El Guerrero Jaguar - La primera transformación parte 1

Ese día era perfecto, por ende, Rony Galeón seguía durmiendo en su cómoda cama. Aunque ya no tenía sueño, no quería pararse, era su cumpleaños número 16 y no sabía cómo sentirse. Un poco más viejo, un poco más experimentado, o sea esperaba algún cambio en su cuerpo. Todo era incierto, pensaba Rony. Cada cumpleaños era igual, sentía un leve cosquilleo en la nuca y el corazón se veía estimulado.

Sus pensamientos se volcaron en los regalos que recibiría ese día. No era una sorpresa, su madre Isabel había salido a comprarlos. Esos presentes, le causaban verdadera emoción.

Mientras se levantaba de la cama, deseaba con todas sus fuerzas que fueran libros. Dormía en una litera con su hermano, él residía en la parte de arriba. Tenía dos hermanos menores: Saúl, el mas chico y una hermana llamada Selene, la segunda en la línea. Los dos seguramente estarían por allí correteando por el apartamento.

Hizo toda la rutina de todos los fines de semanas: bañarse, cepillarse y finalmente reunirse con su familia para comer, pero como se había parado tarde, le tocó degustar el rico almuerzo que le habían preparado.

-¡Feliz cumpleaños!- dijeron sus hermanos al verlo entrar en la sala.

Rony saludó displicente, incluso cuando su hermana fue abrazarlo para felicitarlo, evitó dejarse abrazar mucho por ella. No le agradaban esas muestras de cariño. Al momento de servirse, oyó a su padre también felicitarlo.

-¡Gracias papá!- dijo al sentarse en la mesa.

Justo antes de llevarse la comida a la boca, oyó nítidamente que la puerta se abría. Antes que pudiera salir corriendo como un niño hacia la entrada, sus queridos hermanos se habían adelantado. Tuvo que reaccionar y al llegar los apartó con un poco de violencia.

Sus regalos al fin habían arribado. Allí estaba su madre cargada de bolsas, pero le miraba molesta por su acción.

Fue cuando se percató que les había hecho daño a sus hermanos.

-Lo siento… no volverá…

-¡Te he dicho miles de veces que trates mejor a tus hermanos Rony Galeón!- le recriminó su madre mientras ponía la bolsa en la mesa.

Rony intentó tocar las bolsas, pero su madre le dio fuerte golpe con las palmas de sus manos.

-¡Discúlpate!- exigió su madre.

Era una mujer regordeta con un cabello corto, encrespado, con algunas canas. Las arrugas también surcaban su rostro cansado. Sin embargo, en esos momentos pasaban desapercibido para él. Miraba las bolsas de regalos con anhelo, no podía prestar atención a otra cosa, hasta que su madre le regaño de nuevo. Tuvo que observar a sus hermanitos llorando por su brusquedad.

Cuando fue a disculparse Selene, le saco la lengua, riéndose por un instante de tiempo y eso lo hizo enfurecer.

-¡No tengo la culpa que se atravesaran!- dijo alzando un poco la voz.

-¿En serio? Tienes 16 años de edad ya, ¡Por dios Rony! Aprende a comportarte como tal- gritó su madre furiosa y cuando fue a tomar los regalos, soltó las disculpas acelerado.

No podía ser cierto, en su querido cumpleaños lo estaban regañando y todo por culpa de sus hermanos. Vio de nuevo a su hermana riéndose, esta vez acompañada de su hermano. Apretó los puños, estaba realmente furioso. Tenía 16 años y su madre le regañaba como a un niño.

-Rony no recibirá regalo hoy- murmuró Selene tan bajo que solo él pudo oírlo, su madre ni cuenta se dio.

Se tragó su orgullo, el contenido de los presentes eran obvio. Estos contenían libros y ya quería ojearlos, olerlos y leerlos.

-Cállate- dijo Rony siseando, pero su madre se percató.

-No tienes remedio- dijo y agarró la bolsa.

En ese justo momento se echó a llorar como un niño, era su última arma, la que siempre empleaba y no fallaba para ablandar a su madre; no importa cuantos años tuviera, si era necesario lo usaba. Sin embargo, su interior bullía de ira contra sus hermanos que estaban cerca riéndose de su humillación.

Su madre se ablandó y suspiró, eso significaba que había cedido. Sin decir nada alargó el brazo otorgándole los regalos. Los ojos de Rony se abrieron como platos, mentalmente se dijo por fin y con cuidado cogió la bolsa. Se fue directo al mueble para abrirlos y descubrió lo que contenían, eran libros como lo tenía previsto.

El primero en desenvolver era de Philip Pullman llamado el Catalejo Lacado, era el tercero de una trilogía llamada la Materia oscura; el segundo libro era uno de Julio Verne su escritor favorito, su título era La casa de vapor y era de tapa dura. Cuando llegó al último regalo vio que eran unas camisas nuevas y las fue viendo, mientras hacía esto no notó el objeto que se le cayó. Vio el reflejo luminoso del objeto, pero fue demasiado tarde, su hermano Saúl ya lo había cogido.

-¡No es justo mamá!- dijo Saúl alzando un poco la voz y mostrando lo que parecía un collar dorado.

-¿Es mío?- preguntó Rony confuso -Debió costar mucho- dijo tragando saliva de la impresión.

Hasta su padre que había estado ocupado cortando el periódico, alzó la vista para mirar el objeto.

Su madre se había puesto pálida, parecía que estuviera batallando dentro de sí misma. Eso era algo extraño, ¿será que quería que solo se enterara él y nadie más?. Como nadie decía nada, su hermano pensó que quizás si era su regalo y molesto se lo dió bruscamente.

Justo cuando lo tomó sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo, por un momento el collar estuvo a punto de caérsele.

-Es un bonus por tus buenas notas- balbuceó su madre todavía sorprendida.

El collar poseía un dije que tenía la forma de la cara de un jaguar. El rostro del animal poseía unas pequeñas piezas brillantes que refulgía con la luz del sol, no podían ser diamantes. Observó bien y vio que tenian partes de plata si no le fallaba su cerebro, hasta el oro parecía extraño. No tenía que brillar tanto.

-¡Póntelo!- pidió su padre levantándose y se acercó para verlo.

Toda la habitación se había puesto como un horno, su hermana menor se había callado, su hermano se había encerrado en el cuarto, haciendo resonar la puerta estrepitosamente y su madre estaba pálida; como si fuera a pedirle que le diera el collar. Ante toda esa presión se puso la cadena.

Por el rostro que tenían todos parecía que hubieran esperado algo extraordinario, pero no pasó nada. Al tocar el dije su piel extrañamente se fue calentando, eso fue lo único raro, como si tuviera vida propia.

-Este regalo simboliza que ya eres un adulto- dijo su padre que se había quedado parado observando.

Esa misma noche al dormir, siguió sintiendo emanar un pequeño calorcillo por parte del collar, además podía percibir unos pequeños latidos viniendo del objeto; quizás estaba alucinando. Esas reflexiones se fueron mitigando al pensar que mañana sería otro día e incluso sería mejor, con esa línea de pensamiento fue cerrando los ojos.

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El siguiente capitulo será publicado el sábado que viene
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