No tenía datos móviles para poder ubicarme y ubicar el destino. Sabía que la zona a la que quería llegar estaba a unos cuantos metros de altura y por algún lado tenía que empezar a subir. Así que me guié por mi instinto y continué caminando por la calle que más pendiente tenía, Europa Road.
Europa Road prácticamente es solo carretera. En algunos tramos no dispone de acera para los peatones, así que hay que andar con mucho “cuidadito” por el arcén.
Subiendo, vi una de las puertas de entrada del jardín botánico “The Alameda”. Solo había andado quince minutos desde que salí del cementerio, pero… ¿iba a pasar de largo, sin entrar a echar un vistazo?
La puerta estaba al otro lado de la carretera. No divisaba cerca ningún paso de peatones y para entrar tenía que cruzar. Intenté tener precaución, pero todo hay que decirlo, pasé miedo. Buscando un punto con algo más de visibilidad para cruzar, perdí el equilibrio y el cuerpo se me fue para la calzada, casi me caigo y no me atropelló un 4x4 de milagro. Por suerte nada de eso pasó y enseguida logré cruzar sana y salva.
Es habitual encontrar en los parques estas construcciones que sirven para descansar, protegerse del sol o de la lluvia repentina. Siempre que veo uno me acuerdo de la película “Sonrisas y Lágrimas” por la escena del baile de la hija y el militar dentro de un gazebo acristalado.
Un poquito más arriba encontré un huerto ecológico infantil, con muchísimo encanto. En él había comida para las mariposas,un matrimonio de espantapájaros y gran variedad de plantas.
Entre las plantas había espinacas, tomates Cherry, fresas, tomillo y perejil. Otra cosa que me llamo mucho la atención es el bonito hotel de madera que le tienen montado a las abejas para que descansen después de pegarse el atracón.
Mas adelante encontré una puerta que llevaba a un jardín secreto, tan secreto que no pude entrar, pero si verlo desde el puente de madera que lo cruza por arriba.
Bellotas espontaneas talladas en madera. Solo vi dos, pero me da la impresión de que hay más distribuidas a lo largo y ancho del jardín.
Por último, la gran olvidada, la cabina telefónica.
Cuando la vi me dio nostalgia. Recordé aquellos tiempos en los que bajabas a llamar y tenías que recorrer toda la manzana para encontrar alguna cabina que estuviese libre. Ahora tenemos nuestras propias cabinas individuales y personalizadas.
Me hubiese gustado pasar mas tiempo y seguir investigando este jardín. Pero, el tiempo se me echaba encima y si quería llegar tenia que ponerme a andar sin entretenerme mucho más por el camino. Todavía quedaba lo mas duro, la subida y a ras de carretera.
Autoría Imágenes: @reimerlin. // Separador: @loreennaa
Cámara: Samsung GS7.
Lugar: Gibraltar.
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