"ÚLTIMOS MINUTOS", RELATO DE UN TEMOR QUE OJALÁ NUNCA SE CUMPLA, Ahora en SteemIt.

in #spanish7 years ago

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“Es un día nublado. O almenos eso me parece. Total, todos los días son meras fotocopias. Nada nuevo bajo el sol camuflado entre las grises nubes que acompañan los enormes archivadores de trabajo, trabajadores y vallas publicitarias de por medio. Quizás a mucha gente le fascine esta ciudad, pero para mí, que apenas he llegado a salir de Londres, me aburre su clima húmedo, frío y la falta de sol. Respecto a mí no soy más que un melancólico escritor frustrado que sale a pasear por Westminster, a ver si me inspiro…”

“Las 11:29, pone en mi reloj. Ojalá hubiese tenido fuerza de voluntad para levantarme un poco antes, pero qué se le va a hacer, Londres es tan oscura y deprimente. Y quien me diga lo contrario, es porque no es londinense. Se oyen entonces las campanadas del Big Ben marcando que son y media, pero a medias lo puedo escuchar, por culpa del tráfico. A ver si la gente deja de usar tanto el coche, panda de vagos y tomáis ejemplo de los neerlandeses y su gusto por la bicicleta.”

“Un día cualquiera, pensaba, un día cualquiera más, y no sé cómo mierda continuar con la maldita novela del espíritu maligno de Riverton. Si es fantasía, joder, es solo utilizar la imaginación. A este paso las musas llegarán cuando Londres no sea más que cenizas. Grave error pensarlo, porque con quejarse no se consigue nada, salvo llevarte de repente una desagradable regalo de parte de la Dama Azar.”

“Un estruendo canto de sirenas comienza a sonar por las calles transitadas de Londres. Pienso que debe de ser un fallo técnico. No, no es un fallo técnico, nunca había oído ese sonido antes. Mi melancolía, comienza a cambiar progresivamente a sangre helada. Perros corriendo y ladrando histéricamente, al igual que mucha gente que de repente, entraba en pánico. ¿Qué está pasando? ¿Es lo que creo que es? ¿De verdad, así de repente?”

“Un taxi se estrella contra el autobús rojo de dos pisos que tenía delante, intentando pasar a toda leche para huir, como si la vida dependiera de ello, y con razón. Realmente da mal rollo ver eso y que el gentío, da igual si fuera una panda de chavales que se iban a comer a un McDonalds, el motorista que de repente se la pega con una furgoneta por ir a toda leche, los papás paseando a su bebé en el cochecito o la pobre abuela que intenta correr y se tropieza cayendo al suelo y lastimándose. Todo eso, de repente, al instante.”

“Se me heló la sangre para volver a templarse. Ya lo acepto, ya sé lo que va a ocurrir. Lo voy a lamentar por mi gato Murphy que está durmiendo la mona en el sofá, mi amigo Bernie, el psicólogo; y a pesar de que no me hablo apenas, de mis padres y el chulo de mi hermano menor, el ejemplo de que “los tontos tienen suerte”, que por hacer videos estúpidos para YouTube se ha vuelto una estrella. Bueno, y a quienes quieran que sean los capullos de la CIA que alguna vez me han espiado por el móvil o el portátil. Total, son las marujas de la nueva era.”

“Lo asimilo, ya no tengo nada de lo que preocuparme, solo de contemplar como todos se desmoronan por el pánico, mientras yo sigo a mi rollo, con las manos en los bolsillos de mi gabardina de mercadillo. En mi cabeza, comienza a reproducirse Clair de Lune, del gran Debussy. Ideal para recordarte que eres un fracaso, que la humanidad es un fracaso, sobretodo ahora que lo han decidido reconocer, justamente hoy, un día que podría ser cualquier otro del montón. El tiempo lo percibo como una pausa de últimos minutos, un grisado contrastado y desaturado como mi alrededor, frío y moribundo, al son de los cantos de los ángeles de la muerte, unos cantos hermosos y al mismo tiempo, tristes, pero de los que te dicen directamente y sin tapujos, “se acabó”.

“Qué frío hace, que frío siento, mi corazón, mi cuerpo, mi cabeza. Ante tanta indiferencia ya mismo, mientras el resto lucha por su supervivencia, calles, Támesis y celeste gris. Sigo mi camino hasta que minutos después, dejo de sentirlo todo. Ya no oigo las sirenas. Ya no oigo el grito de la muchedumbre en pánico, de los cláxones de los vehículos, del viento… Ni siquiera el destello que me ciega.”

“Siempre he sido de los que han pensado que ese fatídico día llegaría, pero esta vez los ángeles de la muerte quisieron anticiparse a darnos un juicio final. Todo porque la avaricia no les permitió a unos descerebrados bajarse del caballo, queriendo jugar a ser jinetes del apocalipsis. Veo blanco, no siento dolor, solo un poquito de calor, o puede que ni eso. No veo nada. No es más que un suspiro que ya ni sienta mi corazón latir, que los recuerdos sean lo último de ver hasta extinguirse, como cenizas en el aire. Lo que ya soy, un recuerdo de las estrellas…”


David Soriano Díaz, 27 de febrero de 2018.
SOURCE: http://www.sodivartes.com/relatoultimosminutos.html
Picture by: DevianART User "donjapy2011"

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