Cuando hablamos de las oportunidades no logro dejar de lado algo que he observado que se atraviesa en el camino, estorba y molesta: la terquedad.
Hace poquito nos reunimos para hablar de unos grandes proyectos que se nos vienen encima. Serán de bendición para muchos pero que exigen un compromiso enorme.
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. 😋😋😋
Algunas personas estaban indecisas acerca de asumir el reto, porque la verdad es que las consecuencias de no cumplir son alguito duras, pero sí podemos lograrlo. Eso y mucho más👊👊👊.
Cuando estaba en el kínder mi bella y hermosa maestra me escribió en la boleta de 1er nivel: "es muy inteligente y sólo habla cuando tiene algo importante que decir", les mostrara una foto pero mi mami y yo pasamos horas buscando ese boletín y el de 2do nivel pero no los conseguimos. Aquí les dejo la de 3er nivel que dice algo similar: "es específica al expresarse, aunque muy poco".
¿A qué viene todo esto?
Viendo su actitud pesimista y temerosa empecé a sentir ese fueguito en el estómago que siempre me da cada vez que necesito decir algo importante frente a tanta gente.
Les explicó: soy alguien bastante introvertida y tímida, excepto cuando agarró confiancita, porque ya luego de eso soy una lorita marimandona (mis amigos apoyan esta declaración y mi señora madre aplaude de pie porque he admitido mi realidad). Entonces, hablar frente a tanta gente y saber que lo que iba a decir 1. era importante, 2. era duro, y 3. yo tenía razón (como siempre) me ponía nerviosa en buena y mala manera.
A fin de que pedí la palabra y les eché una exhortación (lo que cristianamente es también llamado "insultación" 😅)
Les conté esta anécdota que escuché hace años (creo que no la escuché sino más bien la leí en una de esas diapositivas que solíamos mandar al correo con musiquita e imagenes super geniales #cédulaalpiso jajajaja)
Había un hombre navegando en una lancha en medio del mar, pero vino una tormenta y su lanchita se hundió y él quedó flotando agarrado de un trozo de madera. El hombre en su desesperación empezó a pedirle ayuda a Dios, le gritaba "Sálvame, por favor" una y otra vez.
A los pocos minutos pasa un pescador en una lancha y le ofrece un remo para que lo tome y suba al bote, pero el náufrago le dice al pescador "No, amigo, tranquilo que Dios me va a rescatar".
Pasados otros minutos, después se acerca al hombre un barco más grande y le ofrecen un salvavidas para que se sujete y así acercarlo a la embarcación para que aborde. Pero nuevamente el hombre se niega a aceptar la ayuda y les dice que no, que Dios le va a rescatar. Así que el barco se va.
Más entrada la noche, el hombre seguía aún aferrado al trozo de madera en medio del océano. De repente aparece un helicóptero que baja a una altura muy cercana al agua, por una cuerda desciende un hombre y le ofrece la mano para sacarle del agua y subirle al helicóptero. ¿Qué creen que sucedió? Sí, el hombre le dijo que no se subiría al helicóptero porque él había orado y Dios vendría a rescatarlo. Así que el helicóptero también se fue sin él.
Pasan las horas, el hombre ya está cansado y no puede sostenerse por más tiempo. Enojado, frustrado y con miedo. Inevitablemente pierde el agarre de la tabla, desciende a lo más profundo del mar y muere.
Al abrir nuevamente sus ojos el hombre está a la puerta del cielo. Ve a Dios y muy triste le dice "Señor mío ¿por qué no me salvaste? ¿Por qué no acudiste a mi rescate? ¿Por qué me dejaste morir?"
Dios le ve, se ríe y le responde "Oh, pero sí lo hice. Te envié un pescador, un barco y un helicóptero, más tú no quisiste aceptar mi ayuda".
Ese día habíamos hablado acerca de la fidelidad de Dios, que aunque seamos incrédulos, aunque nuestra fe nos falte, eso no anula su fidelidad. Él es fiel. Por los siglos de los siglos. (Romanos 3:3)
También lo es el hecho de que llevamos muchos meses orando y pidiendo por ese favorcito en específico, y el cielo nos ha sonreído y a enviado la respuesta, pero tal vez no como muchos lo querían.
¿Pero vamos a preferir quedarnos aferrados a una insegura tabla de madera en la oscuridad de la noche, en pleno océano, justo después de que una feroz tormenta destruyera nuestra barca?
No ¿verdad?
Pero, a veces, como hicimos el pedido a la oficina del Señor Dios con una larga lista de especificaciones, y no llega de la manera que queríamos devolvemos el paquete, lo dejamos pasar. Actuamos como divos.
Por nuestra terquedad. Es que, según nosotros, todo debe suceder tal y como lo idealizamos o no sirve, no funciona.
No niego que a veces también es el miedo, el miedo a fallar o de no ser suficiente. Pero en este caso en su mayoría era la terquedad, 80% terco, 20% miedoso.
No dejemos que nuestros deseos e ideales locos nos haga dejar pasar las grandes puertas que se nos abren, las oportunidades que se nos presentan una vez en la vida. No permitamos que el miedo nos impida vivir nuevas experiencias que enriquecen el alma y corazón.
Por favor, Rebeca ¡ESCUCHA TUS PROPIOS CONSEJOS! Ooops 🙈🙈🙈 #típico.
Luego de que otras personas también opinaran, un tiempito de reflexión y demás, tomamos la decisión y vamos a echarle pichón al asunto (para los no venezolanos, eso significa que vamos a avanzar con muchas ganas/entusiasmo/pasión).
Cuando ya todo esté terminado, dentro de unos meses, volveré por aquí y compartiré mi alegría con ustedes.
Gracias por regalarme tu tiempo y leerme, un abrazo y que tengas un muy feliz día.
Hasta pronto😘