Acción de Gracia
En cuanto a las razones para la acción de gracias, Pablo le escribe a la iglesia de Corinto: "porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros" (2 Corintios 4:6-7). Dios estaba obrando en su vida y en la iglesia. En la Misa en el prefacio de la oración de consagración, el sacerdote nos exhorta a que “Elevemos el corazón” y le respondemos “lo tenemos elevado hacia Dios”, continúa –“Demos gracias a Dios” y contestamos – “Es justo y necesario”. El sacerdote entonces comienza la oración diciendo, “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y nuestra salvación dar gracias a Dios siempre y en todo lugar…” Nos recuerda que una de las claves de nuestra salvación es ser agradecidos y dar gracias a Dios en todo lugar y en toda condición, en las buenas y las malas. También establece que no es opcional si queremos salvarnos, pues es justo (la parte que nos toca) y es necesario (es decir, sin esto no podemos salvarnos).
Palabras de despedida
Les recomiendo encarecidamente la atención y el cuidado de la Iglesia Doméstica, la que contiene el prójimo ('el próximo') más cercano, cónyuges, hijos, padres, hermanos. Ese es nuestro primer apostolado, el de la familia; recordando que la familia es el origen y sostén de la Iglesia y de la sociedad y que al fin de cuentas el Plan de Salvación de Dios no es otro que incorporarnos, con nuestro consentimiento, libremente, a la Familia Trinitaria(Padre, Hijo y Espíritu Santo), a través de ser uno con Cristo..
Saluden y oren por sus sacerdotes, diáconos y obispos, ya que el demonio tiene su mira puesta en ellos y les dispara con artillería pesada constantemente, sometiéndolos a tentaciones y pruebas que los llevan al límite de su fe. Oremos para que Dios les de la Gracia de prevalecer y según su promesa, aplastarle la cabeza a satanás. También por los que colaboran asiduamente en la iglesia, que son atacados sin cesar. Aquí recordemos con especial cariño aquellos que vinieron antes que nosotros y que se nos han adelantado al encuentro con el Señor. Esos que en su día llevaban el trabajo diario en la viña de Dios que es la parroquia y las capillas, que nos enseñaron el catecismo, que fueron nuestros guías espirituales, que nos disiparon las dudas, que nos llevaron de la mano hasta que pudimos caminar firmes por nosotros mismos, que cuando éramos niños en la fe , Dios se valió de ellos para nos la sirvieron como comida de niños y que según crecimos y nos enfrentamos a retos duros o confusos estuvieron allí para darnos comida de fe de adultos y así , alimentando nuestra fe, hicieron de nosotros apóstoles capaces en la fe, para que pudiéramos cumplir el tramo de la voluntad de Dios que nos corresponde en nuestra carrera hacia el Padre Celestial. Oremos por todos ellos, por si alguno necesita de oraciones para su paso definitivo a la vida eterna y si ya están en la meta de la Visión Beatífica, entonces oremos para que Jesús distribuya y cuente a favor tales oraciones a aquellos que la necesitan.
Además hermanos queridos de Rio Linda, recordemos y oremos por los jóvenes, que son como flores tiernas en el jardín de Dios y necesitan atención y cuidado especial. Extendamos nuestras manos en ayuda a las actividades, que estos capullos incipientes de la fe, ya realizan. Ayuda, exhortación y buen ejemplo serán como abono para que pueblen de jóvenes, el jardín de la fe del Señor, nuestro Dios.
Como nos dice San Pablo, “el Dios de la paz aplastará muy pronto a Satanás, dándoles la victoria sobre él.” La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con nosotros en todo momento. Pero es importante que no bajemos la guardia, sigamos el consejo de San Pablo que nos dice en Efesios 6,11-20, “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”. Por eso tenemos que estar en guardia siempre con nuestro uniforme de guerra, para presentar batalla espiritual en nombre y por la gracia que Jesús nos da. Entendamos, hermanos riolindenses, que La palabra de Dios es una realidad una vez pronunciada, es más realidad que la realidad materia que nos presentan los sentidos– pues ‘el cielo y la tierra pasarán, mas mi palabra no pasará’; por lo tanto aferrémonos a la palabra de Dios sin dejarnos distraer por las ofertas del mundo, por los argumentos del mundo, pues aún los argumentos más 'reales' no son tales, pues pertenecen a una realidad que pasará.
Por eso queridos hermanos de Rio Linda, quiero terminar esta carta con un comentario del Cardenal Henry Newman que nos invita a velar constantemente. Por favor leámoslo con detenimiento, porque en los días que vivimos parece aplicar no solo a la escatología (fin de los tiempos) individual, sino también a la colectiva.
“Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
PPS 4,22
“Velad, pues, y orad en todo tiempo” (Lc 21,36)
“¡Velad!” nos dice Jesús con insistencia. No sólo tenemos que creer sino también velar. No sólo tenemos que amar sino también velar. No sólo hay que obedecer sino también velar. ¿Velar, por qué? A causa del grande, del supremo acontecimiento: la venida de Cristo. Es evidente que aquí se encuentra una llamada especial, un deber que no se nos hubiera ocurrido nunca si Jesús mismo no nos lo hubiese encarecido tanto. Pero ¿qué es, pues, velar?...
Aquel vela esperando a Cristo que guarda su espíritu sensible, abierto, despierto, lleno de celo por buscar y honrar a Cristo. Desea encontrarse con él en todos los acontecimientos de la vida.
No experimentaría ninguna sorpresa, ningún espanto ni agitación si llegara a saber que allí estaba Cristo. Aquel que vela con Cristo (Mt 26,38) que, mirando hacia el futuro, sabe que no debe olvidar el pasado, que no olvida lo que Cristo sufrió por él. Vela con Cristo aquel que, acordándose de él, se asocia a su cruz y a la agonía de Cristo, que lleva con gozo la túnica que Cristo llevó hasta la cruz y que ha abandonado después de su Ascensión. A menudo, en las epístolas, los escritores inspirados experimentan el deseo del segundo advenimiento, pero no olvidan nunca el primero, la crucifixión y la resurrección... Así, el apóstol Pablo invita a los corintios a “esperar la venida del Señor”, pero no deja de avisarlos que hay que “llevar en nuestro cuerpo la muerte del Señor, para que la vida de Cristo Jesús se manifieste en nosotros” (cf. 2Cor 4,10). El recuerdo de lo que Cristo es ahora para nosotros, no nos debe hacer olvidar lo que fue por nosotros...
Velar es, pues, vivir desapegado de lo presente, vivir en lo invisible, vivir 'en lo sacramental'. vivir con el pensamiento en Cristo tal como vino la primera vez y tal como vendrá en su segunda venida, desear esta segunda venida recordando con amor y gratitud la primera”.
Mis carísimos hermanos de peregrinaje de regreso a la Casa del Padre, esta exhortación a ¡Velad! Que nos hace el mismo Cristo y que en su comentario el cardenal Newman lo amplía y nos recuerda tan claramente, tiene realidad y contenido en la médula de nuestra fe. Me refiero al caso particular de ‘los abusos en la Misa’.
Como ustedes saben son muchos y variados, grandes y pequeños; aparatosos e imperceptibles. Solo quisiera dar un ejemplo pues cae muy bien a la realidad de vivir espiritualmente en Rio Linda, parece ser sello distintivo de la ciudadanía de este lugar que está en todos sitios. El ejemplo es este; en la Misa hay al menos dos momentos en que con drama particular por su significado profundo y realidad espiritual impactante, toda rodilla debe doblarse ante el Dios del Universo, la consagración y el momento de la comunión. Esto no es solo una muestra de que Cristo es nuestro soberano, de que reconocemos y vivimos la soberanía de Cristo, sino que además está mandado. Pablo nos lo recuerda en Romanos 14,11 y en Filipenses 2,10; “que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla; de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra”. Entonces hermanos riolindenses, vemos con dolor, ¡que muchos de nosotros optamos por no hacerlo! Es decir, usamos nuestra voluntad, para desobedecer la palabra de Dios. Para mí esto es de gran perplejidad, pues es como si luego de ir adelantado en la carrera de la fe, volvamos cada vez a la salida, pues recordemos que por esa misma acción Adán perdió el cielo para él y para nosotros, es decir, usó su voluntad para la desobediencia, para no hacer lo que estaba mandado.
‘Divagando’ sobre este punto llega a mi mente un recuerdo de mi niñez, ocurrida en otro siglo. Fue una ocasión donde fui con mi abuela materna a visitar a su abuelo, que ya pasaba de los noventa y a quien su hijo mayor “lo había acogido en su casa”, como era la costumbre en esa época. Tener un familiar anciano en la casa era motivo de gran bendición y gozo para la casa y los alrededores. A un anciano así se le guardaba especial respeto y admiración y tanto los de la casa como los vecinos hacían un esfuerzo particular, hecho desde el amor, para agradarle. Resulta que el abuelo de mi abuela enfermó y mucha gente lo iba a ver constantemente, pues ya no se podía levantar de su cama. El hijo mayor, el dueño de la casa, para para facilitar la logística de las visitas, quitó la pared o tabique que separaba el cuarto del anciano de la sala. Al cabo de un tiempo el anciano se recuperó y se dio cuenta que ya la pared no estaba. El mostró su desagrado ante aquello y el hijo mayor, el dueño de la casa a los ojos del mundo, se apresuró a restaurar la pared que había quitado, de hecho falto al otro día a su trabajo para hacer lo que agradaba a su padre prontamente. Esta ‘divagación’ viene al punto como contraste, en el caso de la misa, Cristo no solamente es el verdadero dueño del edificio físico que es la iglesia, sino que también lo es de todo y de todos los que están en esta. Sin embargo, a juzgar por los abusos que a diario hacemos en la iglesia, en su casa y en particular durante la celebración de la misa, parece que no nos damos cuenta de este hecho y en adición a hacer lo que nos sale de las medias, desobedecemos sus mandatos. Por algo será que vivimos en Rio Linda…
Un punto adicional sobre los abusos en la iglesia y en particular en la misa, que nos insta a estar en vela, como nos manda Cristo en Lc 21, 36 y nos lo recuerda el Cardenal Newman en sus comentarios es el siguiente. ¿Por qué razón suceden estos abusos? Debe haber muchas razones, la categoría general es que vivimos en Rio Lida, pero un sesgo particular es que tal vez por la inmensa carga de trabajo, por la vorágine, la velocidad de la vida contemporánea, nuestros pastores son acechados por el león rugiente de la acedia (recordemos de nuevo que el maloso es malo, mas no bruto y que tiene múltiples formas de atacarnos). La acedia*, concepto que tiene muchos ángulos, nos puede llevar, en una de sus vertientes, a aceptar lo que está mal como bueno, como algo normal, tal vez porque todos o muchos lo hacen constantemente. Es como una especie de pereza en atajar de raíz ciertas prácticas que por lo repetido y en apariencia pequeñas, se hacen hábito y terminan suplantando como bueno lo que en si está mal.
Se me ocurre dar un ejemplo drástico en este punto. Recordemos que antaño, antes de los increíbles inventos que ahora tenemos, en la clase de biología se hacían experimentos con sapos vivos. Uno, cruel y muy mal visto en estos tiempos, consistía en poner un sapo sobre una plancha de metal como la de hacer sándwiches(emparedados) y se aumentaba muy lentamente el calor de esta. El sapo posee unos ajustes que le permiten igualar la temperatura del ambiente dentro de un rango muy amplio, especialmente si el cambio en temperatura es mínimo y gradual. Al cabo de un tiempo el sapo ya no podía ajustar más y trataba de saltar de la plancha pero no podía, pues sus músculos no le respondían, ya que se habían cocinado.
La acedia puede tener ese efecto, de ir minando poco a poco el “músculo de la voluntad”, los resortes de ejercer nuestra libertad, y ya faltos de ésta 'no podemos' dejar de pecar. De nuevo, ante la carga de trabajo y el ajetreo que les deja exhaustos, nuestros pastores a veces: a) dejan pasar de largo un detalle como el no mostrar al Rey del Universo el respeto que Él se merece y que además está en su palabra y por lo tanto es una “realidad clamante”, más concreta que el mundo en que vivimos y b) no predican sobre estos puntos lo suficiente y con suficiente pasión, para que los que estamos durmiendo en Rio Linda, también posibles víctimas de la acedia, despertemos y demos el culto a Dios como debe ser y está mandado. No es que a Dios le haga falta nuestro culto, sino que es por nuestro bien espiritual, es 'nuestro deber y salvación y además justo y necesario.
Oro fervientemente a Dios para que esta predicación vaya directo al corazón de los riolindenses, para que entendamos que el respeto y reverencia a Dios, especialmente en el culto que Él mismo ha instituido en la persona de Cristo, la Eucaristía, brota de la misericordia, del amor de Dios y que es nuestra salud el corresponder amor con amor, de manera que cuando se dan estos dos momentos en la Misa, donde los ángeles, los santos y la Virgen en el cielo y los moradores de debajo de la tierra se arrodillan, que nosotros, la Iglesia peregrina también nos arrodillemos, no como precepto más, y si como acto de amor y en reconocimiento a la soberanía de Cristo. Algunos dirán, pero si es muy viejo, está operado o no puede por cualquier otra razón, pensemos riolindenses, que si le pusiéramos un billete de mil en el suelo, de regalo para estas personas, pero con la condición de que tienen que recogerlo por sí mismas, ¿Cuántas de esas personas dejarían el billete en el piso? Pues en esos dos momentos hay infinitamente más que un billete de mil, pero como ciudadanos riolindenses, no estamos conscientes de esto, pues en Rio Linda vivimos como en un coma espiritual.
Esta prédica que debe venir y ser constante, de los pastores creo que es hermanos de Rio Linda, un elemento clave en el llamado de ¡Velad! que nos hace Cristo. Por eso, riolindenses, lo prediquen o no nuestros pastores, parte de mudarnos fuera de Rio Linda espiritualmente, es informarnos en todo lo que podamos y hagamos esto asignación de vida, sobre los multiformes y multiniveles significados del culto divino de la Eucaristía y procedamos conforme a este conocimiento. Al así hacerlo, además de empezar a mudarnos de Rio Linda, catequizamos, predicamos con nuestro ejemplo. Les aseguro, que cada vez que Cristo, la Santísima Trinidad, ve la devoción y certeza con que un humano se arrodilla ante Jesús, real y presente en la Eucaristía, nos mira y se sonríe, como lo hizo el Padre en el Río Jordán cuando Juan bautizó a la Segunda persona de la Trinidad, y retumban en el cielo las mismas palabras de entonces “Este es mi hijo amado en quien me complazco”
Hermanos en la carrera de la fe, al terminar la misa el diácono nos despide y nos exhorta a que ’glorifiquemos al Señor con nuestras vidas’, es decir, nos pide que presentemos batalla espiritual constantemente e implica que con la Misa nos reponemos de las heridas del combate recién terminado y nos preparamos para el combate de la semana que entra. Recordemos que el esclavo y el amo trabajan para un mismo salario, como le escribe San Pablo a Filemón sobre Onésimo, y ese salario es “el denario de la vida eterna.” Vivamos en perspectiva eterna, haciendo uso de los bienes de este mundo siempre en función de los bienes eternos.
Que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de los vivos, quien se dignó a rebajarse de su Gloria por nuestra salvación nos bendiga y que por el signo del agua y vino mezclado en persona de Cristo por su sagrado ministro, nos vaya cristificando para que cuando sea el momento en que Él nos llame a su presencia podamos también compartir su divinidad.
Saludémonos mutuamente con el gesto de la paz.
Amén.
Posdata:
Nota sobre la posdata: Aunque esta carta es “a la San Pablo” está ajustada a nuestra época, por lo tanto incluye una posdata y además enlaces de internet, lo que es propio de nuestro tiempo.
Apéndice:
- *La acedia.
Este concepto es tan importante para nuestra decisión y acción de mudarnos de Rio Linda, y no regresar más hermanos, que conviene incluir una serie enlaces de 13 artículos con una explicación general de lo que es acedia, por el Padre Horacio Bojorge, S.J.
Referencias:
http://es.catholic.net/op/articulos/4080/cat/24/el-demonio-de-la-acedia-.html
http://es.catholic.net/op/articulos/4078/el-demonio-de-la-acedia-2-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/704/el-demonio-de-la-acedia-3-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/4076/el-demonio-de-la-acedia-4-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/4081/el-demonio-de-la-acedia-5-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/4082/el-demonio-de-la-acedia-6-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/5304/el-demonio-de-la-acedia-7-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/5732/el-demonio-de-la-acedia-8-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/6150/el-demonio-de-la-acedia-9-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/6482/el-demonio-de-la-acedia-10-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/7516/el-demonio-de-la-acedia-11-13.html
http://es.catholic.net/op/articulos/16568/cat/24/el-demonio-de-la-acedia-12-13.html