Muchos de los que hemos crecido en éste milenio (y aunque éste fenómeno no sea primera vez que se manifiesta, porque deviene de años y años atrás) hemos presenciado una tendencia que cada vez se hace más fuerte; y hago firme énfasis precisamente en el que sea en éste milenio, porque, si bien anteriormente el llamado Culto A La Personalidad recaía sobre los clásicos líderes políticos, haciendo acepción de ése furor que causaban entre sus partidarios y más firmes devotos y seguidores, para los cuales, en el éxtasis de su fanatismo, romantizaban a éstos llamados líderes, dotándoles (románticamente igual) de capacidades sobrehumanas, se ha visto que ésta tendencia como hemos dicho, pareciera haberse salido de control absolutamente.
Yo he crecido siempre escuchando cosas como: “bah, ésos son pensamientos del ayer; la gente de antes estaba definitivamente fuera de sus cabales, ¿cuán retrógrado hay que ser para pensar así de un humano?; no, no, estamos en otros tiempos más avanzados, hemos evolucionado, ésos pensamientos anacrónicos ya no son, ni serán, el pan de cada día de los seres en sociedad; la tecnología y los avances científicos han permitido, de la mano de la razón humana, que ésos pensamientos se hallen, si bien no extintos, a punto de”. Pues, con todo y que, en definitiva, la humanidad ha evolucionado en gran medida, tenemos que ser comedidos y un tanto desdeñosos con ése alarde Darwiniano que, en definitiva, no hemos cumplido del todo.
Si bien el fundamento de éste texto no recae en redundar en ésos líderes de otrora, tenemos que decir que éste fenómeno se ha agravado recientemente porque, a manera de analogía, cada vez vemos más, y más, cómo la razón de los sectores más jóvenes de la sociedad se ha deteriorado progresivamente en la medida en que cada vez hay más y más de éstos líderes tendencia que, si bien no lideran un movimiento político totalitario, autoritario y casi teocrático, encabezan nefastamente ciertas células de la sociedad con tópicos tan inútiles, ridículos, y que, en algunos casos incluso, desafían a la razón humana.
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