Muchos de ustedes, quizás como yo, se habrán preguntado, o hecho la observación alguna vez, de que al parecer hay ciertas cosas que parecieran no faltar en ningún hogar; y en efecto, es así. Y con esto, me refiero más precisamente a cosas decorativas; por encima de cosas que son realmente necesarias, y no artículos de embellecimiento o estética para cualquier habitación.
Desde el famoso (al menos en mi país no puede faltar) seibó, hasta la alacena de fórmica, los manteles tejidos de la abuela, los posa-vasos, el juego de jarras y utensilios de plata, las jarras y tazas de peltre, jarrones en general, y es aquí, precisamente, donde entra el tópico inicial de éste nuevo encuentro. La Porcelana.
Creo que en algo en lo que todos coincidimos, internacionalmente, y en casi todas las culturas; desde los cuatro rincones cardinales de nuestro planeta, es en el típico juego de vajillas de porcelana que no pueden faltar en ninguna cocina.
Variando desde innumerables diseños, intrincados adornos, baños de oro, hasta las vajillas más sencillas; creo que todos hemos disfrutado, dentro o fuera de casa, en un restaurante, o en casa de algún conocido, de algún delicioso plato en alguno de éstos platos decorativos. Y probablemente, como todo lo que nos pasa por alto frente a las narices, que ignoramos desdeñosamente, no nos hemos puesto a pensar, como yo, motivo por el cual redacté éste post, en qué otros usos, además del decorativo, se le ha dado a la porcelana o a los utensilios de cerámica. O incluso, desde cuándo datan éstos objetos que, pese a tener, en algunos casos diseños muy actuales, es de hecho un material muy vetusto que ha acompañado milenariamente a la humanidad en muchos de sus paulatinos avances.
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Lindas fotos!
Gracias hermano.