Como dice la nota en el titulo, este es la entrega número 10 de 12. Si encuentran el tema interesante, siéntanse libres de ir al post primero y leer desde ahí.
Algunos amigos me han dicho que he usado un lenguaje algo complejo, me disculpo si este fuera el caso. Otro me aclaró que si se lee despacio y desde el principio, entonces es relativamente claro y sencillo. De nuevo, espero que al menos a algunos les sirva de ayuda en su peregrinar de regreso al Padre.
Aquí es menester detenernos unos momentos en la Misa, la Eucaristía.
La Misa tiene infinitos ángulos y niveles de entendimiento. Por ejemplo, es un retablo biblico y un sacramento en función, pues es la Sagrada Escritura vivida, en despliegue, es la Palabra, Cristo en vivo que se muestra ante nuestros ojos (tal como lo hizo con los hermanos de Emaus, ya que este pasaje describe la primera misa incruenta), y que nos envuelve -tal como la nube envolvia a los israelitas en su caminar por el desierto- al participar en ella, en una dimensión donde están suspendidos, es decir, no aplican, los límites de tiempo y espacio. Desde los primeros gestos preparatorios, la procesión y todo el diálogo litúrgico, se cita y más que citar se viven los episodios claves del drama de la salvación consignados en la biblia.
Queridos hermanos riolindenses, compañeros de camino de regreso hacia la casa del Padre, al considerar la Misa y nuestra participación en esta, estemos conscientes que en ella el cielo y la Tierra se unen, en ese encuentro se suspenden los límites de tiempo y espacio. El único tiempo es el tiempo de Dios, “Yahvé – Él ES, el Presente”, el ‘tiempo’ Eterno.
La misa también es trinitaria en el sentido de que al suspenderse los límites de tiempo y espacio, estamos a la vez en tres lugares; en la celebración, al pie del Gólgota y unidos a los coros celestiales en una sola realidad espiritual (Apocalipsis 4,8 donde ángeles, los santos y la Virgen proclaman el Himno de su Gloria, Santo,Santo,Santo - este pasaje bíblico es parte de todas las misas-, toda la feligresía se una al cántico del coro inmediatamente después de presentar las ofrendas al Padre). Podemos decir también que la misa es un acontecimiento trinitario, un encuentro de tres; de Dios, sacerdote y feligreses.
Suceden tantos portentos en la misa, que a veces se nos pasan por el frente sin percibirlos, por ejemplo nos dice San Pablo en Efesios 3,9-12; que ¡el humano les revela los misterios de Dios a los Ángeles! Hint: el sacerdote, ‘en persona christi’, pronuncia las mismas palabras que Jesús pronunció en la última cena y se hace el portento de la conversión del pan y vino en el cuerpo, la sangre, alma y divinidad de Cristo, cosa que los ángeles no pueden hacer y el humano , por Gracia de Dios, lo hace y además se lo revela a los ángeles.
En la Misa se nos da un anticipo del cielo a los de la tierra. En la misa verdaderamente somos unos con Cristo, con él y en él. Es una previa de la Visión Beatífica, donde el humano en estado de Gracia entra al interior de la Trinidad, allí donde solo está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo al ser uno con Cristo. En la Vigilia Pascual, el Pregón Pascual nos dice; “Feliz culpa”, pues antes de la caída éramos eternos como Adán y los ángeles, pero solo amigos de Dios; Gen 3,8. Más luego de la redención somos eternos como Cristo, y además hijos adoptivos.
Antes de la misa, estábamos en el atrio del Templo celeste que es la Trinidad, tal como los ángeles. Y en ese atrio, que sería el Jardín del Edén, como amigos nos paseábamos en la persona de Adán por las tarde con Dios, Gen 3,8. Éramos amigos y por esa “Feliz culpa” rompimos nuestra amistad con Dios. Pero del corazón de Dios, de su misericordia y de su justicia, surge el Plan de Salvación, el Misterio de Cristo, quien luego de la redención, nos lleva con él y en él (Romanos 11, 36), al interior de la comunidad Trinitaria, como hijos, como nuevos Cristos, conociendo a Dios, amando a Dios y sirviendo a Dios no como ángeles, ni como amigos, ni desde el exterior, sino como hijos, elegidos en él antes de la fundación del mundo, para ser hijos adoptivos por medio de Jesucristo ( Ef 1,3-5) .
La Misa es un anticipo escatológico, nos demuestra cómo serán las cosas al final de los tiempos. Durante la celebración de la Misa, que es la Eterna alianza que contiene en sí misma y a la vez, la inclusión y cumplimiento de todas las alianzas del Viejo Testamento; se destruyen las exclusiones, y las fronteras, tanto las fronteras del mundo visible como las fronteras espirituales del mundo invisible. Nos dice San Pablo en Gálatas, reiterando el cumplimiento de la encomienda dada a Abraham, que a través de él todas las naciones serían bendecidas, que debía llevar la luz de Dios no solo a los judíos sino a todas las naciones; pero los judíos, ‘pusieron el candelabro debajo del celemín’, Mateo 5, 13-16. Con Cristo se rompen los límites entre judíos y gentiles. Pero esto no se queda ahí, y también se rompen los límites entre lo visible y lo invisible pues con los sacramentos, que son una realidad material, que hacen presentes, evocan y activan una realidad espiritual correspondiente, quedan abolidos esos límites. Más importante, se destruye la barrera entre el hombre y Dios (Gen 3,25), se abre el cielo y tenemos acceso a adorarle, desde esta vida, junto con los Coros Celestiales. La Iglesia es el sacramento de Cristo y es anticipo y materialización de la nueva realidad escatológica donde, como en la misa TODO y TODOS somos uno en Cristo, para que Dios sea todo en todos, 1 Corintios 15,28 y Colosense 3,11.
Nota: Esta es el post 10 de una serie de 12 post sobre este tema. Continuará...
excelente post amigo felicidades