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Hace unos años me encontraba en una pizzería a las afueras de la universidad, estaba reunido con unos amigos y amigas en una mesa ubicada fuera del establecimiento cuando en el fondo vi a una persona con traje elegante pero muy sucio, me llamo la atención porque lo había visto acercarse a la caneca de la basura varias veces, pero nunca sacaba nada, solo la miraba con algo de emoción y yo sorprendido de ver esta escena repetidamente, decidí acercarme a preguntarle lo siguiente:

SeoElite: Buenas noches, que pena si lo molesto, pero lo he visto rodear varias veces a la caneca de basura sin encontrar nada, ¿quiere una porción de pizza? Yo se la invito.
Juan: No se preocupe, que yo ya tengo varias pizzas para esta noche.

Al escuchar esta respuesta quede algo impactado, sinceramente no comprendía lo que decía esta persona porque claramente solo estaba dando vueltas constantemente cerca al bote de basura, miraba y se iba... creo recordar que me tomo algunos segundos más de lo habitual para pensar que decir.

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SeoElite: jejeje (Risa nerviosa) no entiendo, he visto que en esta media hora que llevo sentado en la mesa de allá, nunca ha sacado nada de la basura y nadie le ha ofrecido de su comida, ¿por qué me dice eso?
Juan: tiene razón es la primera vez en la noche que alguien me ofrece algo, pero eso es algo normal por este sitio, normalmente los jóvenes me ignoran y al final uno se adapta a esta situación.
SeoElite: Exacto, eso fue lo que me animo a acercarme y precisamente por eso le quiero invitar una porción de pizza para que hoy pueda irse con el estómago lleno a casa.
Juan: Gracias joven, pero acérquese antes a la caneca y me dice que ve.

Esa respuesta me dejo aún más sorprendido, pero le hice caso y fui hasta la caneca y para mi sorpresa vi una bolsa negra amarrada con una especie de cordón de zapato a una esquina de la caneca, la bolsa tenía pegada un papel que decía residuos de pizzas (Si dejaste algo de comer deposítalo acá), y se encontraba casi llena de pequeños pedazos de pizzas.

Después de ver esto me acerque y le dije que nunca había visto algo similar, y me dijo que lo entendía, que muchas veces ignoramos cosas que pasan a nuestro alrededor, que gracias a esos pedazos estaba sobreviviendo y que sabia que en algunos meses ya volvería a su vida tradicional porque el vivir en la calle le había dado otra perspectiva de vida y aunque no le creyera, tenia un proyecto que ya estaba comenzando a dar frutos pero mientras lograba cerrar los negocios, tenia que seguir sobreviviendo de esta forma, me dijo que el vivir de esa manera le había dado algo más por lo cual luchar y que lograría salir adelante.

El señor me conto un poco de su proyecto, del plan que tenía y de lo que esperaba lograr, me comento también acerca de algunos errores cometidos en su vida y que la suma de esos lo había llevado a una bancarrota, mientras tanto él iba y venía viendo su bolsa llenarse de pizza, después de algunos minutos más se fue hacia la caneca de basura saco la bolsa en donde depositaban los pedacitos de pizzas, se acercó de nuevo, se despidió, me agradeció y se fue caminando hacia el centro de la ciudad.

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El aprendizaje de esta experiencia

En este punto entendí que aquel señor al que yo creía que iba ayudar esa noche, un señor que no se encontraba en la mejor situación, tenía más claro su plan de vida que muchos de los que estábamos en la mesa ese día e incluso más que algunos profesores.

Ese señor al que apode Juan, porque realmente no me dijo su nombre termino dándome una lección de vida, mostrándome que aun en las peores circunstancias se puede llegar a salir adelante y que a pesar de las malas decisiones que tomamos en nuestra vida, siempre podemos volver a comenzar y aprender de aquellos errores que cometimos para no volver a recaer, y que incluso si somos de aquellas personas que suelen equivocarse bastante, incluso si se toca fondo, lo único que debemos entender es que siempre, siempre, se puede volver a intentarlo pero con algo más de experiencia.