latosos de la historia, puede decirse que viví una niñez y adolescencia bastante agradables. Peeero soy hija única, y esto de ser only child no es tan divertido cuando se vive un país peligroso y cuando se es adolescente.

¿Mi carta de salvación? ¡LA UNIVERSIDAD!, pero ¡ALTO! No todo es diversión. Por eso aquí adjunto una breve lista sobre 5 razones para vivir sin tus padres, allí reflejo las cosas chéveres y no tan chéveres de la independencia.
¡Espero la disfruten!

1.- Independencia: Tú vida, tus decisiones

Este es el punto más agradable y la razón por la cual todos iniciamos el hermoso (y tenebroso) camino lejos de casa.
Seguramente estarás cansadx de que tus padres te coloquen horas de llegada y de salida, sientes que trabajas en una oficina y que en cualquier momento colocarán un captahuellas para controlar tus horas de presencia y ausencia; tus notificaciones de salida parecen más peticiones desesperadas que otra cosa. Si eres de los que les gusta cocinar, tu mamá, ni en broma, ni en chiste, te dejará cocinar algo pero si te ordenará que fregues todos los platos que ensució cocinando deliciosos y cuantiosos (más ollas y sartenes, nooo) platos para la familia. Asimismo, sus opiniones no pararán de llover; opiniones que, por supuesto, nunca pediste.
Por eso ahora querrás independizarte, decidir qué comer y cuando hacerlo, ordenar o no tus cosas, decidir cuál será tu propio orden, a qué hora entras o sales; no tener al(a) fastidiosx de tu hermanx cerca. Tampoco escuchar las largas opiniones de tus padres respecto a cualquier tema donde tús ideas, sentimientos u opiniones no son importantes.

2.- La parte dura: Hacerte responsable

Muy bonita la independencia, ahora que la tienes debes recordar que así como papá y mamá no opinarán sobre tus nuevos amigos, tu nueva pareja y la hora en la que llegaste de la universidad (Mentira, lo seguirán haciendo, hasta más que antes, pero ahora puedes decidir trancar el teléfono o simplemente estarás lejos para no percibir las caras, actitudes y hasta bromas sobre tu vida), una fiesta o incluso el trabajo; tampoco los tendrás cerca para resolver los problemas o líos en los que te metas, tampoco para acompañarte al médico (aunque te sientas muy mal, si están lejos no siempre podrán).

Además, tu distanciamento les ha enseñado que estás creciendo, te estás convirtiendo en un adulto, entonces el tiempo que no comprometían para estar a tu lado ante cualquier eventualidad, ahora lo utilizarán para ellos mismos, o cualquier otra causa. Créeme, un día estarás frente a una situación importante (como chocar el carro )y querrás tenerlos a tu lado y ese día, en ese mismo instante, aprenderás qué es la independencia y que los límites los impones tú, ahora eres el principal garante de tu tranquilidad, seguridad y felicidad. Nadie más, solo tú!

3.- Aprender más de los otros (solo si te mudas con amigxs o desconocidxs)

Vivir con otros puede ser incómodo y hasta traerte grandes problemas; sin embargo una parte muy agradable es conocer a personas totalmente distintas a ti, aprenderás lo bonito de otras carreras, familias, valores, también lo difícil; seguro descubrirás que tu familia es la mejor. Agradecerás por el hogar y la educación que tuviste.
Al final todo esto te fortalecerá, te volverá más maduro, te enseñará a ser más humilde, a respetar el punto de vista de otros y a entender que todos venimos de lugares diferentes. También harás grandes amistades, al final, con quienes te llevabas mal al principio puede que terminen siendo tus grandes amigos y hermanos de vida al final.

4.- Ordenar el cuarto o comer sano finalmente cobra sentido

Vivir lejos de casa puede ser gratificante porque ahora puedes comprar lo qué gustes, armar tus menús, comer con tu sazón personal, etc etc. Sin embargo, al cabo de una semana o un mes repitiendo platos, o comiendo cosas poco sanas, descubrirás lo importante de comer tus vegetales. Lo mismo ocurrirá con las rutinas de casa: ordenar el bolso la noche anterior, no caminar descalzo, no dejar la ropa tirada, ordenar el cuarto, mantener la limpieza.
Todas estas cosas cobrarán sentido: ahorrarás tiempo, dinero, esfuerzo, entre otras cosas. Al fin y al cabo mamá y papá no estaban tan locos y sus recomendaciones si tenían sentido.

5.- Extrañar casa

Ya viviste lo bueno, lo bonito y lo feo de la independencia, descubriste que tu mayor divisa es la educación recibida en casa y, aunque no volverías a ella, la extrañas muchísimo. Comenzarás a valorar cada segundo que hablas con tus papás, empezaràs a extrañar detalles tan sencillos como el sabor del agua de tu casa (si, sabe algo), el olor de las sábanas, toallas, ropa, recién lavadas. Los chistes de tu mamá, papá o hermanx ya no parecen tan malos. Los consejos del pasado que te dieron tus padres resultaron bastante útiles, ahora procuras escuchar algunos (no todos, no eres budda) no vaya a ser que puedan ser útiles la próxima vez que se te ocurra seguir alguno de tus impulsos.

Si, es oficial, no cambiarías tu nuevo estatus, pero tu casa siempre será un buen lugar para visitar, aunque tu antiguo cuarto sea la nueva oficina de tu madre, o el depósito de tu padre.