El ser humano arrastra esos miedos en sus genes. Sentirse observado es una señal de alerta que desarrollamos en esa época cuando éramos cazados por las bestias.
El cerebro inconsciente lo sabe, muchas veces cuando estamos cansados, cuando luchamos con no irnos a dormir, el cerebro primitivo nos hace trampa, nos mueve temores ancestrales y juega con nuestras fantasías e imaginación.
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